Capítulo 13: "Encuentro inesperado"

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Michael entró corriendo a la habitación de Brad, y por detrás de él íbamos nosotras a trote ligero. Se alegró al ver que Brad estaba bien, estaba durmiendo, y con la fuerza con la que abrió la puerta lo despertó y se sobresaltó.

-¿Qué hacen acá? ¿Por qué abres la puerta así? –Preguntó asustado. Abrió los ojos como dos platos y se acomodó el cabello un poco alborotado con su mano derecha.

-Pensamos que habría pasado algo malo, solo eso –Respondió Michael.

Apenas entramos, una enfermera ingresó a la habitación por detrás de nosotras y nos llamó la atención:

-No es horario de visitas, por favor retírense y dejen dormir al paciente. Mañana podrán venir por él, ahora no.

-Perdón señora, nos sentíamos inseguros y preferimos venir a ver cómo se encontraba ¿Podría uno de nosotros pasar la noche con él? –Contesté

-No sé que creen que le podría pasar, el hospital es seguro –Dijo la enfermera con una voz ronca –Como no está compartiendo la habitación con nadie más solo uno podrá quedarse con él, y necesito que se vayan rápido antes de que alguna otra enfermera se entere ¿Quién de ustedes lo hará?

-Yo lo haré. Es mi hermano, me corresponde a mí –Contestó Michael.

-Bien, ustedes váyanse –Señaló a Madi, Rose y a mí.

Salimos de la habitación y caminamos hacia la puerta principal del hospital para retirarnos.

Nos fuimos del hospital como nos ordenaron, todo iba bien y no había problema alguno, sólo que teníamos mucha hambre, así que decidimos ir a un supermercado a comprar varias cosas.

Subimos al auto de Rose. Madi y yo nos sentamos en los asientos traseros y durante el viaje hablamos un poco:

-Debo decirles que no me llevo muy bien con la cocina, les aviso desde ahora para que no se quejen –Dijo Rose al volante.

-No te preocupes, de tanto preocuparme en mi dieta aprendí a cocinar un poco. De la cocina me ocupo yo, pero si iremos al supermercado debemos apurarnos antes de que cierren –Contestó Madi.

No imaginé que Madi era de las que cocinaban, ella se parecía a las finas chicas que siempre eran servidas.

-El supermercado está abierto durante toda la tarde, hay que comprar muchas cosas, será tarea difícil alimentar tantas bocas... ya había perdido la costumbre –Dijo Rose.

-Discúlpanos, te prometo que te devolveremos todo –Dije.

-Nunca mencioné que me tendrían que devolver algo, los estoy ayudando y no les cobraré nada.

-Gracias, Rose. No quiero imaginar cómo estaríamos sin tu ayuda –Contestó Madi.

Llegamos al supermercado y Rose dejó el auto en el estacionamiento, casi todos los espacios estaban libres y dejamos el auto en el espacio más cercano a las puertas del supermercado.

Hacía tiempo que no entraba a un lugar así para hacer las compras; el ambiente fresco, las góndolas repletas de mercadería, la iluminación perfecta y el sonido de las cajas registradoras... Para cualquiera esto sería una estupidez insignificante, pero luego de permanecer meses bajo un techo y un ambiente sin emoción, cualquier sitio de la ciudad –ajeno al hospital y mi casa– se volvía reconfortante.

No sabía cómo cargaríamos tantas bolsas, eran trece, pero como ya no había más gente nos ayudó la cajera, una chica joven y rubia con el cabello recogido y una gorra del supermercado, quien al llevar algunas bolsas hasta donde se encontraba el auto, se nos quedó mirando y nos habló:

Misterio de las pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora