30: El arbol de los Besos

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Shelly se fue con Sam y Marie y Zayn entraron en el coche.

—Zayn, ¿te importaría hacerme un favor?

—Dime.

—Llévame al árbol de los besos.

—¿Para qué? —preguntó él, sorprendido.

—Tengo que volver. Por favor —insistió Marie.

—De acuerdo.

Se quedaron en silencio durante un rato. Un silencio que a Marie le partía el corazón.

—Parece que la ola de crímenes en Mustang ha terminado.

—Gracias a ti.

—Yo solo he sido una víctima.

—Eso no es verdad —protestó Zayn —. Tú identificaste a Vic como el hombre que te sacó de tu habitación. Si no hubieras estado tan segura, él no habría confesado y las cosas serían aún más complicadas.

—Fue su jabón. Vic siempre huele a ese jabón de menta con el que hace las figuritas. Cuando se acercó a mí, supe que era él —explicó ella, temblando al recordarlo.

—Eres la mujer más valiente que conozco. Hace falta mucho valor para salir corriendo cuando no se ve nada.

Marie sonrió.

—En aquel momento, la alternativa era mucho menos atractiva que darme un golpe en la cabeza. Lo mejor que pudo pasarme fue que cayera rodando.

—Ya hemos llegado al árbol, Marie —dijo Zayn, parando el coche.

—Quiero salir.

—Espera. No quiero que vuelvas a caerte esta noche.

Marie sabía lo que quería hacer. Pero no sabía cuál sería el resultado.

—Llévame al árbol, Zayn.

—De acuerdo —dijo él, tomándola de la mano.

—¿Estamos bajo el árbol de los besos? —preguntó unos segundos después. Estaba nerviosa. ¿Sería demasiado tarde?

—Estamos justo bajo sus ramas.

—Descríbemelo, Zayn.

—Es un roble muy viejo.

Marie alargó la mano para acariciarle la mejilla.

—Puedes hacerlo mejor.

—Es un roble muy grande, —empezó a explicar él, poniendo la mano de Marie sobre su corazón— y sus ramas están retorcidas. Las hojas son anchas, formando una especie de toldo y están empezando a cambiar de color.

—Es un árbol precioso —murmuró ella.

—Sí. Aunque esta noche parece un poco trágico. La leyenda habla de romance y debería inspirar la promesa de un amor eterno.

—No podemos permitir que se convierta en un símbolo trágico, Zayn.

—¿Cómo podemos cambiar eso?

—Podemos hacer que la leyenda se convierta en realidad.

—La leyenda habla de amor eterno.

—Si besas a una chica debajo del árbol, su corazón es tuyo para siempre. ¿Qué pasaría si recuperases la vista, Marie?

—Puede que no la recupere nunca —dijo ella entonces. Era la primera vez que admitía la posibilidad de una vida entera en la oscuridad—. ¿Podrías soportar eso, Zayn?

—Claro que sí. De hecho, tengo un viejo amigo al que he visto hoy por primera vez en muchos años que también es ciego. El podría enseñarte muchas cosas.

—Así que has ido a visitar a Liam —ella sonrió.

—Y visitar a Liam ha hecho que vea cuánto te quiero, Marie. Te quiero a ti, no tiene nada que ver con lo que pasó hace años. Quiero construir una vida contigo.

—No quiero ser una carga, Zayn.

—Mi amor, la única carga sería que no te tuviera en mi vida. Te quiero con toda mi alma.

—Yo también te quiero —murmuró ella con lágrimas en los ojos.

—Quiero casarme contigo, quiero vivir mi vida contigo, quiero…

—¡Cállate y dame un beso, tonto! —exclamó Marie.

Zayn capturó su boca con un beso tan fiero que le hizo sentir un escalofrío. Y, en medio del beso, Marie sintió la magia de la leyenda. Supo que su amor era para siempre.

A pesar de estar ciega, podía ver lo que necesitaba ver, lo que era importante. Podía ver el amor de Zayn en su beso, sentir su amor en los latidos de su corazón.

Cuando el beso terminó, Zayn la tomó en brazos.

—Vamos a casa.

A casa. Marie se apretó contra su pecho. A casa con Zayn. Para siempre.

El arbol de los BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora