Capítulo 8: "Avanzando casilleros"

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      ¿Las premoniciones existen? Uno no lo puede saber hasta que lo comprueba. Pueden ser simplemente sueños o visiones de algo que anhelamos, nos conformamos o tal vez que ni siquiera deseamos que ocurra.

     Por la noche tuve un sueño. Era satisfactorio saber que no fue una pesadilla, más bien fue como una premonición. ¿Por qué una premonición? Pues... creo haber visto la salida del hospital desde la oficina del director, una pequeña puerta del tamaño adecuado para que una persona pasara por ahí gateando, una "mini-puerta" que estaba escondida detrás de un armario. Pude encontrarla en primera persona, estaba deambulando por todo el hospital. No había persona alguna con quien interactuar, el hospital estaba muerto. De alguna manera llegué a la oficina atravesando los blancos pasillos y de la nada revisé todo ese espacio hasta mover el armario y encontrar la puerta.

     Es una opción, nada asegura que sea real, pero intentar no cuesta nada. Mañana liberarían a Michael y ya nadie quiere quedarse aquí, incluso Madi, aunque es demasiado insegura y pesimista.

     Nos reunimos a desayunar y hablar en la cafetería. Todo evolucionaba; cada día había más gente fuera de sus habitaciones que permanecía en alguna sala de recreación, biblioteca y en la cafetería, obviamente con sus respectivos doctores y enfermeras. Debido a tanta gente decidimos hablar entre susurros:

-¿Tienen alguna idea? –Pregunté.

-Tengo una, podría servir... -Contestó Brad.

-Cuéntala, pero si es riesgoso no lo haré –Dijo Madi.

-No te preocupes, no lo es –Dijo Brad – Ustedes distraerán al doctor Monroe, lo llevaran a algún lugar mientras yo entro a su oficina y la reviso.

-¿No pensaste en que hay muchas personas que nos podrían delatar? –Dijo Madi.

-Sí, si pensé en eso –Contestó Brad –Por eso a la noche cuando Monroe se retire de su oficina, ustedes lo interceptarán y le hablaran de algo. Eso sí, hay que ser puntuales y deben evitar que cierre la oficina.

-Será difícil... ¿Sobre qué le hablamos? –Pregunté.

-Lo que sea, ustedes preocúpense en llevarlo y tardar lo más que puedan –Contestó Brad.

-Bueno... no me parece tan mal. Ahora los dejaré solos, iré con la doctora Artusso... Cuando estén listos vayan a mi cuarto, los esperaré ahí –Dijo Madi.

-Está bien Madi, adiós –Dije.

Una vez que se fue Madison, con Brad seguimos hablando:

-Quiero hacer algo antes de marcharme de aquí –Dijo Brad.

-¿A qué te refieres? –Pregunté curiosa.

-Visitemos a la bibliotecaria, me quedó una charla pendiente con ella.

-¿Eso? Espero que no lo arruines.

-Tranquila... no lo haré. Vámonos.

     Nos levantamos de la mesa y caminamos directo a la biblioteca. Llegamos, ella estaba detrás de su escritorio con un libro de poesías en sus manos. Nosotros la interrumpimos con el mayor respeto posible:

-Espero que me haya extrañado...-Dijo Brad, la bibliotecaria levantó la mirada hacia él.

-¿Buscan otro libro? Me alegra saber que hay jóvenes lectores –Dijo ella.

-No hace falta que esté actuando así, no venimos a buscar nada especial de usted. Sólo le quiero dar las gracias –Dijo Brad.

-¡¿Eso querías hacer?! –Exclamé.

Misterio de las pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora