Tenemos los sueños y metas que nadie en el mundo vería
Porque somos así, porque nos tocó esto a nosotros vivir
Porque nacimos así, simplemente vivimos la vida, yo soy feliz...
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☆*: .。. ( narra Natanael !! ) .。.:*☆
— ¡Eyeyeyy, Rubén vente para acá, cabrón! — exasperé contra mi bebé, quien estaba aprendiendo a gatear y ya iba rumbo al Stiizzy dormido.
Fuí de rodillas tras el vato pero no, ahuevo se le quería aventar al perro. Apenas se lo quité a mi cachorro de encima pero este se agarró a ladrarle a mi hijo. Suspiré viendo como el puchero en la cara de mi bebé se intensificaba.
— A ver Stiizzy, llégale a la verga un rato, papi, ándale vayase — me paré con mi hijo en brazos y le abrí la puerta del cuarto de este para que el perrito se saliera.
En cuanto cerré la puerta quedé sordo del berrido que se acababa de aventar mi chiquito, seguido de uno y de otro lloriqueo hasta que se convirtió en un full berrinche del susto que se metió.
— Ey 'apasito, no llores, mi amor — lo pegué a mi pecho pero se seguía removiendo mientras lloraba demasiado fuerte a mi parecer. — Ya, ya pasó. Ya sé que te espantó y todo, ya mi chiquito, ya no llores, ándaleeee.
Ahora sentía que iba a llorar yo. Lo seguí meciendo otro rato mientras caminaba en círculos por la alfombra pero nada más no se calmaba mi plebe.
— Ey ya sé, ¿quieres ver el ipad? ¿Si? Vamos, yo te llevo — hablé urgido de silencio.
Fui cargándolo hasta la sala donde recuerdo que había dejado el aparato. Caí en el sillón y lo acomodé en mi regazo. Me puse la pantallita en las rodillas y en corto saqué un video de los que había visto antes.
La música animada empezó y eso causo su silencio por un momento... El cual no duró mucho, ya que el llanto le regresó. Me tallé los ojos y lo volví a tomar en brazos, dejando mi intento descartado.
— ¿Quieres ir con tus juguetes del patio? Ándale, ¿no quieres? — lo mecí suavecito. — ¿O quieres comer? Comida, de la que dejó tu mami.
Logré conectar con sus ojotes llorosos por un segundo, pero estos volvieron a quedarse cerrados al estar chille y chille.
— No mi amor, ya pasó, ya cálmate papii — hice un puchero al ver que no se aplacaba mi bebé. — El Stiizzy no la trae contigo, ya, ya pasó, chiquito... Ah ya sé, ¿quieres ir al estudio de papá? Ahí está calientito, tu siempre te duermes ahí, ehh — le limpié las lagrimitas que bajaban por sus mejillas pero seguían saliendo más y más.