Capítulo 20. Un pasado secreto

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A Okazaki se le antojo dar un paseo aunque ya había anochecido. Su mente seguía inquieta por los cambios sucedidos recientemente que era lo mejor que podía hacer. Al acercarse a la pequeña plaza cerca de la casa de los Furukawa, se encontró a Nagisa haciendo ejercicios de vocalización.

-Okazaki- lo llamo al verlo. -¿Ocurre algo?

-Te estaba buscando porque no te había visto- respondió. -¿Ensayas fuera todas las noches?

-De vez en cuando. Si estoy aquí, no molestare a los vecinos si hago mucho ruido- explico. Okazaki miro a su alrededor, inquieto.

-Deberías tener más cuidado. Es muy peligroso que salgas tu sola tan tarde.

-Tranquilo- contesto con una sonrisa. –Estamos en frente de la casa. Papá saldría corriendo si le llamara.

-Estoy preocupado porque eres algo lenta- dijo con escepticismo.

-¿Te parece que soy algo lenta?- pregunto, abriendo mucho los ojos por la sorpresa.

-¿Nunca se te había pasado por la cabeza?

-Menudo shock- contesto, desviando la mirada. Okazaki suspiró.

-No deberías deprimirte con tanta facilidad.

-Solo estoy bromeando contigo- contesto riendo. –Ya estoy acostumbrada a que seas tan malo conmigo.

-No te acostumbres a algo así- pidió apenado. –Siento ser tan malhablado.

-Tranquilo. Por favor, sigue siendo el mismo de siempre.

-Bien. De acuerdo- contesto con alivio en su rostro.

Caminaron un rato en silencio, un silencio para nada incómodo.

-¿Has recordado algo sobre la obra que quieres representar?- pregunto.

-No recuerdo el título, pero es una historia que me contaron cuando era pequeña- explicó.

-¿Cómo es?

Nagisa dio algunos pasos hacia adelante para capturar su atención. Okazaki la observo atentamente.

-La historia de una chica que se quedó totalmente sola en el mundo. Es una historia muy triste... sobre una fantasía invernal.

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*La niña coloco el último tornillo al que sería su nuevo compañero robot.

-Listo- exclamo con dulce voz. Se recostó sobre el suelo, su cabello expandido en una cortina caoba, los rayos que entraban por la gran ventana de la habitación danzaban sobre ellos, dándole reflejos hermosos.

Tanto ella como el pequeño robot observaron al nuevo miembro de su pequeño grupo.

El pequeño robot se esmeraba en hacer que su nuevo amigo cobrara vida, llamándole con sus manos, pero después de mucho tiempo, no consiguió respuesta.

-Lo siento- la niña lo abrazo, con lágrimas derramándose de sus ojos. Siguió disculpándose incontables veces.

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"Una chica que estaba en un mundo que había terminado. Siento como si ya hubiera visto algo así". Pensó Okazaki mientras miraba el atardecer. "Aunque no se ni dónde ni cuándo lo he visto. Pero estoy seguro".

-¡¿Estás diciendo que he sido una carga para la panadería Furukawa?!- escucho que gritaba Sanae. La observo salir corriendo desde su posición, en el segundo piso.

-¡Me encantan!- Akio salió detrás de ella, como era costumbre.

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