Capítulo 7

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Maratón 2/3

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Caleb vio a Liza luchar por no reír ante la expresión de asco de Zach. Ella debió darse cuenta de que las personas tenían dos opciones con el sushi porque no continuó burlándose. O lo adoraban u odiaban la idea tanto como se negaban a intentarlo. No había palillos, pero Caleb le entregó un tenedor. Pinchó un bocado y se lo ofreció a Zach.

—¿Quieres un mordisco? Está bueno.

Eso para no burlarse. Zach se estremeció al desenvolver una hamburguesa y Caleb le envió una mirada severa. En vez de incitar a alguno de ellos, ella comió en silencio. Había apartado ambos cartones cuando su teléfono sonó. Entornó los ojos y lo buscó, mirando desconfiada cuando Caleb lo sacó del bolsillo. Le tendió la mano pero él negó con la cabeza, envió la llamada al buzón de voz y lo puso al lado de su taza sobre la mesa. Fuera de su alcance.

—¿Qué pasa con mi padre? —preguntó él mientras estiraba la mano para coger una patata frita. Ella tenía esa mirada terca que incluso cinco años no habían borrado de su memoria. Maldita sea. Escogía los peores momentos para ser difícil.

—Es asunto de la manada.

Él no podía negar que ella tenía razón en eso. Se levantó y arrastró a Zach al otro cuarto.

—Odio admitirlo, tío, pero tiene razón.

Esperó que su viejo amigo se ofendiera pero solo sonrió.

—Ella es asunto mío. Tanto como tú lo eres.

La inflexión que utilizó, la posesión, la determinación y el calor en los ojos, sólo podían significar una cosa. Él nunca había visto esa mirada en Zach antes. Posesión y calor, sí, pero no actitud protectora. Ninguno de los dos necesitaba un protector. Joder, sólo una mujer en el mundo hacía que Caleb reaccionara así. Aparentemente también pulsaba los botones de Zach.

—Ella no valorará tener dos compañeros. —Por lo menos no al principio. Pero eso complacía inmensamente a Caleb, atándolos de manera sólida a los tres.

Zach se encogió de hombros.

—Lo superará.

Caleb sonrió, sabía que Zach había llegado a la misma conclusión que él.

—Se la puede convencer.

—Oh, sí —contestó su amigo con una voz que se volvió profunda por la excitación.

* *

Liza agarró su teléfono cuando salieron de la habitación. La llamada perdida era de Grant, el Alfa de la manada. La línea estaba ocupada cuando volvió a llamar, pero su teléfono volvió a sonar tan pronto colgó. Una mirada a la pantalla confirmó su sospecha. Como el Alfa no había podido ponerse en contacto, el Beta lo intentaba.

—Hola, papá.

Caleb volvió a entrar en el cuarto con Zach pisándole los talones. Ambos parecían cabreados. Ella no tenía paciencia para ellos en este momento.

—¿Le encontraste?

—Sí.

—¿Y?

—Ningún progreso. —Suspiró. Les había dicho que Caleb no volvería a casa si se lo pedía. ¿Por qué no le habían creído? Su padre respondió después de una breve conversación apagada a su lado.

—Bien. Déjalo ahí y vuelve a casa.

Parpadeó. ¿Iban a rendirse tan rápidamente?

—¿Por qué?

Luna Hechizada • ¡A la una...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora