Iba atardeciendo y era el noveno día que llevaba sin dormir, aunque supongo que serán los nueve primeros de toda mi vida.
Ya empezaba a tener sed de nuevo y estaba barajando unas cuantas opciones. Una, y poco probable era morirme de hambre. La segunda era convertirme en una asesina nata y dejar secos a un par de personas. Y la última, de la que no estaba muy segura de que valiera como opción era beberme la sangre de algún animal salvaje lo suficientemente grande como para alimentarme.
Así que decantada por la tercera opción me dirigí al bosque con la intención de cazar un oso o algo por el estilo.
Me puse al acecho, agucé el oído, abrí los ojos como platos y esperé a que ese oso llegara.
Sin embargo, nada apareció aquella tarde, ni un oso, ni un ciervo, ni siquiera un triste perro, nada.
Y de repente, parecía que sin haberlo querido hubiese elegido la primera opción.
Mi garganta quemaba con furor, esperando un gran chorro de sangre, espesa, con sabor a hierro, caliente.
Y de nada más pensarlo, ardía aún más.En ese momento parecía que no era yo la que actuaba, mis piernas empezaron a correr solas, guiadas por el inconfundible olor a alimento.
Y a mitad de camino pude diferenciar una pequeña casa en medio del bosque, de la nada, parecida a la mía.
Se apreciaba la luz de su interior, por lo que había gente.Había comida.
ESTÁS LEYENDO
Diario ensangrentado.
Teen FictionQuerido diario, hoy, no he podido soportarlo. Le he mordido. Me siento viva. Más viva que nunca. Hoy, querido diario, me he convertido en una asesina, en lo que soy, en un vampiro.