Cuando Hermione se subió a una escoba

4.9K 292 131
                                    

Cuando Ron despertó a la mañana siguiente, lo recibió un fuerte dolor de cabeza producto del whisky de Fuego ingerido la noche anterior. También sentía un peso en el estómago, pero no encontraba explicación para aquel malestar. Sin pensarlo demasiado, bajó a desayunar y se encontró a Harry y Hermione sentados en uno de los sillones de la sala común, tomando un café y envueltos en una serie conversación.

—¿Qué ocurre? ¿Quién se ha muerto? —preguntó con tono humorístico, ocupando un lugar en un sillón enfrentado a sus amigos. —Díganme que es Snape, por favor.

Hermione, en el cuerpo de Ron, lo fulminó con la mirada y dijo:

—No deberías bromear con algo así.

—Oh, vamos, Hermione, relájate —le dijo Ron restándole importancia con un movimiento de mano.

—Ron, tenemos un problema muy grave aquí —le anunció Harry con tono melodramático, y le tendió una taza de café que habían subido desde el Gran Comedor para su amigo.

—¿Qué ocurre? —preguntó el muchacho, empezando a asustarse.

—No lo sabes, ¿verdad? ¿Sabes que día es hoy?

—¿Miércoles?

—Exacto, Ron —repuso Harry—. Día del gran partido.

Y el alma del chico se fue a sus pies. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Aquel día se jugaba un partido importantísimo; quizá el más importante de su vida. En esa jornada, Gryffindor y Slytherin se encontrarían para disputar una de las semifinales del Torneo de las casas, y Ron se encontraba metido en el cuerpo de Hermione. Si Hermione tenía que jugar el partido, no cabía duda. Estaban perdidos.

Ron se había puesto pálido.

—¿Qué vamos a hacer? —fue todo lo que atinó a decir.

—No lo sé —contestó Hermione.

—Porque tú eres malísima jugando al quidditch, Hermione —dijo Ron—. No te ofendas.

—No me ofendo.

—Eres realmente mala.

—Ya lo sé.

—Creo que mi tía abuela Muriel juega mejor que tú —añadió Ron.

—Bueno, suficiente —lo atajó la castaña—. Creo que ya ha quedado claro.

—Bien, no es momento de discutir —dijo Harry—, sino de pensar qué es lo que vamos a hacer.

—Es obvio. Diremos que no puedo jugar —dijo Ron con seriedad—. Le diremos a Oliver que me he roto una pierna —Luego cayó en la cuenta de que aquello era demasiado trágico. —O quizá que he enfermado. ¡Eso es! Tengo gripe. Una gripe horrible. No puedo jugar así.

En ese preciso instante, Oliver Wood apareció delante de ellos. Su cara pálida y sus prominentes ojeras indicaban que estaba realmente preocupado por el inminente juego. Parecía apunto de vomitar.

—Buenos días —saludó, y miró directamente a Hermione—. Ron, ¿estás listo? ¿Y tú, Harry?

Hermione balbuceó unas palabras ininteligibles y fue Ron quien habló:

—Oliver, los chicos querían hablar contigo.

—¿Sí?

Harry tomó la palabra:

—Mira, Ron está un poco... enfermo. No podrá jugar.

Oliver miró al muchacho como si éste se hubiese vuelto completamente loco, y le dijo:

¡Este cuerpo no es mío! (Ron / Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora