Una mañana terrible

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Ronald Weasley roncaba escandalosamente. Soñaba que estaba en su Barredora, jugando un partido de quidditchen el huerto de la Madriguera contra Hermione Granger y Lee Jordan. Sorprendentemente, Hermione era bastante buena; estaba como guardiana y atrapaba al vuelo todas las quaffles de Ron. Lee Jordan, en tanto, en tanto, observaba todo desde una flamante Saeta de Fuego, mientras comentaba el partido:

—¡Y Granger atrapa la quaffle nuevamente!

—¿No deberías estar en Hogwarts? —le preguntaba Hermione desde su posición, con tono entre severo y maternal.

Lee Jordan reía y contestaba:

—Sí, pero he decidido tomarme unas vacaciones.

Hermione también reía, y Ron aprovechó el momento de distracción para lanzar una quaffle, pero Hermione fue más rápida y la atrapó al vuelo con sus grandes guantes de guardiana...

—Hermione.

—Mpfffffff...

—Hermione, estás haciendo demasiado ruido.

Ron abrió los ojos de golpe. Alguien lo zarandeaba.

—¿Qué pasa?

Le costó varios segundos distinguir a aquella persona, y cuando lo hizo se incorporó en la cama bruscamente y exclamó:

—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?!

Era Parvati Patil, y estaba en pijama sobre la cama de Ron.

—¿Qué pasa? ¿Estás demasiado dormida para darte cuenta de que compartimos habitación? —preguntó Parvati, poniendo los ojos en blanco—. No ronques más, Hermione, nunca lo has hecho y es insoportable.

—¿Qué? ¿Qué dices?

Ron sacudió la cabeza con intención de despertarse definitivamente: aquello debía de ser parte del extraño sueño. De otro modo, ¿por qué estaría Parvati Patil tan lejos de la habitación de las chicas? ¿Y por qué lo había llamado "Hermione"? Pero no era un sueño. Algo andaba mal.

Sintió cómo dos cortinas de cabello enmarañado caían sobre ambos lados de su rostro, y era sumamente molesto. Se palpó el cuerpo y apreció dos grandes bultos a la altura de su pecho.

Bajó la vista lentamente.

—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Parvati, que se estaba acostando nuevamente, se pegó tal susto que su pierna resbaló del colchón y cayó de bruces a la alfombra. Se levantó, aturdida, y preguntó:

—¡¿Pero qué te ocurre?! ¡Vas a despertar a todo el castillo!

—¡Yo... yo...! —Ron se levantó de su cama de un brinco, corrió las cortinas de dosel y se abalanzó precipitadamente a la ventana de cristal que daba al exterior. Vio su propia imagen, reflejada en el vidrio.

Pero...

Era Hermione. Era Hermione Granger.

De alguna manera extraña y absurda, Ron Weasley estaba metido en el cuerpo de Hermione Granger. Se tocó la cara, sin atrevérselo a creer. Sus dedos, ahora pequeños y delgados, concibieron el tacto de una piel suave. Ya no había rastro de sus grandes y torpes manos ni de la ligeramente rasposa incipiente barbilla que tanto tiempo había deseado.

No podía ser cierto, aquello debía de formar parte de su sueño, ése descabellado sueño que acababa de tener. Sí, seguro que era parte de su sueño... Aún estaba soñando... Se pellizcó. No era un sueño. Era real.

—Hermione —Lavender Brown se desperezó, somnolienta, desde la cama contigua—. ¿Has estado bebiendo whisky de fuego? ¿Quieres dormirte de una vez? Son las seis de la mañana, aún tenemos un rato más...

¡Este cuerpo no es mío! (Ron / Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora