Capítulo 30: Último día de clases

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Me levanté sintiendo la liberación de haberme quitado un gran peso de encima. Miré mi pie derecho, libre al fin, di un paso y casi me mato. La doctora dijo que no debería hacer mucho esfuerzo, como correr o movimientos bruscos... pero a quien demonios le importa ¡Soy libre!. Ayer me quitaron el yeso y ¡ya puedo caminar! es hermoso, créanme. Seguramente no lo recuerdan por que eran bebés cuando aprendieron pero caminar es tremendamente genial.

Escuché como alguien tocaba la puerta de mi habitación mientras me alistaba para ir al colegio, por última vez (en este ciclo escolar, tampoco se emocionen). Terminé rápido de lavarme los dientes y corrí a abrir la puerta. 

Era Liam.

-Hey, estaba a punto de hacer el desayuno y... me preguntaba si tu, ya sabes, querías cocinarlo conmigo, como en los viejos tiempos- y soltó una risita tonta y nerviosa. Me sorprende el efecto que aún tiene ese angelical sonido, traté de ocultar ese estúpido sonrojo y la mariposas que aún sentía y le respondí

-No tengo hambre- suspiró

-Escucha. Sé que tu no quieres ir a desayunar, pero hoy es el último día de clases y yo me iré pronto, no quiero irme y que tu y yo sigamos sin hablarnos. Quiero que seamos amigos.

Ni si quiera me di cuenta de que lo había dicho en voz alta cuando pronuncié

-Yo no puedo ser tu amiga Liam 

-¿No puedes o no quieres?- ¿En serio quieres que te conteste esa pregunta? 

-No... no tengo hambre, no insistas, me voy al Colegio- tomé mi mochila y salí de mi habitación pasando al lado de Liam y tratando de  hacer como si no me importara, pero el me detuvo, tomó mi mano como si no supiera que esta quema sobre la mía y como si no supiera que ansiaba que lo hiciera desde hace tanto 

-Por favor, quiero llevarme bien contigo de nuevo, quiero que todo sea como antes

-Jamás podrá ser así y lo sabes- dije mirándolo a los ojos, hermosos como siempre. Quité mi mano de su agarre y seguí mi camino a las escaleras

-Está bien ¡lo siento, lo lamento!. En serio ¿Eso era lo que querías escuchar no es así?- dijo con tono de reproche, ni si quiera lo lamentaba en serio, sus palabras sonaron vacías como la culpa que sentía. 

Y de pronto yo no sabia que sentir, no sabía lo que sentía. No sabía si eso era lo que quería escuchar o no. Estoy segura que un buen tiempo estuve esperando a que lo dijera, pero ya no.. ya no lo sabía, por que eso no cambió la forma en que me sentía, no reparó nada, ni me hizo sonreír. De pronto no importaba lo que el dijera, por que seguiría siendo lo mismo y yo seguiría sintiendo lo mismo y no podría perdonarlo. Y sé que el no tuvo nada de culpa, pero eso no parecía una razón suficiente para perdonarlo, no sentía la liberación del perdón en mi pecho, sentía un rencor inexplicable hacia él y nada podía sacarlo, no por el momento.

-Dejé de esperar algo de ti desde hace tiempo, Liam- y sin más me fui y caminé hacia la escuela

En el camino no me encontré nada nuevo, estaban las mismas calles, los mismos árboles, incluso las mismas personas, lo mismo de todos los días y yo caminaba con vacío enorme. En parte por Liam y en parte por que no había comido, pero tampoco tenía ganas de hacerlo, o de hacer algo. Sólo estaba... y ya. 

Al llegar a la escuela, me dirigí sin preámbulos al salón. Donde estaba Harry y Elena platicando como de costumbre 

-¡Holaa!- dijo Elena al verme entrar, soltando una risa mientras recibía un beso en la mejilla de su chico especial, sonreí por inercia 

-Ya dejen de comer frente a los hambrientos- le contesté y ellos solo rieron más 

-Oye ¡ya no tienes el yeso!- mencionó Harry

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