Capítulo 12

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-Su padre ha fallecido, no resistió la presion arterial, un acumulamiento de sangre en una vena lo dejo sin vida- al terminar de decir eso, el piso se mueve, siento puñaladas en el pecho, mi padre murió.

-¡No diga eso!- grito desesperadamente golpeando al doctor.

-¡En verdad lo lamento!- pero sus palabras no bastaban, a mi padre no lo remplazarian un pésame.

No paro de llorar las manos me tiemblan, me duele la cabeza, me falta el aire y todos me miran al rededor.

Entre tanta desesperación, me voy de ese lugar ¿Qué hago? ¿Cómo supero todo esto?, mi padre yo no está en este mundo, tal vez esté mejor allá arriba. Mi padre se merece descansar, tengo la misma impresión de cuando mi madre murió, una combinación de odio y desesperación a la vez. Solo entonces, logro comprender, que así es la vida, y que todos tenemos un propósito, él cumplió el suyo, verme ser profesional, Siempre lo recordaré con una sonrisa de nostalgia.

Él tal vez se encuentre con mi madre.¿Cómo será el mundo allá? ¿Existirá el cielo? Mi mente me invade de preguntas a las que no les encuentro una respuesta.

-Mi más sentido pésame- me dice Taira al terminar de enterrar el cajón de mi padre, las lagrimas caen por mis mejillas.

-Gracias- logro decir sin éxito alguno, ya que apenas logra oírme.

-¡Ya podemos irnos, si quieres!- dice Taira.

-¡Está bien!- logro decir esta vez con más fuerza, logrando que me escuche-Solo dejaré esto- digo indicando las flores con la mirada.

Camino por el cementerio, en otro lado de el, veo en cajón, y la imagen de una niña, al acercarme noto que es la niña con cáncer, la misma que hoy vi por la mañana.

-¡Vamonos!- dijo Taira, quien iba tras de mí.

-¡Espera!- me acerco al cajón de la niña.

Trato de disimular, pero es imposible, su madre, quien la llevaba en silla de ruedas cuando la vi, estaba ahí parada frente al cuerpo de la pequeña, llorando, me miró fijamente.

-¿Usted...usted estuvo hoy en el hospital, en la mañana?- dijo aún llorando.

-¡Sí!- respondí, sé que sabe quien soy, no disimulé cuando las veía.

-¡Ella...ella dejó esto para ti!- dijo mientras me entregaba un papel, no sabía si aceptarlo o no ¿Quién deja un papel para ti sin apenas conocerlo?

-¡Gracias!- tomo el papel, temerosa y con miedo de que encuentre dentro.

-¡Ella quería ser profesora, como tú, la iba a inscribir en el "Garden Children" pero no la aceptaron; ella te vio la mañana que llegaste tarde!- la recuerdo claramente, se me hacia familiar.

-¡Bueno, gracias!-digo nuevamente-¡Mi más sentido pésame!- digo y le abrazo.

Camino hacia el auto, para ir a casa, y abro el papel, una especie de carta."Hola, tal vez no me recuerdes, pero yo sí a ti, siempre quize ser profesora como tú, a penas me quedan horas de vida y no quería irme sin antes decirte, que yo cuidaré a tu padre en el cielo, te contaré, yo jamás conocí al mío, pero se que el donde esté me quiere yo estaré pronto allá pronto solo quería que sepas eso. Adiós" Annie France.

Cuando termino de leer la carta, ya he llegado a casa Taira baja junto conmigo y decido contarle todo sobre la carta.

-¿Como es posible eso?- dice abriendo la carta y examinandol al mismo tiempo.

-¡No lo sé!- digo confundida -¡Pero lamento tanto esto!- me hecho a llorar.

-¡No llores Angélica!- dice mi amiga mientras me abraza.

-¡Era una criatura, de apenas cinco años quien escribió esto!- lloro aún más.

-¡Dios sabe por que hace las cosas!-me dice.

-Pero... A veces es injusto lo que hace-

Pasa tiempo hasta que me tranquilice, al poco tiempo llega Peter.

-¿Cómo estás?- pregunta Peter.

-Bien, supongo- pongo los ojos en blanco.

-¿Taira, le sucede algo?- le pregunta a mi mejor amiga, mientras veo de reojo como le entrega la carta.

-¿Qué es esto?- pregunta mientras lo abre -¿Qué? ¡Esto no es posible!- dijo mostrando la misma reacción que tuvo Taira.

-¡Pero lo es!- digo quitandole el papel y dándole un beso al mismo -Lo guardare, se que Annie cuidara de mi papá- estoy convencida de que el mundo es muy extraño.

Pero aún me queda una duda ¿Por qué, Annie no solicitó hablar conmigo? Debo suponer que debe ser porque yo no me encontraba en el hospital a la hora de su muerte. Me apena saber eso, de haber sido así le habría llevado muchos regalos, el cáncer, es una enfermedad muy costosa y peligrosa.

Señorita MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora