CAPÍTULO 1: LA HUÍDA

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CAPÍTULO 1: LA HUÍDA

Sam POV:

-¿¡PERO POR QUÉ NO PUEDO SALIR!? ¡YO QUIERO CONOCER A GENTE! - dio una pisotón al suelo indignada mientras su ceño se fruncía.

-Ya te lo he repetido muchas veces, ahí fuera hay mucha gente mala, que puede hacerte daño...

-¿Pero yo creo que no todo el mundo será así, no? También hay personas buenas...Como papá...

-¡No nombres a tu padre! - se levantó de la silla dando un golpe en la mesa.

-¿Por qué no? - dio un paso hacia atrás asustada.

-Porque no quiero recordar el dolor de su pérdida. - dicho esto se dejó caer otra vez en la silla.

En ese momento la puerta se abrió y entró Alfred, el mayordomo.

-¿Ocurre algo, señoritas? - hizo una pequeña reverencia hacia Ashley y luego se giró a ver a Sam. - ¿Qué son estos gritos, señorita Samantha?

-Quiere que la deje salir. - respondió por ella su madre.

-No me llames Samantha, Ali. - miró al mayordomo con mala cara. -Sabes que no me gusta.- se cruzó de brazos y frunció los labios.

-Señorita Sam, sabe usted que no debe salir.

-¿Por qué siempre te pones de su lado?

-Porque en esto tiene mucha razón.

-Pues me voy a escapar.

Alfred y Ashley rieron sin creerse lo que decía, pero ella salió dando un portazo para dejar claro lo enfadada que estaba.

Salió corriendo por los largos pasillos hasta llegar a su habitación y se tiró sobre la cama para coger a su unicornio de peluche.

-No te dejaré aquí Fluski, si voy a huir te vendrás conmigo. - le dió un beso cariñoso en el hocico y salió otra vez de su habitación, esta vez con Fluski en la mano.

Caminó por el pasillo admirando una vez más los cuadros colgados en las paredes. Se paró frente a uno de ella y su madre sonriendo como si sus vidas fueran perfectas. Recuerda el día en que lo pintaron, el pintor no dejaba de repetirle que no se moviera y sonriera, mientras su madre la sostenía por los hombros ya que no dejaba de repetir que tenía hambre y intentaba huir. Al final consiguieron convencerla de que si se quedaba quieta le comprarían un helado y no se movió más.

Siguió caminando por el pasillo, sus ojos se movían incansablemente por cada cosa que veía, como si fuera la última vez que lo iba a ver. Desde las paredes de color dorado y las lámparas de araña, hasta la más mínima mota de polvo que veía en la alfombra granate.

Se escondió dentro de una habitación cuando oyó a Manuela, la criada, pasar por el pasillo. Sabía que ella no tenía ni idea de su huída, pero así era más divertido. Una risa se le escapó cuando ella pasó, pero Manuela no la oía debido a su sordera. Abrió un poco la puerta para ver donde estaba y la vio entrando en el cuarto de la colada, así que aprovechó para seguir con su huída.

Después de caminar unos minutos y esconderse en algunas habitaciones, logró llegar a la puerta principal. La abrió lentamente intentando no hacer ningún ruido y salió caminando de puntillas. Cerró la gran puerta blanca con cuidado y, una vez en el jardín principal, salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Decidió que sería mejor ir hacia los jardines traseros, ya que seguramente si la buscaran pensarían que había ido a la verja principal para salir por ahí. Pero no, ella iría por detrás y saltaría la parte trasera de la verja lo más rápido que pudiera para que así no consiguieran encontrarla hasta que ella no quisiera.

Habiendo pensado eso empezó a correr hacia el primero de muchos jardines que rodeaban la casa, se tropezó con algunas raíces, pero no paró de correr y después de unos minutos paró para coger aire, apoyando sus manos en las rodillas. Empezó a correr otra vez cuando oyó un grito de sorpresa dentro de su casa. Se imaginó lo sordos que debían de haberse quedado los de la casa si ella lo oía desde un kilómetro de distancia y empezó a reírse sin dejar de correr.

Iba mirando hacia atrás y hacia los lados por precaución, si alguien la seguía debía esconderse rápido. En una de las veces en las que giró su cabeza, notó como el suelo se desvanecía bajo sus pies y, unos segundos después sintió un gran dolor en su pierna derecha.

Gritó mientras todo a su alrededor se volvía negro.

EL POZO #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora