—¿Qué quieres decir?
— Marie, no quiero que te vayas mañana. No te vayas a Chicago. Quédate aquí —dijo rápidamente. Lo había dicho así, como si tuviera miedo de decirlo—. Quiero que te quedes conmigo. Que compartas tu vida conmigo —añadió, tomando su mano—. Cásate conmigo, Marie. Quiero que seas mi esposa.Por un momento, Marie dejó que la felicidad llenara su corazón. Y supo que nunca nadie le diría nada que la hiciera más feliz.
Sin embargo, oía una vocecita de advertencia. ¿Le estaba proponiendo que se casara con él porque se sentía culpable por la ceguera de Liam? Aunque se casaran y ella recuperase la vista, nunca sabría con seguridad si le había pedido que fuera su mujer por esa razón.
La felicidad que había sentido se le escapaba ante aquella certeza.
—Oh, Zayn—murmuró, con lágrimas en los ojos. Marie apartó la mano. No quería que él la tocara cuando estaba a punto de rechazar su amor—. Tengo que volver a hacer mi vida.Él se quedó callado. El corazón de Marie se encogió al darse cuenta de que pensaría que no lo amaba, que solo lo había usado para su conveniencia... para no estar sola por las noches.
No podía marcharse, no podía dejarlo sin decirle que su corazón le pertenecía.
Las lágrimas que intentaba contener empezaron a caer como una cascada por su rostro.—No puedo quedarme, Marie. No puedo casarme contigo.
—No lo entiendo —murmuró él.
—Zayn, soy ciega.
—Sé que eres ciega. ¿Qué tiene eso que ver con casarte conmigo? —preguntó, frustrado—. ¿Ahora quieres escudarte en la ceguera que siempre te has negado a reconocer?
—¿Qué quieres decir con eso?
—Nada. Da igual.
—No. ¿Qué estás intentando decir?
Zayn empezó a pasear arriba y abajo por la cocina.—Es que me parece raro que ahora seas ciega y que, durante todo el tiempo que has estado aquí, te hayas negado a reconocer que tu ceguera tenía algo que ver con tu futuro. ¿Y si sigues ciega para siempre?
Marie sentía que estaba furioso. Y esa furia hacía que dudase aún más de sus sentimientos por ella.
—Si sigo ciega para siempre, tendré que acostumbrarme.
—Pues no has empezado a hacerlo mientras estabas aquí. Ni siquiera has querido hablar del asunto.
Marie hubiera querido contradecirlo, pero sabía que tenía razón. Se había negado a aceptar la posibilidad de que su ceguera fuera definitiva.
—¿Quieres sentarte un momento? Me resulta difícil saber dónde estás si no dejas de moverte —le espetó ella entonces. Marie esperó hasta que Zayn volvió a sentarse frente a ella y tomó aire—. Tienes razón. No he querido admitir la posibilidad de que pueda seguir ciega el resto de mi vida. Pero ahora lo estoy haciendo.
—¿Y por qué no puedes hacerlo aquí... conmigo?
La rabia que había notado en su voz unos segundos antes había desaparecido. Y su tono de súplica le rompía el corazón.
—¿Es que no te das cuenta, Zayn? Si me quedo, nunca sabré si me propones matrimonio porque me amas o porque estás intentando arreglar lo que ocurrió en tu pasado. Tú crees que abandonaste a Liam. ¿Qué mejor manera de solucionarlo que cuidar de mí?
—¿Has terminado de jugar a los psicólogos? —preguntó él, irónico—. Quizá no es eso. Quizá no estás segura de tus sentimientos por mí.
—¿De qué estás hablando? —exclamó ella. Si de algo estaba segura era de su amor por Zayn.
—Quizá eres una cobarde. Tienes miedo de acostumbrarte a tu ceguera, miedo de soportar lo que el destino te ha puesto en el camino. Quizá, si pudieras ver, no sentirías nada por mí.
—Eso es ridículo. Sé muy bien lo que siento por ti, Zayn Malik—dijo ella, levantándose. Tenía que marcharse de allí antes de que su amor por aquel hombre la hiciera aceptar lo que le proponía. Sabía que Zayn estaría mucho mejor sin ella—. Nunca lo sabremos y es mejor que nos digamos adiós.
Selena salió de la cocina sin esperar respuesta. Necesitaba estar a solas en su dormitorio para dar rienda suelta a las lágrimas que la estaban ahogando. Necesitaba llorar, por lo que había encontrado... y por lo que había perdido.
Llevaba solo unos minutos en la habitación cuando Zayn llamó a la puerta.— Selena, tengo que irme —le dijo, desde el pasillo—. He llamado a Shelly para que venga a hacerte compañía. Cerraré la puerta con llave.
—De acuerdo —dijo ella—. No te preocupes por mí.
Marie tenía la impresión de que iba a pasar mucho tiempo antes de que alguien volviera a preocuparse por ella como lo hacía Zayn Malik.
Zayn conducía sin rumbo, intentando entender lo que acababa de pasar.
Lo que había empezado como una declaración de amor, de repente se había convertido en una discusión absurda. ¿Dónde se había equivocado?
Apretó el volante, luchando contra una abrumadora desesperación al imaginar una vida sin Marie.El no había querido enamorarse. Hasta aquel momento, había vivido solo. Pero, a partir de ese instante, la idea de vivir sin ella le parecía un infierno.
Se había despertado por la mañana sabiendo que Marie se marcharía al día siguiente y eso le partía el corazón. Se había dado cuenta entonces de que no podía dejarla ir, no podía dejarla marchar sin decirle que la amaba. Nunca se lo perdonaría a sí mismo si no lo intentaba.Un suspiro desolador escapó de su boca. Lo había intentado y... había fracasado. Marie no creía que la amaba.
¿Cómo podía creer que se había enamorado de ella por una extraña necesidad de hacer las paces con Liam?
¿Sería posible que la amara por eso?, se preguntó a sí mismo. Él era el primero en admitir que el accidente lo había dejado marcado, pero no tenía nada que ver con lo que sentía por Marie.La había llamado cobarde por no enfrentarse con la posibilidad de una vida en la oscuridad, pero, en realidad, él era el cobarde.
Había tenido miedo de enfrentarse con el pasado, de volver a revivir el sentimiento de culpa.
Pero había llegado el momento. Era hora de revivir su pasado. Era hora de visitar a Liam.Minutos más tarde estaba en la autopista en dirección a Grange City y miraba el paisaje por la ventanilla para describírselo a Marie.
Y entonces recordó. A partir del día siguiente, no tendría que describirle nada. No volvería a tener el placer de ser sus ojos.Zayn apartó aquellos pensamientos de su mente. Necesitaba prepararse para ver a Liam. Quizá debería haber llamado antes, pero tenía miedo de que su amigo lo mandara al infierno. Y Zayn no podría culparlo si lo hiciera.
Una hora después llegó a Grange City y preguntó por la dirección en una gasolinera.Era una casa bonita, con flores en las ventanas. Zayn aparcó el coche, pero no salió inmediatamente, sino que se quedó sentado, pensando en Marie.
¿Habría tenido razón? ¿La amaba porque, de alguna forma, estar con ella aliviaba el dolor de haber abandonado a Liam? Zayn no estaba seguro de nada. Había cargado con el sentimiento de culpa durante demasiado tiempo, dejando que se convirtiera en parte de su personalidad. Aquella experiencia con Liam había marcado su vida y, quizá, siguiera marcándola en lo que se refería a su amor por Marie.Tomando aire para darse valor, Zayn abrió la puerta del coche. Tenía que enfrentarse con su pasado. Tenía que hacerlo para aclarar sus sentimientos por Marie.
En un par de zancadas se plantó frente a la puerta y, sin darse tiempo para pensar, llamó al timbre.
Se le encogió el corazón al ver a Liam.
Tenía el pelo castaño un poco como en el instituto. Estaba más delgado y llevaba gafas oscuras, pero, por lo demás, era igual que entonces.—¿Sí?
—Liam...
El nombre salió de sus labios como un suspiro.
Liam inclinó la cabeza a un lado.—¿Zayn?
—Sí, soy yo.
Zayn soltó una carcajada, llevando a Zayn de vuelta a aquellos años de felicidad y libertad que habían compartido.
—No me lo puedo creer —dijo, ofreciéndole la mano—. ¿Por qué demonios has tardado tanto en venir?
Zayn apretó con fuerza la mano de su amigo y, en aquel momento, empezó a curarse.
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El arbol de los Besos
RomanceAunque él la conocía bajo el nombre de Cecilia Webster, su verdadero nombre era Marie Gomez y, hacía tan sólo algunas semanas, lo tenía todo en la vida, hasta que una tragedia le arrebató la vista. La ceguera era sólo temporal, al igual que su nueva...