Capítulo 6.

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Camino por las calles de Miami, hace calor y mis únicos jeans entubados no ayudan mucho, paso una mano por mi frente quitando la ligera capa de sudor y camino más rápido hasta dar con la pastelería.

Nora la dueña, una amable anciana de 62 años me ve con dulzura al entrar, ella es mi amiga y con ella he contado mis problemas a lo que es una gran consejera.

La saludo con un beso en la frente debido a su corta estatura y ella me da uno sonoro en la mejilla a lo que sonrió. Amo sus pasteles, de vez en cuando la ayudó a hacerlos, ella me indica que hacer y yo sólo hago sus órdenes.

Paso por la puerta de madera saludando a Rob el pastelero y a Sandy la cajera que esta coladita por Rob. Sandy lo mira a través de unos estantes y yo paso a su lado riendo y ella se sonroja, y termina como un tomate.

Me pongo un delantal pequeño en las caderas y lo ajustó lo suficiente para que no se suelte, este es uno de mis cuatro empleos a la semana, aquí trabajó tres días seguidos y en la frutería de la calle 22, trabajo los jueves a las 5 pm. En la peluquería trabajo los sábados en la mañana hasta el mediodía y antes en el café donde me despidieron hace días, también trabajaba los viernes.

Suelto mi cabello y lo amarró más fuerte con la pequeña goma, lavó mis manos con jabón y las secó con una toalla de papel, los lunes nunca son días tan interesantes, más que muchos cafés descafeinados y donas y pastelitos por doquier.

Me preparó para atender mesas, y recojo mi libreta y pluma. Bien, tiene que ser un excelente día.

*****

-Si ¿Tu puedes creerlo? Fue estúpido de mi parte.- le digo a Nora mientras despachó unas donas.

-Pero mi niña, como te vas a desmayar, no te dolió la cabeza o algo por el estilo.- niego con mi cabeza, y sirvo un latte sin azúcar para una señora de cabello castaño.

- Pues si, eso digo yo, pero las chicas dicen que fue por la emoción... Son 12, 95$- indicó a la señora.

- Bueno y ese chico tuyo ¿al menos es lindo? - dijo levantando una ceja.

-Demasiado, es hermoso... A su orden.- respondo a la señora con una sonrisa cansada, meto el dinero en la caja y salgo a seguir atendiendo.

- ¿Cómo entrastes al lugar?- yo me tense y la mire, ella esperaba una respuesta. Era algo así como mi abuela, pero menos empalagosa.

- Pues.... - fui interrumpida por un sonido brusco y gritos.

- ¡Todos al suelo, que nadie se mueva!- un hombre encapuchado con dos más vestidos con máscaras entraron al lugar.

Yo por instinto resbale y caí al suelo comiendo, estaba atemorizada. Vi a Nora, ella miraba con atención con temor en sus ojos, viroteo el lugar y se movió un poco, los hombres pasaron a caja y uno se quedo en la puerta.

La gente en el lugar respiraba pegada a las paredes abrazandose a si mismo.

- ¿Quién es el dueño del lugar?- el hombre de caja salió con una bolsa y con una gran suma de billetes que sacó de su bolsillo, yo miraba extrañada, sus movimientos no eran amenazantes ni tampoco su voz lo era.

- Yo.- respondió Nora.

El se paró frente a ella y le tendió la mano, ella dudosa la tomó y el la levantó suavemente, y la extendió en sus brazos abrazandola.

¿Qué Diablos? Estoy de acuerdo que estos días no han sido normales, para nada normales.

-Amiga, tus donas son las mejores.- dijo el chico y levantó un pulgar al otro chico y gritó fuertemente.

Papercut #Papercut .1 (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora