La primera batalla

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Harry los había descubierto, y ya no había vuelta atrás. Era evidente que no iban a poder sostener la mentira durante mucho tiempo más; al fin y al cabo era su mejor amigo y los conocía demasiado. Y, de cualquier momento, andaba siempre con ellos.

—No traten de evitarme esta vez —les advirtió Harry—. Está sucediendo algo muy extraño con ustedes, aunque no sé qué es exactamente. Sé que suena absurdo, pero suena como si Ron fuera Hermione, y viceversa.

Ron suspiró y asintió con la cabeza.

—Así es, Harry. Yo soy Ron.

—¡Lo sabía! —exclamó su amigo, triunfante—. Pero ¿cómo sucedió?

Sin embargo, explicarle a Harry la embarazosa conversación que habían mantenido hacía un par de horas con el profesor Flitwick suponía revelar aquel supuesto amor que sentían. Y como ni Ron ni Hermione estaban realmente seguros de sentir aquello, optaron por mentir.

—No lo sabemos —dijo Ron.

Harry frunció el entrecejo.

—Qué extraño —murmuró, y se llevó a la boca un gran bocado de carne. Tras masticar un rato con cara de pensativo, tragó atolondradamente y dijo: —Hay muchas pociones que cambian de apariencia; bueno, la poción multijugos es el mejor ejemplo. Pero sus efectos no suelen durar tanto. Y, de cualquier modo, no han bebido poción multijugos, ¿o sí?

—No, en absoluto —repuso Hermione.

—Bueno, esto resuelve un misterio —dijo Harry esbozando una sonrisa, dirigiéndose a Ron—. No quería decírtelo, pero has estado muy afeminado durante toda la mañana.

—¡No digas eso! —bramó Ron desde el cuerpo de Hermione, dando un puñetazo en la mesa que hizo temblar una copa—. ¿Se nota mucho, Harry?

—Es que todos conocemos a un Ron que es muy poco delicado, amigo —le explicó Harry conteniendo la risa—. El nuevo Ron tiene algunos movimientos que...

—¡No es gracioso! —dijo el pelirrojo, absolutamente molesto—. ¡Hermione, tienes que cuidar los gestos!

—Pues tú me haces ver como una especie de primate —rebatió la chica, dolida—. No puedo comportarme como tú, Ron. ¡Lo intento, pero es muy difícil ser grosera!

—¿Me estás llamando grosero? —preguntó Ron con enfado, mientras Harry se desternillaba de risa.

—Nunca has sido precisamente fino como una mariposa, Ron —respondió la muchacha sin esbozar ni media sonrisa, y se levantó de golpe de la mesa—. Y ya me harté de esto. Iré a la biblioteca. Estoy segura de que debe haber algún contrahechizo en algún viejo libro.

Harry y Ron observaron como Hermione se marchaba, a paso decidido y firme, como solía hacer, pero en el cuerpo de Ron quedaba tan mal caminar de esa manera que estaba empezando a atraer miradas por parte de algunos alumnos. A Harry se le intensificó la risa, pero Ron estaba rojo de ira:

—Es una idiota —murmuró por lo bajo—. Tengo hambre —añadió, se sentó en la mesa y empezó a llenar su plato con brusquedad con todo lo que tenía cerca.

Angelina Johnson, que estaba al lado de Ron, lo miraba con una mueca de sorpresa:

—¿Tenías hambre, Hermione?

—Sí, estoy muerta de hambre —repuso él con la boca llena de pastel de papas. Tragó dificultosamente y espetó: —¿Algún problema con eso?

Harry miró a Ron con recelo; aquello lo había hecho a propósito por la rabia que sentía, no cabía duda.

—Podrías disimular un poco más, ¿no crees? —le preguntó por lo bajo, sentándose al otro lado de Ron—. Mira, ya encontraremos una solución. Pero si se siguen molestando el uno al otro va a ser difícil la convivencia.

¡Este cuerpo no es mío! (Ron / Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora