Capítulo 12

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-Ya pueden pasar ustedes, pero la niña no, en cuanto esté algo mejor podrá verlo.- dijo un doctor mientras abría la puerta.

-¡¿Que?! ¡¿Y yo no?! ¡Una mierda, yo quiero entrar! -grité enfadada levantándome de el asiento de la sala de espera.

-¡Elena! ¡¿Quieres hacer el favor de controlarte?! ¡No puedes entrar y se acabó! -exclamó mi madre mientras se levantaba dispuesta a entrar.

-¡No! ¡Yo también quiero verlo! -volví a gritar y esta vez más fuerte, hasta llegar al punto de que toda la gente que estaba sentada se me quedase mirando.

Minutos después de la discusión, me relajé y acepté que no podía entrar, pero me parecía una injusticia total.

-Elena, yo tengo que irme, por favor escribeme en cuanto sepas como se encuentra tu padre, ¿vale? -añadió Lucas mientras me daba dos besos en la mejilla.

-Tranquilo Lucas no pasa nada, gracias por todo en serio. -le respondí dándole un abrazo.

Mientras Lucas se iba alejando me quedé completamente sola, solo con un chico que aparentaba unos 17 años que estaba situado en frente mio sin parar de mirar su móvil.

Me lo quedé mirando fijamente pero sin intimidarle, era muy guapo, tenía curiosidad de saber por que estaba en el hospital.

Rara vez despegaba su cara de la pantalla para mirarme, pero en cuanto hacía eso yo giraba la mirada hacía otro lado, o simplemente contemplaba mis rodillas.

-Hola. -dijo sonriéndome.

-Eh...hola. -respondí extrañada mirando si se lo decía a otra persona.

''¡Idiota Elena, eres idiota! ¡Solo estáis tu y el en la sala!'' pensé.

-¿Que te pasa? -me preguntó sentándose justo a mi lado.

-¿A mi? Nada...¿Por que? -añadí secando las últimas lágrimas debido a la impotencia que sentía al no poder entrar a ver a mi padre.

-No estoy ciego, ¿sabes? -dijo sonriendome.

-Pues...A mi padre le han atropellado, está muy grave y...Yo no sé si pueda ser la última vez que hable con el...-en ese momento volvieron a mi las lágrimas como si mis ojos se tratasen de un imán y ellas de metal.

-Eh...No llores, no pretendía...Lo siento. -añadió mientras como si se tratase de una persona que conocía de toda la vida, iba acariciando mi pelo, envolviendome en sus brazos.

No pude evitar empezar a llorar más, soy de esas personas que cuando les dan un abrazo y se sienten mal, empiezan a llorar más...

Por fin decidí secarme las lágrimas y me quité de su hombro reaccionando, cualquiera que nos viese pensaría mal...

-¿Estas mejor? -preguntó volviendo a sacar una sonrisa.

-Si...Soy muy sensible lo sé. -añadí mientras sacaba un confort.

-Eres persona, todos somos así. -dijo mientras ponía su mano en mi rodilla.

Me la quedé mirando unos segundos y volví a centrarme en sus ojos negros.

-¿Como te llamas? -preguntó decidido a cambiar de tema.

-Elena, ¿y tu? -pregunté sacando una sonrisa falsa.

-Hugo. -respondió.

-Bonito nombre. -dijimos mutuamente, y después de eso reímos, una pequeña risa después de tanto sufrimiento me hizo bien.

-Y tu, ¿por que estas aquí? -pregunté un poco cortada.

-Pues la verdad es una historia de la que prefiero no hablar ahora... -respondió poniéndose triste.

A un te quiero de sus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora