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La fiesta había terminado, y la mayoría de las personas se habían ido. Martina manejaba el auto de Mechi quien reía en el asiento de Copiloto. Jorge iba en el asiento trasero, le pidió a la castaña si lo podía dejar en su casa, ya que su auto se había roto... Mercedes se sentó recta contra el respaldo, y prendió la radio a todo volumen, empezó a gritar la canción que sonaba, Martina no soportó tal ruido, y la apagó. Cuando la rubia iba a quejarse, unas sirenas de policía aparecieron detrás del coche.

Mierda.

Martina no tenía licencia para conducir este auto, no era de ella... Además, tenia diecisiete, era menor de edad y lo peor de todo, que no era muy buena mintiendo cuando no conocía a la persona. Supuso que Mercedes tampoco tenía su licencia en su cartera ya que, era demasiado irresponsable. Martina paró a un costado de la carretera, y le pegó una cachetada a Mercedes para que despertara de su maldita nube.

—La policía nos va a arrestar si no cambiamos de lugares, y haces que tú estás conduciendo, Mercedes. —Le dio un sacudón, y Mechi abrió los ojos muy ampliamente.
— ¿La policía? —Preguntó, y vio las sirenas por el vidrio trasero, y entonces, entendió. — ¡Martina! ¡Muévete!

Pero, cuando quisieron cambiar de asientos, el policía ya estaba contra la ventana, y le había dado unos golpes para que estas la bajaran, y así fue lo que hicieron... Bajaron la ventanilla, y el señor que tendría unos cincuenta años apareció con todo su traje, y placa con nombre y apellido.

—Licencia, por favor.

Mercedes se la pasó a Martina desde su bolso... No sabía que la tenía, y cuando el policía, notó que la chica que conducía no era la misma que la foto, prendió su radio y habló con la estación. Martina quería pegarse un tiro, literalmente. Su padre iba a matarla.

El señor caminó hacia su auto, y la puerta de Mercedes se cerró.

—Tengo la patente, la arranqué del auto... ¡Arranca a toda velocidad!

— ¡¿Qué?!
— ¡Mujer, arranca el auto! —Le gritó A Martina con furia, y Tini apretó el acelerador...

La velocidad del coche empezó a subir, iban a unos 100km/h, el ruido de las sirenas todavía se escuchaba, así que, doblaron en la primera calle que pudieron, y cuando encontraron un callejón, estacionaron el coche... Apagaron el motor, y Martina soltó el volante. Nunca había hecho eso en toda su corta vida, y no tenía ganas de volver a intentarlo por más que hubiera sido divertido.

Jorge sonrió de lado cuando él auto freno y pegó un grito de alegría, Mercedes le copió la acción, Martina se recostó contra el asiento respirando con tranquilidad.
Ambos dos estaban locos por gritar como si su equipo de futbol preferido hubiera metido un gol y hubiera ganado una de las copas del Campeonato Local.

—Nunca más salgo de fiesta contigo. —Le señaló a Mercedes, y luego, giró sobre su asiento para señalar a Jorge. —Y tú, que supongo que eres un gran mentiroso, me hubieras ayudado a salir de esa sin tener que haber ido a tanta velocidad...

— ¡Oh, vamos! Fue totalmente divertido, Martina. —Exclamó Jorge con un tono alegre en su voz.
— ¡Fue asombroso! ¿No te divertiste? —Mercedes le golpeó en el brazo.
—Ustedes dos... Son las personas más dementes del maldito planeta.

...

Habían dejado a Jorge en su casa, y Mechi se había quedado dormida todo el trayecto hasta la casa de Martina... Cuando entraron a la misma, todas las luces estaban encendidas. Y Alejandro apareció por la puerta de la cocina cuando, la principal se cerró con fuerza debido al viento.

Una Mercedes borracha entró por la misma, y una Martina totalmente consciente también.
Tal vez, no la encontró en la cárcel por haber estado conduciendo un auto que no era de ella con una borracha y un estúpido chico que solo quiere divertirse pero, la encontró entrando a casa a escondidas y eso, nunca era bueno.

La observó de arriba abajo, tenía un vestido corto, y unos zapatos demasiado altos. Su padre quería que ella tuviera una vida de una vida de una chica adolescente pero, no deseaba que fuera de esas mujeres que salen sin avisar, y que nunca respetan las reglas.

—Ayuda a Mercedes a subir a la habitación, y después baja. —Le ordenó. —Tenemos que hablar.

Let me die »Adaptada« »Jortini«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora