Capitulo 41

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El sonido del despertador retumbó en mi cabeza como un eco molesto, parpadeé, sintiendo un peso insoportable sobre mis párpados.

Me dolía el cuerpo. Cada músculo, cada articulación, como si una corriente eléctrica invisible recorriera mis venas, mi respiración estaba pesada.

Lo primero que pensé fue que había atrapado un resfriado, intenté moverme, pero al hacerlo, un mareo intenso me obligó a quedarme quieta. Esto no era un simple resfriado.

Resoplé, tratando de calmarme mientras con manos temblorosas alcanzaba mi teléfono y marcaba el número de Susuki.

No tardó en contestar.

—¿Akua?

—Hey… —Mi voz salió más débil de lo que esperaba—. No voy a poder ir hoy al trabajo. Me siento fatal.

—¿Qué tienes? —preguntó de inmediato.

—Seguramente una gripe —mentí sin pensarlo.

No tenía idea de qué me pasaba, pero sabía que no quería preocuparla.

—¿Necesitas algo? Puedo pasar a dejarte sopa o medicina.

—No, no —negué, cerrando los ojos—. Estaré bien, solo necesito dormir.

—Si cambias de opinión, dime.— Susuki suspiró.

—Lo haré.— En realidad no lo haría.

Colgué y dejé el teléfono a un lado, cerrando los ojos con la esperanza de que el sueño me ayudara.

Pero no pasó. Las horas transcurrieron, y mi cuerpo solo se sentía peor, el mareo, el dolor en los músculos, la debilidad extrema. Mi piel ardía y a la vez estaba helada.

Algo estaba mal. Muy mal.

Mi respiración se agitó. Intenté pensar en qué podía haberme enfermado de esta manera, no había estado expuesta al frío, tampoco había pasado tiempo con alguien enfermo.

No tenía sentido.

Hasta que un recuerdo cruzó mi mente como un relámpago.

"Será más pronto de lo que crees."

Mis ojos se abrieron de golpe.

La elección.

Los Loas

La tercera opción.

Esto… era el precio.

Una sensación de angustia se instaló en mi pecho, sabía que sería algo grave, sabía que mi cuerpo lo resentiría. Pero aún así, no pensé que fuera tan rápido.

Traté de respirar profundo, pero cada bocanada de aire me costaba más que la anterior, mi visión se nubló por un momento.

Esto era solo el comienzo, el dolor se intensificaba con cada minuto que pasaba, no podía seguir así. Mi cuerpo estaba débil, mis manos temblaban, y mi respiración se volvía más errática.

Marqué un número sin pensarlo demasiado.

—¿Akua? —La voz de Hitoshi sonó al otro lado de la línea, y el alivio de escucharlo fue instantáneo.

—Me siento horrible —admití con voz débil—. No sé qué hacer.

Hubo un silencio breve antes de que respondiera.

—¿Qué tienes?

—No lo sé… —Mentí. Claro que lo sabía, pero no podía decirle la verdad. No podía decirle que esto era el resultado de un trato con los Loas—. Me duele todo, me siento mareada, no puedo ni levantarme…

Flor De Loto / Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora