CAPITULO 3: NUESTRO PEQUEÑO MUNDO

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Hacía demasiado airecillo para ser verano, sí, sin duda hacía mucho aire. Me levanté para cerrar la ventana de mi habitación, cuando de repente vi que empezaba a gotear. ¿Lluvia? No fastidies.
-¡Vosotras dos despertad! -gritó mi madre picando la puerta.
-Yo ya estoy despierta. -dije mientras iba a abrir la puerta.
-Despierta a tu hermana, que me ha llamado una amiga de la infancia para ir a pasar el dia en su casa, y cómo tiene una hija de la misma edad que tu hermana voy a ir con tu padre con ella y con tus abuelos. -añadió mi madre mientras iba a la cocina
-¡Kiara despierta! - exclamé tirandole un cojín.
Nada, imposible, ni una mismísima bomba le despertaba. No me dejaba otra elección, fui a la cocina, cogí un vaso con un poco de agua fría y se lo tiré en la cara.
-¿Eres imbécil o te entrenas? -gritó mientras se secaba la cara.
- Si no despiertas a la primera no es mi culpa, vistete rápido que vais a ir a casa de una amiga de mamá. -dije riendo.
-¿Y por qué tengo que ir yo? -me preguntó aún secándose la cara con el cojín que le había lanzado.
- Pues por qué la señora tiene una hija de tu edad, y mamá quiere que la conozcas. -respondí mirando la ventana.
Kiara no estaba convencida de ir, pero tampoco quería quedarse encerrada en casa.
En pocos minutos se vistió y nos pusimos a desayunar, no amanecí con mucha hambre así que opté por beber solo un vaso de leche.
-¿Entonces yo me quedo aquí sola? -pregunté contenta mientras daba un sorbo a mi vaso de Hello Kitty.
-¿Acaso ibas a venir si te lo hubiese dicho? -preguntó mirándome seria.
-Mmm...No jaja. -respondí riendo.
-Pues ya esta, tampoco te vas a morir por estar un día sola, además no volveremos muy tarde.
-¿Sobre que hora? -pregunté curiosa.
-Once, once y media, porque iremos a cenar por ahy con ella. -respondió fijando su mirada en el móvil.
No podía salir con los chicos a fuera por la lluvia, pero por lo menos me libraba de ir a casa de una desconocida, además, prefería estar tumbada viendo películas y comiendo helados en mi habitación.
En media hora después de desayunar, me dejaron sola en casa durante las próximas once horas.
Fui con el portátil hacía mi habitación para poner una pelicula, cuando de repente sonó el típico tono de móvil "ring ring" Christian me estaba llamando, la cuestión era ¿por qué? Me hice de rogar un poco, y en el cuarto tono cogí el móvil.
-¡Buenos dias dormilona! - dijo alegremente.
-Buenos dias¿y eso que me llamas? -pregunté curiosa.
-Quería oír tu voz nada más despertar... - respondió tímidamente.
Otra vez, ¿corazón acelerado? Listo, ¿cara sonrojada? Listo, ¿mente en blanco? Listo. Los típicos síntomas al decirme cosas así volvían a aparecer.
-¿Estas ahy?
-Si perdona, mmm...¿bueno y que haces? -pregunté sonrojada.
- Mirarte, por cierto bonito pijama.
-¡¿Que?! -grité mirando a todos lados.
-La ventana tontaina, anda que si llega a ser un pervertido quien vive aquí jaja. -dijo riendo.
Enseguida me giré y lo vi ahy, sin camiseta, tiene un abdomen muy bien marcado hay que reconocerlo.
-Jajaja, bonito pijama el tuyo eh. -dije tragando saliva sin que se diese cuenta.
-Sé que te encanta. -añadió con una mirada atrevida.
-Mmm...He visto mejores. -dije devolviendole la mirada.
-¿Estas segura? Sabes que no.
-Mmm, sí, definitivamente he visto mejores.
En parte mentí, es verdad que había visto mejores, pero eran chicos mucho más mayores, y el para tener catorce años estaba bastante bien, pero nunca vi mejor abdomen que el suyo a ningún chico de mi edad. No podía evitar fijar mi mirada en su abdomen, perfecto, un abdomen que parecía de un chico de doble edad a la suya.
-Te cuesta admitirlo eh.
-¿Quieres que te mienta?
Desde mi ventana pude ver la mala mirada que me hizo pero en seguida comenzó a reír, y yo junto el.
Pareciamos dos idiotas riendo por teléfono, teniéndonos a metros, ventana con ventana, mirada con mirada.
-He de colgar, nos vemos. -dijo.
Y así fue, colgó.
Empezaba a llover cada vez más, el sonido de la lluvia me tranquilizaba, tanto que me tumbé en la cama, era algo tan gratificante para mis oídos.
Pero de repente picaron a la puerta, ¿ya han vuelto? ¡A penas hacía una hora que se habían ido! Fui a abrir la puerta y de sorpresa ahy estaba él, Christian.
-¡Dios, Christian estas empapado! ¡Pasa anda! -grité mientras le iba a buscar una toalla.
-¿Estas loco? ¿Como se te ocurre bajar a la calle con la que esta cayendo? -pregunté con tono de madre regañona.
-No pasa nada mujer...He venido para hacerte compañía. -respondió mientras se secaba.
-¿Como sabías que estaba sola? -pregunté algo curiosa.
-Vi a tu família salir desde la ventana. -respondió.
-Bueno pues no hacía falta que vinieses, estaba bien sola gracias. -respondí haciéndome la dura, dijese lo que dijese, me encantaría la idea de que me hiciese compañía.
-¿Estas segura Elena? ¿De verdad? -preguntó Christian acercándose cada vez más a mi.
-Si...-respondí.
-Pero la cuestión es que a mi me da igual, te haré compañía, no pienso dejarte sola nunca. -dijo acariciandome la mejilla.
-Christian, no prometas nada, tu y yo sabemos que así como estas haciendome esto a mi, se lo habrás echo a muchas más. -respondí quitándo su mano mientras me dirijía a mi habitación.
-Pequeña, puede ser que haya ligado con muchísimas, muchísimas, muchísimas...
-¡Eh para el carro Don Juan! -añadí sin dejarle acabar.
-El caso es que por muchas chicas que se crucen en mi camino, siento que solo una me va a hacer permanecer a su lado siempre...Por mucho que haya sentido por otras nada se compara con semejante sentimiento que solo tú me produces, siento que hay algo que nos une, como un mundo en el que solo estamos nosotros dos, sabiendo lo que pasa por nuestras mentes, nuestro pequeño mundo.
-Siempre es mucho tiempo, no nos conocemos ni de hace una semana Christian...-dije contemplando la lluvia de pie en mi ventana, mientras Christian me abrazaba por la espalda.
-Niegame que no sientes que nos conozcamos desde toda la vida, siento que nos conocemos desde siendo bichos enana, hay una especie de conexión entre tu y yo, que no encuentro en nadie más, tu eres la única que me hace sentir. Pero si tu me niegas en este instante mirándote a los ojos que no sientes lo mismo que yo, me alejaré y no te molestaré más...-añadió Christian mientras me giraba para volver a estar como aquella vez, cara con cara fijando mirada con mirada.
-Christian...yo no sé que decir...-dije apenas pudiendo sacar las palabras de mi boca.
-No hace falta que lo digas...-dijo rodeando su mano en mi cintura, volviéndonos a quedar a punto de rozar nuestros labios.
-Espera, siento que vamos demasiado rápido...No quiero que por culpa de esto nos alejemos...-dije mientras me quedaba mirando sus ojos.
-Está bien, yo no pienso hacer nada sin tu consentimiento. -añadió sonriendo.
-No es eso, es que siento que antes de besarme tienes que demostrarme que me quieres de verdad. Sorprendeme. -dije devolviendole la sonrisa.
-La niña quiere que le sorprenda, yo le sorprenderé. -confirmó mientras me colocaba el pelo detrás de la oreja.
En ese momento me quité cariñosamente y me tumbé en la cama boca abajo, encendiendo el ordenador.
-Bueno Don Juan, ya que quieres hacerme compañía tendrás que soportar todad las pelis de amor que quiera ver. -dije mientras le tiré un peluche.
-Echo jaja.
Fuimos al sofá para estar los dos sentados mientras veíamos la película en el portátil, nada más ni nada menos que Titanic, mi película favorita. Antes de sentarnos coloqué dos sillas para poner los pies, una para Chris y otra para mi.
También puse un paquete de palomitas en el microondas, desde la cocina podía verlo como miraba mis fotos de pequeña, podía ver cómo se le escapaba esa sonrisa que brillaba más que toda la luz del universo.
Ya estando en el sofá, preparados para ver la película, Chris se levantó para cerrar las cortinas con fin de que se viese mejor la pantalla.
Una vez empezada la película Christian rodeó su brazo por mi espalda y yo apoyé mi cabeza sobre su hombro, era una sensación tan gratificante, no podía comprender cómo alguien en tan poco tiempo podía haber ganado mi corazón, y más a mi, que era alguien a la que le daba lo mismo el amor, alguien a la que no era fácil de ganarse...Puedo ser yo quien ahora afirmaría sin duda que el amor es la sensación más bonita e inigualable que puede haber.
Estaba súper cómoda, quizá demasiado ya que me quedé dormida en su hombro.
Al despertar de esa mini siesta lo vi a mirando las fotos curioso.
-¡Bella durmiente!
-Don Juan, si que te gustan mis fotos. -dije mientras terminaba de estimarme en el sofá.
- Es que a este señor lo conozco. ¿Quien es? -me preguntó.
-Mi padre. ¿Como lo conoces? -pregunté muy curiosa.
-Es muy amigo de mi padre, de pequeños iban a el mismo colegio.
-¿Tu padre es Jose Rodriguez? ¿El del bar?
-El mismo.
-Que fuerte que nuestros padres se conozcan desde hace tanto tiempo...
-Sí la verdad es que si, ¿sabes lo que significa esto? - me preguntó sentandose a mi lado mientras continuaba con la foto en las manos.
-¿Que?
- Si algún dia aceptases ser mi novia, no tendríamos problemas ya que nuestras familias se llevan de maravilla...-dijo sonriendome. -Es verdad. -añadí devolviendole la sonrisa.
Miré el reloj, eran las cinco de la tarde, todavía me quedaban como cuatro horas y media para estar con él, cuatro horas y media que alegrarian mi día si o si.
Me levanté del sofá y Chris me quedó mirando como para ver donde iba, pero entonces volví con las manos en la espalda ya que escondía algo.
-Cierra los ojos. -dije riendo.
-¿Para que? -preguntó nervioso.
-Hazlo y ya esta.
Christian obedeció y le coloqué un antifaz sobre los ojos.
Saqué el maquillaje que tenía para ponérselo y entonces le pregunté:
-¿Harías lo que sea con tal de verme sonreír?
-Lo que sea pequeña. - respondió decidido mientras continuaba con los ojos tapados.
Fue ahy cuando saqué mi pintalabios y empecé a colocarselo por esos labios gruesos y apetitosos, Christian no dejaba de reir mientras repetía una y otra vez "Cabrona" le añadí una capa de base muy clara, y sombra de ojos verde para que sus ojos resaltasen, a continuación le puse colorete rosa y ¡voilà! Guapísimo.
-¿Listo para ver a la mismísima Angelina Jolie? -pregunté riendo.
-¡A ver que me has echo! -dijo riendo.
Le quité el antifaz y le coloqué un espeji frente su cara.
-¡Dios, preparate para correr! -gritó mientras reía.
Salí corriendo hacía mi habitación intentando que no abriese la puerta, pero el cabrón era demasiado fuerte, la abrió y me lanzó a la cama, enseguida se puso a hacerme cosquillas.
-¡No no no para jajajaja! -gritaba mientras mi risa de niña pequeña invadía la habitación.
Noté que algo estaba vibrando, era su móvil, alguien le llamaba.
Rápidamente se levantó y cogió el teléfono.
-¿Quien? Vale, ajá, ya voy.
-¿Quien era payasete? -le pregunté riendo.
-Mi madre, que dice que suba ua a casa, ¡dame una toallita anda jaja! -respondió riéndose.
-Antes de eso, ¡pon morritos! - le dije mientras hacía un selfie.
-¡No la cuelgues por favor!
- No soy tan mala. -añadí pasándole una toallita.
Saliendo por la puerta Christian se acercó a mi y me preguntó:
- El pintalabios me lo quitas tu ¿no?
-¡Curratelo machote! -le respondí mientras le di un beso en la mejilla.
Cerré la puerta y me dirigí hacía mi habitación, me asomé por la ventana para verlo y se quedó mirándome mientras me gritaba: -¡Te quiero enana!
"Yo también te quiero imbécil, no tienes ni la mínima idea" pensé.

A un te quiero de sus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora