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Con tinta roja escribo este poema, bajo la luna llena he de morir desangrada.
La noche devora mi último aliento, mientras mi amor, trágico y eterno, te llama.

Te daría hasta lo más hondo de mis entrañas, te recitaría la vida en un susurro febril.
Me arrancaría el corazón con mis propias manos, si con ello pudiera hacerte sentir.

Bajo el cielo estrellado, entre cenizas y polvo, forjaría tus más profundos deseos.
Sería la sombra que acaricia tu piel, el eco de un "te amo" que muere en tu pecho.

Pero mi amor es un grito en el vacío, una plegaria sin dios, un lamento perdido.
Me ahogo en la ausencia de tu mirada, en la indiferencia que hiere más que el olvido.

Soy la llama que se extingue por ti, la ceniza que se aferra al viento.
Aunque me dejes en la penumbra de tu olvido, mi amor arderá, eterno y violento.

Y cuando mi alma clame piedad, cuando la penumbra me arrastre al olvido, mi amor seguirá ardiendo en la oscuridad, porque incluso en la muerte, sigues siendo mi destino.

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El eco de un adiós Where stories live. Discover now