🌕.50.🌕

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— ¿Vas a seguir enfadado conmigo toda la vida?

El cielo se ha nublado, todo apunta a que comenzará a llover de un momento a otro y Jessie resguarda sus manos juntas entre los muslos, en una pobre manera de guardar calor. Levanto la vista hasta su cara y tomo aire profundamente antes de hablar.

— ¿Por qué lo hiciste?

—Necesitaba saber.

Ella mira al frente, estamos sentados en esa extraña parada de autobús al final del pueblo, cuyo banco es de madera sin tratar y ni si quiera tiene techo. La señal de la parada se tambalea un poco por el viento que ha comenzado a apretar hace pocos minutos. Jess huele a casa, y eso me tranquiliza de una forma u otra, es inevitable.

— ¿Para qué?

— Quería entenderte, Kook.— Me mira de nuevo, sus cejas en una expresión preocupada, el cabello largo y espeso le tapa la cara y ella se lo aparta una y otra vez.— Habías puesto en peligro tu vida. Nunca has sido imprudente, necesitaba saber tus motivos. No eres de los que se dejan llevar por un simple calentón.

— Pero regresé y aún te quedaste allí. ¿Qué más querías, Jess?

En el fondo temía que mi hermana hubiese enfrentado a Jimin, que lo hubiera culpado, que lo hubiese hecho sentir miserable. Yo no quería eso, suficiente miseria había con la mía, su vida ya era una basura a pesar del dinero y la fama, no había porqué añadirle más carga.

— Entenderlo a él.

Me la quedé mirando fijo hasta que ella humedeció sus labios gruesos, termino de recogerse el pelo de cualquier manera por la molestia del viento y volvió a hablar.

— Quería comprenderte a ti, debía conocer a la persona que había logrado que te pusieras en peligro sin si quiera una promesa de futuro.— Movía sus manos al hablar, el anillo de casada en su anular, plateado y discreto.— Casi mueres y no pude evitar odiarlo, Jungkook. Me acerqué a él para conocerlo realmente, intentar ponerme en sus zapatos y entender porqué te había usado de esa manera.

El autobús llegó a la solitaria parada, y ambos nos negamos a subir aunque el tiempo empeoraba por segundos. Jessie estaba congelada con aquel jersey fino, así que me saqué mi chaqueta y se la pasé, ella no se negó y siguió hablando en cuanto el chófer se marchó.

— Creí que iba a ser imposible, pero con el pasar de los días, y a pesar de apenas hablar con él lo comprendí. Dejé de odiarlo. Y mi loba lloró con su lobo la única vez que nos encontramos en el espesor del jardín trasero.

Mi lobo estaba alerta, mi corazón apretado en un puño y yo quería ser capaz de dejar de oír. No quería que Jessie odiara a Jimin, entendía su situación y sabía que como omega que también estaba casada, marcada y con un cachorro sería fácil que empatizara. Pero no quería oír lo que estaba a punto de decirme.

— Ese chico te ama, Jungkook.

Porque lo sabía, por más que lo negara, por mucho que estuve todo este tiempo diciéndome que me dejó abandonado en el hospital sin venir a verme una sola vez, yo lo sabía. No me hacían falta sus canciones, tampoco que alguien más me lo dijera.

Sabia que Park Jimin se había enamorado de mí, tanto como yo me había enamorado de él.

Pero no había un futuro para nosotros, podíamos existir separados, pero si tratábamos de juntarnos uno de los dos moriría.

Nari necesitaba a Jimin y yo podía vivir sabiendo que él seguía estando para la cachorra.

— Jungkook.

Me pongo de pie, las gotas finas de lluvia han comenzado a descender, de forma lateral por el fuerte viento. Jessie me imita y s apresura a ponerse frente a mi, como si yo fuese a salir corriendo de un momento a otro.

— No puede ser, Jess, es un amor prohibido. No puede ser.

Las gruesas pestañas de mi hermana suben y bajan dos veces, un par de parpadeos, mechones de cabello que se han escapado del improvisado recogido, tres gotas en su cara, dos en la misma mejilla, una sola en la nariz.

— Va a venir a buscarte, Jungkook.

                                                                                                           🌕

.Hoseok.

Mi abuela siempre había dicho que un cambio repentino de tiempo en el mismo día siempre auguraba algo, ya fuese bueno o malo. No era una mujer leída, pero contaba con la sabiduría que parece que te otorga la edad y la mayor conexión con la naturaleza.

Fue la última de nuestra familia en poder transformarse en su animal, sus padres habían vivido en las montañas, ella nació  y creció en la ciudad pero era innegable que tenía aquellas mínimas cosas que la hacían distinta al resto por sus raíces.

Había muerto diez años atrás, pero hoy, cuando el cielo pasó de un azul alegre a un gris destemplado no pude evitar acordarme de ella.

Park Jimin estaba muy inquieto cuando yo había llegado en mi turno de la tarde, Namjoon había traído a Nari poco después de que yo llegara. El omega había fingido jovialidad cuando apareció la niña, pero sus pasos, sus miradas y su olor eran alarmantes.

Seokjin y yo intercambiamos una mirada cuando el siempre delicado rubio había hecho caer la bandeja de la merienda por un torpe movimiento al intentar agarrarla con ambas manos antes de que el cocinero la dejara en la mesa.

Dejé a mi jefe, la niña y el cocinero limpiando el desastre y salí de la casa en busca de Namjoon, no tardé en encontrarlo, en un lateral de la casa, ayudando a Soyeon a recoger el tendido con rapidez ante aquellas nubes que auguraban lluvia.

— Algo está pasando.

— Lo llevé y recogí hoy del médico, cuando salió estaba raro.

Soyeon se acercó a nosotros, con una sábana blanca entre sus brazos, se juntó más de lo normal y Namjoon no pareció tenso por ello.

— Hizo un nido con su ropa y la de la niña, luego lo deshizo. Se transformó dentro de la casa y tiempo después de oler y morder cosas en la planta superior salió. Cuando regresó a las tres horas recogió toda la ropa usada para el nido y las metió en maletas.

Eso era muy extraño y alarmante, sobretodo teniendo en cuenta que Park Jimin carecía de celos desde hacía años. Por las expresiones de la pareja frente a mi yo no era el único que no entendía nada y estaba comenzando a asustarse.

— ¿Las cámaras siguen funcionando?

Namjoon entendía mi pregunta, asintió y me pregunté si había contactado con Fae a lo largo de aquel día, pero no podía preguntárselo de forma directa. No aquí, ni ahora, ni si quiera por vía mensaje.

Un trueno resonó sobre nuestras cabezas, los ayudé a recoger la ropa tendida y entramos en la casa con premura, justo antes de que la lluvia comenzara a caer y llamasen al portero.

Lee Dongwook era quien estaba al otro lado de la puerta grande, la expresión de Park Jimin denotaba que no sabía que iba a venir. La cachorra ya no se encontraba en la planta baja, Namjoon y yo le cuestionamos con la mirada, y a pesar de la sorpresa y el nerviosismo asintió no muy convencido.

Entró con un flamante deportivo gris que paró casi delante de la puerta principal, se bajó y caminó rápido y directo. Namjoon y yo nos pusimos en alerta, pero ni si quiera sus iris rojos nos preparó para la fuerza con la que nos apartó y la velocidad con la que se abalanzó sobre el omega.

El grito de dolor y angustia que emitió Park Jimin al ser mordido se clavó en mi cabeza, agudo, chirriante. Tuve que cerrar los ojos con fuerza y llevarme las manos a los oídos. Un llamado de socorro que nos afectó a todos los alfas presentes.

No tardamos en recuperarnos y reaccionar, pero cuando sacamos a Lee Dongwook de encima de nuestro jefe el daño ya estaba hecho.

Una nueva y ensangrentada mordida sobre el cuello del omega, que lloraba en el suelo.

Soyeon había acudido en su ayuda mientras Namjoon, Seokjin y yo sacábamos a rastras al alfa enloquecido de la casa.

La imagen de la sangre chorreando por la barbilla de mi antiguo jefe, Park Jimin temblando en el suelo y la cara de terror de Nari cuando bajó por los gritos serían imágenes que acudirían a mi mente repetidamente cada vez que tenía pesadillas.

🌕HOWLING🌕-omegaverse-(kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora