Zayn le había mentido, pensó Marie sentada en el sofá mientras lo escuchaba limpiar la cocina.Le había dicho que no era particularmente guapo, pero sus dedos le decían otra cosa.... Tenía la cara alargada, pómulos altos y nariz recta. Y sabía que sus ojos marrones estaban enmarcados por largas pestañas.Su boca era suave, dolorosamente suave, y no sería difícil imaginar aquellos labios apretados contra los suyos. Marie se movió, incómoda, pero tuvo que sonreír cuando lo escuchó silbar una canción de Camelot. Podía imaginar el pelo oscuro cayéndole sobre la frente mientras aclaraba los platos. Sabía también que su pelo era fuerte y sedoso y tenía la sensación de que le hacía falta ir a la peluquería. Cuando ponía todo aquello junto, la imagen mental era la de un hombre muy guapo.Y un solterón recalcitrante, se recordó a sí misma. Aunque ella no estaba interesada. Tenía una vida esperándola en Chicago. Aquel era su Camelot.—¿Quieres otra taza de café? —preguntó Zayn desde la cocina.—No, gracias.Después, lo oyó entrar en el salón y sonrió en la dirección de sus pasos.—He pensado que podríamos comer en el restaurante.—¿Seguro que es buena idea? —preguntó ella. La idea de salir, de sentirse vulnerable, la aterraba.—Keller me dijo que no cambiase mi rutina y que le dijera a todo el mundo que eres mi novia. La gente empezará a hacerse preguntas si te tengo aquí escondida. Eso no sería normal —suspiró él—. Aquí no pasa nada sin que todo el mundo lo comente cinco minutos después.Cecilia sonrió, sintiéndose un poco más relajada. Tenía que confiar en él, tenía que creer que no solo conocía a sus vecinos, sino que sabía cómo protegerla.—Muy bien. Entonces, iremos a comer.En ese momento, alguien llamó a la puerta y Marie se sobresaltó.—Relájate, es uno de mis alguaciles —dijo Zayn, antes de ir a abrir—. Hola, Vic. ¿Qué pasa?—Me temo que ha vuelto a ocurrir —dijo el hombre.—¡Maldita sea! ¿Quién?—Maggie Watson. Está muy mal. Se ha encerrado en su casa y no quiere abrirle la puerta a nadie.—¿Le han hecho daño? —preguntó Zayn.—Nadie lo sabe. Amanda Creighton es quien nos ha informado, pero Maggie no quiere hablar con nadie. Solo le dijo que había sido víctima de Casanova. Parece que ha perdido la cabeza —explicó el alguacil, preocupado.—Vuelve a la oficina, yo iré a verla —dijo Zayn—. Y busca a Shelly. Puede que Maggie se sienta más cómoda hablando con una mujer.—Shelly ha ido a visitar a sus padres. No volverá hasta esta noche. Marie escuchaba con interés mientras los dos hombres hablaban. Y después oyó que Zayn cerraba la puerta.—Haz lo que tengas que hacer —le dijo—. Yo me quedaré aquí.—No me gusta dejarte sola —dijo él—. ¿Por qué no vienes conmigo?—De acuerdo —aceptó Marie. Le daba un poco igual estar sentada en un sofá que en el coche. Unos minutos después, estaba en el asiento del coche patrulla—. ¿Quién es Maggie?—Una chica que trabaja de camarera en el bar de Mustang. Es un bar decorado como un antiguo salon. Marie asintió, dejándose caer sobre el respaldo del asiento de cuero.—El coche es nuevo.—¿Cómo lo has sabido?—Porque sigue oliendo a nuevo —sonrió ella.—Yo no lo huelo.—Supongo que es verdad que cuando se pierde uno de los sentidos, los demás se agudizan. Durante el último mes he desarrollado mucho el oído y el olfato.—Esperemos que los sentidos de Maggie estuvieran funcionando bien mientras estaba con ese Casanova —murmuró Zayn, antes de frenar—. Estamos frente a la casa. Voy a ver si me abre. Tú quédate aquí.—Vale. Cuando Zayn salió del coche, ella bajó la ventanilla para respirar el aroma del campo.—Maggie, abre la puerta —estaba diciendo el comisario.—No —escuchó Marie una voz femenina—. No quiero hablar con nadie. Déjame en paz.—Tengo que hablar contigo. Tienes que hacer una declaración.—No quiero hablar con nadie. Solo quiero estar sola —la voz de Maggie estaba empezando a subir de tono—. No quiero que me vea nadie. Me siento sucia. ¡Vete!No quería que nadie la viera… Marie frunció el ceño y, antes de pensarlo dos veces, salió del coche.—Zayn…Él se acercó a grandes zancadas.—No me deja entrar. Algo le pasa. Esto no es igual que con las otras dos víctimas.—¿Qué quieres decir?—Las otras dos mujeres estaban asustadas y traumatizadas, pero no hasta ese punto. Tengo un mal presentimiento.—¿Por qué no dejas que lo intente yo? Quizá me deje entrar.—¿Por qué iba a hacerlo? Ni siquiera te conoce.—Por eso precisamente. Merece la pena intentarlo, ¿no crees?—De acuerdo, lo intentaremos —suspiró él, tomándola del brazo—. Ten cuidado. Hay tres escalones en el porche —explicó. Ella asintió, sin dejar de notar el calor de la mano de Zayn en el brazo y el agradable aroma de su colonia—.La puerta está a tres pasos, frente a ti. Marie respiró profundamente antes de llamar.—¿Maggie? Me llamo Cecilia Webster. ¿Puedo entrar? ¿Querrías hablar conmigo?—Por favor, váyase. Déjeme sola —la voz de Maggie estaba llena de angustia y Marie sintió pena.Ella sabía lo que era sentirse atormentada y sucia. Era exactamente como se sentía cada vez que recordaba la muerte de Alicia y John. Era como se sentía cada mañana al despertarse, ciega; una ceguera provocada por su incapacidad para soportar la tensión, por la debilidad de su carácter.—Maggie, no puedo verte. Soy ciega.El silencio recibió sus palabras. Y el silencio se alargó tanto que Marie dejó caer los hombros, derrotada.—¿Es un truco? —escucharon la voz de Maggie.—No —contestó Zayn —. Cecilia es ciega.De nuevo, el silencio. Marie contuvo el aliento. Casi podía sentir el dolor de la otra mujer, su miedo y su vergüenza irracional. En ese momento, escucharon cómo ella descorría el cerrojo.—Cecilia puede entrar… pero solo ella —dijo Maggie.—Tengo que tomarle declaración —murmuró Zayn, apretando el brazo de Marie—. Tienes que convencerla de que me deje entrar.Asintió, mientras se abría la puerta.—¿Maggie? Tienes que ayudarme.Le pareció que esperaba una eternidad, pero, por fin, una mano fría y temblorosa tomó la suya.—Entra.La mujer la llevó hasta un sofá y, cuando las dos estaban sentadas, se quedaron un momento en silencio.—¿Quieres contarme lo que te ha pasado? —preguntó Marie por fin. La respuesta fue un sollozo y ella, compasiva, abrazó a la joven para darle ánimos. Durante varios minutos, Maggie estuvo llorando mientras Marie la consolaba—. Tienes que decirme qué te ha pasado —insistió, cuando notó que empezaba a calmarse.Maggie dejó escapar un suspiro.—Alguien entró en mi habitación anoche. Me vendó los ojos, me puso un esparadrapo en la boca y después me ató y me sacó de casa.Hablaba en voz baja, casi en un murmullo.—Antes de que me cuentes nada más, ¿no podrías dejar entrar a Marie? Necesita que se lo cuentes para poder detener a ese hombre.—De acuerdo —asintió la joven—. Pero solo Marie. Nadie más. Marie se levantó y caminó tanteando hasta la puerta. Cuando la abrió, Marie prácticamente cayó sobre ella.—Dice que puedes entrar. Pero sé considerado. Está muy mal —le dijo en voz baja.—Gracias —murmuró él.Con Zayn de la mano, volvieron a entrar en el salón, donde Maggie seguía sollozando. Marie se sentó en el sofá mientras Zayn permanecía de pie con su libreta de notas en la mano.Mientras lo escuchaba hacer preguntas, se maravillaba de la compasión que mostraba por aquella mujer. Marie se sentía atraída hacia él como no se había sentido atraída por ningún otro hombre. ¿Sería, además de un hombre guapo, una buena persona? ¿O aquella atracción sería debida al hecho de que ella era ciega y vulnerable y él, su único apoyo en aquel mundo extraño?¿Sería una reacción química lo que la atraía hacia Zayn como un océano busca la playa o se habría sentido atraída hacia cualquiera que fuera amable con ella en aquel momento de necesidad?Quizá si hubiera seguido con Keller unos días más habría empezado a tener fantasías con él. Pero al recordar al frío policía, hizo una mueca. No, eso era imposible.Y tampoco debía confiar en sus sentimientos por Zayn Malik. Nada era real para ella en aquel momento, ni siquiera su propio nombre.Tenía que recordar que estaba viviendo una existencia falsa. Nada de lo que ocurriera en Mustang, Montana, tenía que ver con su vida real en Chicago.Marie decidió concentrarse en la conversación que el comisario mantenía con la joven.—¿Qué pasó cuando llegastes al árbol de los besos? —estaba preguntando Zayn.—Me besó en la mejilla y después… —Maggie empezó a sollozar de nuevo. Marie le apretó la mano para darle valor— rompió la cinta con la que había atado mis tobillos y… me violó. Marie se quedó horrorizada. Aparentemente, Casanova había pasado de besar a sus víctimas a convertirse en un violador.
Feliz navidaaaad :) Un poco tarde pero mas vale tarde que nunca. Empezaré a subir mas seguido esta novela como recompensa de no subir en mucho tiempo. Adiós y nos vemos en el próximo capitulo ❤
-Annie :) x
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El arbol de los Besos
RomanceAunque él la conocía bajo el nombre de Cecilia Webster, su verdadero nombre era Marie Gomez y, hacía tan sólo algunas semanas, lo tenía todo en la vida, hasta que una tragedia le arrebató la vista. La ceguera era sólo temporal, al igual que su nueva...