07 Parte II

87 4 0
                                    

Mercedes llamó a su hermano para que viniera a buscarla al Colegio, le dijo por donde tenía que entrar para que no le vieran, ya que no era un estudiante del mismo.

Martina respiraba con dificultad, la debían llevar al médico aunque ella no quisiera. No podía seguir así, debían vendarle algunas partes del cuerpo que tenía lastimada, y curárselas.

Cuando escuchó pasos detrás, giró la cabeza. Mercedes vio a su hermano buscándola con la mirada, ella silbó, y al verla, corrió donde ella.
Su hermano, fue bajando su paso cuando vio a la chica que Mercedes sostenía entre sus brazos contra la pared.

—Mercedes, ¿Qué pasó? —Se quitó la capucha de la campera, y le miró. Sus ojos estaban cristalinos.
—Luego te explico. —Susurró. —Ayúdame.

Diego tomó a Martina entre sus brazos, y la levantó.

Se removió incómoda, y se quejó.

Le dolía la cara, la espalda, la cintura, las piernas, y las manos de tanto defenderse contra Sandy. Abrió un ojo, el cual no tenía lastimado, y vio a un chico rubio sosteniéndola, sus ojos azules penetraron en los suyos cafes.

En ese momento, Martina sintió que el dolor desaparecía lentamente.

Diego le sonrió, y ella solo volvió a cerrar el ojo.

Salieron del edificio, y a la salida, Mercedes vio a Jorge mirando para todos los lados en busca de algo o alguien… Cuando vio a Martina salir en manos de un chico, corrió hacia la rubia. Trató de esquivarlo pero, le tomó del antebrazo deteniendo su paso.

Despeinó su cabello, y abrió la boca para hablar pero, las palabras no salieron.

No podía decir nada, había sido parte del plan que Sandy tenía… No sabía nada de este, pero igual, provocó que la lastimara de tal manera que le duraría por semanas.

— ¿Cómo está? —Logró susurrar.

Mercedes se limpió una lágrima que cayó por su ojo derecho, y le pegó una bofetada en la cara a Jorge. Le señaló con su dedo índice.

— ¡No tienes ni un puto derecho en preguntar cómo está! —Le recriminó. — ¡La viste cuando fuiste a sacar a tu novia de ahí! Apenas puede respirar… —Las lágrimas cayeron por sus mejillas. —Ambos son unas bestias… Con razón están juntos.

Y sin decir más, se dio media vuelta, empezó a correr hacia llegar hasta el auto y subir en el lado del copiloto.


{…}


Martina pidió en murmullos que no le llevaran al hospital porque, luego su padre tendría que ir a buscarla, y no querría explicarle que le pasó.

Condujeron hasta el departamento de Diego.

Él cargaba a Martina en sus brazos, y Mercedes abría todas las puertas para entrar lo más rápido posible. Cuando entraron al apartamento, Diego fue hacia su habitación, y la recostó en la cama, Mercedes corrió hacia el baño para buscar la caja de primeros auxilios, desordenó todo el estante hasta encontrar el botiquín.


Desinfectaron, curaron, y cubrieron todas las heridas que tenía.

Se dieron cuenta que se había quedado dormida, y salieron de la pieza dejándola descansar. Mercedes se recostó en el pecho de su hermano a llorar. No entendía por qué la gente hacía este tipo de cosas, y por qué personas buenas como Martina debían sufrirlas. Diego la consoló hasta que su llanto empezó a disminuir.

—Cuéntame, ¿Cómo pasó? A ti no te lastimaron, ¿No? —Frunció el ceño, serio.

Mercedes negó con la cabeza, y se separó de su hermano para apoyarse contra el sofá.

—Vi su morral tirado en medio del pasillo… y, y sabía que algo no iba bien… El fin de semana, le amenazaron, y hoy lo cumplieron. —Sollozó. —Vi a Jorge, el novio de Sandy, la chica que hizo esto, y le obligué a que me dijera dónde estaba… —Negó con la cabeza, e hizo una mueca de dolor. —Cuando la encontré, estaban a punto de clavarle una navaja… Jorge luego se la llevó, ahí fue cuando fui con Martina, y te llamé a ti. —Sus lágrimas caían por sus mejillas. Se acurrucó entre los calientes brazos de su hermano quien le consolaba la pena, y el dolor que sentía ella por su amiga.                                                                

— Yo le dije que ellos no estaban en el Instituto, y que podía ir… tranquilamente. —Dijo Mercedes. —Soy una estúpida.

—No, no, no. —Limpió sus lágrimas con el pulgar. —Mer, no eres una estúpida… No pensaste que le harían daño de verdad, quédate tranquila ¿vale? —Le abrazó, y luego, la puerta de la habitación se abrió.

Martina tenía una mano en la cabeza, y otra en la cintura. Su labio estaba abierto, de este salía sangre. Su mirada recorrió todo el lugar hasta posarse en Mercedes, intentó sonreír pero, tenía toda la cara dormida. No podía moverla, no lloró, no tenía más lágrimas para derramar.

Mechi se paró del sofá, y cuando estaba a punto de tirarse a sus brazos, se detuvo. Le dolería mucho, Martina agachó la cabeza, y poco a poco se acercó hasta estrecharla entre sus brazos con delicadeza.

Mechi mojó su camisa con el agua que salía de sus ojos, se sentía fatal.

No iba a dejar que esto le pasara de nuevo… No entendía su dolor al cien por ciento, pero, sabía que era que te criticaran hasta por tu color de ojos.

—Todo está bien. —Susurró Martina con su voz cortada.

Se separaron, y Martina sonrió, o intentó hacerlo de la mejor manera.

Diego se paró del sofá, y fue a la cocina.

La rubia, mientras tanto, ayudaba a Martina a llegar al sofá y sentarse sobre este.

Minutos después, apareció Diego con una taza de té, y se la entregó sentándose en el sillón de enfrente. Martina le miró.

— ¿Es tu novio? —Le señaló.
—Es mi hermana. —Dijo el chico desde el otro lado. —Me llamo Diego. —Sonrió, y elevó una mano para saludarla.

Martina hizo lo mismo, y escondió una sonrisa.

Era lindo.

— ¿Recuerdas algo? —Preguntó Mercedes sacándola de sus pensamientos.

Ella respiró hondo, y cerró los ojos con fuerza deseando poder decir que no, pero no era así. Nunca tuvo pensamientos tan claros, y naturales como estos.

—Lo recuerdo todo.

Let me die »Adaptada« »Jortini«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora