11 Parte I

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''Recuerdo la noche en la que conocí, te lo dije, te lo dije, yo te odiaba y sentiste el peso del mundo caer sobre tus hombros''

Era la noche del día siguiente, estaba mirando una película cuando recibió una llamada de Mercedes, preguntaba si podía ir a su casa para pasar el rato, y como tan solo eran las ocho de la noche, dijo que sí.

Su padre no estaría hasta la media noche, y hasta entonces podría hacer lo que quisiera. Le avisó que Diego quería ir, y Martina aceptó con gusto el hecho de que él apareciera.

Aparecerían en una hora, en ese tiempo… Martina se daría un baño, y arreglaría un poco su habitación.

Quince minutos después, salió con una toalla alrededor de su cuerpo, y con el pelo suelto chocando contra su espalda.

Entró a su pieza tarareando una canción, y fue hacia el ropero para tomar su ropa interior, y una blusa con un pantalón de mezquilla.

Tiró todo en la cama sin mirar hacia esta, y al darse media vuelta, levantó la vista y soltó un grito ahogado. Llevó la mano a su corazón que inició a palpitar con rapidez al saber que no solo Martina permanecía en el cuarto.

Alzó una ceja, y luego, respiró profundamente intentando entender que sucedía.

Él estaba ahí sentado en la cama con todo la ropa de Martina en su regazo, y con una sonrisa estúpida en medio de su cara.

—Vale, esto se te ha vuelto una costumbre…

Él miró hacia los lados, y su sonrisa se amplió.

— ¿Qué cosa?
—Entrar sin preguntar a mi casa, Blanco.

Soltó una risa leve, y dejó la vestimenta de Martina sobre su cama, y separó de la misma caminando a por la castaña. La acorraló contra el armario y su mirada bajó a todo su cuerpo que estaba cubierto por una toalla.

Martina, incomodada, bajó la cabeza.

— ¿Podrías irte? No puedes estar aquí. —Pidió Martina en un susurro.

Jorge la tomó del mentón.

—No soy como Sandy, no te haré daño.

—Nunca me has tocado un pelo, y lo sé pero, el daño psicólogo es mayor. —Dijo mirándole directamente a los ojos. Martina, estaba teniendo un valor extremo para hablar con él.

Al saber que Jorge no la golpearía, era más valiente. Cuando Sandy le insultaba, no había palabras para que ella pudiera defenderse, de una u otra manera le golpearía, y la podrían dejar tan mal que, capaz nunca pudiera recuperarse.

Se acomodó la toalla, esta se estaba desatando del pequeño nudo que le había hecho.

Let me die »Adaptada« »Jortini«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora