Acababa de llegar al instituto, era viernes por la mañana. Si, ¡Viernes! Estaba de muy buen humor debido a que mañana podría dormir hasta la hora que quisiera, lo que me desanimaba un poco era que mañana por la noche sería la estúpida fiesta de bienvenida al último año. Pero a pesar de todo me dije a mi misma que eso no arruinaria mi felicidad momentánea.
-Oigan ¿Que les parece si nos arreglamos en mi casa para ir a la fiesta?- sugirió Estefanie.
-A mi me parece una gran idea, yo me apunto- dijo Doris.
-Yo igual- agrego Anna.
Me quedé callada. No quería tener que encontrarme tan temprano con el imbecil de Marcos.
-Tu no te hagas la desentendida- me dijo Estefanie con el ceño fruncido.
-Cierto, tu de que vienes, VIENES- me exigió Doris.
-Esta bien, no tengo otra opción- conteste resignada- Pero tienen que JURAR eliminar el video.
-Esta bien, lo juro- agrego Doris- Pero cuando lleguemos de la fiesta.
-Si no lo cumples, como sea agarrare tu celular y lo lanzare por el inodoro- amenace sonriendo.
-Lo cumpliré- dijo Doris soltando una carcajada.
-Cambiando de tema, ¿al final que te pondrás?- me preguntó Anna.
-Como la fiesta no es la gran cosa tenía pensado ponerme mi braga negra rasgada con una blusa de rayas a blanco y negro y mis tennis blancos de plataforma- respondí viendo como Santiago entraba al salón.
-Buena elección- terminó de decir Anna.
Ví como se aproximaba a sentarse detrás de mi y noté que su oscuro cabello estaba más despeinado de lo normal lo que le daba un toque más sexy del que siempre solía tener. No me había dado cuenta de lo embobada que estaba viéndolo hasta que me sonrió y me guiñó el ojo derecho. Me gire hacia la ventana para disimular lo que acababa de suceder. Las chicas seguían conversando acerca de la fiesta y yo seguia distraída viendo por la ventana hasta que escuche una conversación que llamo mi atención.
-Y tu Santiago- comenzó a decir Estefanie-¿Vendrás a la fiesta?- terminó de preguntar.
-Puede que sí- contestó el dudando.
-Tienes que venir- agrego Doris- Estaremos todos los del último año.
-Si, todos iremos- dijo Anna- ¿Verdad Mariana?- me pregunto con malicia.
Malditas- pensé.
Sus ojos oscuros se posaron en mi mientras esperaba mi respuesta.
-Supongo- respondí evitando que mis ojos se conectaran con los suyos.
-Entonces estaré ahí- dijo mirándome con una media sonrisa.
Volví a sentir algo extraño en mi estómago.
De seguro me cayó mal el desayuno- pensé.
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El día transcurrió bastante rápido, y ya las infernales clases habían terminado. Estaba a punto de irme cuando recordé que había dejado mi calculadora en el salón, fui rápido hasta el salón y cuando llegue ya no estaba.
¿Que acaso no puede haber un día en el que no me pase algo malo?- pensé soltando un suspiro.
-¿Buscabas esto?- preguntó una voz detrás de mi.
Cuando me voltee vi a Santiago parado en el umbral de la puerta con mi calculadora en la mano.
-Oh Dios mio, casi me da un infarto. Gracias por encontrarla- agradecí intentando quitársela de las manos.
