NORTE Y SUR ⅔

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El silencio en la sala se hacía cada vez más denso, roto solo por el leve crepitar de las antorchas en los muros de piedra. Minho mantenía la mirada fija en la gran puerta de madera por donde Aurelius se había marchado hacía más de una hora. Su mente trabajaba a toda velocidad, pero la incertidumbre pesaba en su pecho.

Nadie sabía qué buscaba la reina en la isla, ni por qué había decidido aparecer sin previo aviso. Su sola presencia era suficiente para alterar el equilibrio.

Minho había tomado una decisión apresurada pero necesaria: Jisung estaba ahora en sus aposentos, acompañado por Seungmin.

Un sonido seco interrumpió sus pensamientos. La puerta se abrió de golpe, y Aurelius entró con el rostro más pálido de lo habitual. Su piel de mármol, casi translúcida bajo la luz de las antorchas, contrastaba con sus ojos rojos, que parecían arder con algo que Minho no supo identificar de inmediato: sorpresa... y quizás un atisbo de preocupación.

—¿Qué pasó? —Minho se levantó de su asiento de inmediato.

Aurelius tardó un segundo en responder. Inspiró hondo antes de hablar, como si necesitara prepararse para lo que estaba a punto de decir.

—El Consejo de Sangre viene en camino —anunció con gravedad.

Minho sintió que su estómago se hundía.

El Consejo de Sangre.

Los ocho clanes del Reino del Norte no se reunían a la ligera. Solo lo hacían cuando el destino del reino estaba en juego. Y si la reina ya estaba en la isla...

El pensamiento golpeó su mente con la fuerza de un rayo.

—Eso significa que... —murmuró, casi sin aliento.

Aurelius lo miró directamente a los ojos, comprendiendo su preocupación.

—¿Por qué aquí? —preguntó Minho, su voz afilada por la inquietud—. La isla no es un lugar para reuniones políticas. Es un campo de entrenamiento, no una maldita sala del trono.

Aurelius mantuvo su mirada.

—Porque mi tía trae noticias que lo cambian todo, Minho —su voz descendió un tono, como si pronunciarlas en voz alta hiciera más real lo inevitable—. El Rey del Sur, Cassius el Sabio, ha muerto.

Minho sintió su corazón detenerse por un instante.

—¿Qué...?

—Cassius está muerto —repitió Aurelius, con gravedad—. Y... Judas ascendió al trono.

El silencio se rompió con el golpe sordo de Minho apoyando las manos sobre la mesa. Su mente se negó a aceptar lo que acababa de escuchar.

—Eso no tiene sentido —murmuró, con los ojos aún fijos en Aurelius—. Judas es el menor de los hijos de Cassius. No era el heredero, ni siquiera el segundo en la línea de sucesión.

Aurelius inspiró profundamente antes de soltar la verdad que aún pesaba en su lengua.

—Judas los traicionó a todos.

Minho parpadeó, como si no hubiera escuchado bien.

—¿Qué?

—Judas traicionó a sus propios hermanos. Decapitó a Tiberion, a Thalrik y luego tomó el trono —Aurelius sostuvo su mirada, implacable—. El Consejo de la Corona Negra le ha dado su respaldo, y ahora... viene hacia el Reino del Norte.

Minho sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El Consejo de la Corona Negra, la asamblea de los ocho clanes del Sur, tenía tanto poder como el Consejo de Sangre en el Norte. Si habían aceptado a Judas como rey, significaba que o bien habían sido doblegados... o que compartían sus intenciones.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Jinetes y Dragones ¹ (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora