Capítulo XXIII

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Estaba sonrojada, me di cuenta por el calor que sentía en el rostro, en ese momento sólo estaba deseando desaparecer. Necesitaba unos zapatos rojos.

-Señor Rodríguez- soné un poco alarmada –disculpe no fue mi intención quedarme dormida- me levante lo más rápido que pude.

-Yo creí que estaba cómoda- soltó con un tono sarcástico.

Reí, no sabía si era una risa nerviosa o si intentaba reírme del chiste del señor Rodríguez para que mi castigo no fuera peor de lo que creía que iba a ser.

-En serio, disculpe no quería que esto sucedería, estoy tomando medicamento y...

-No se preocupe señorita ferro- el señor Rodríguez parecía relajado, más de lo que yo esperaba para esta situación. –Sé lo que es ser adolescente y tener castigos aburridos, a mí me castigaban todo el tiempo, ¿por qué no se va a su casa?, digo ya son las tres.

-Gracias señor Rodríguez- tome mi mochila. –Nos vemos mañana.

-De nada señorita Ferro, y recuerde estudiar mañana tiene examen de mi materia- dijo mientras me alejaba.

Salí de la biblioteca, mire mi celular y efectivamente eran un poco más de las tres. Desbloquee el teléfono sin siquiera haber visto el teclado, entre a contactos y llame a mi papá.

No tardo en llegar a la escuela, en cuanto apareció lo salude con un beso y subí al auto con él.

-Y bien ¿Cómo te fue hoy?- preguntó sin perder la vista del camino.

-Bien- contesté –el examen, resulto mejor de lo que esperaba, sólo que hoy hubo un inconveniente.

-¿A si?, ¿Cuál?

-Las pastillas, no recordé como tomarlas y me quede dormida en el cas... en la biblioteca, ayudando en lo que te había platicado.

-Te dijimos una pastilla del frasco verde y dos del frasco azul, si tomas más del frasco verde te quedaras dormida- sonaba muy serio.

Llegamos a casa, mi hermana y mi mamá nos esperaban para comer, yo me fui a cambiar de ropa, pase del uniforme escolar a un pantalón rojo y una blusa rosa acompañados de unos coverse del mismo color del pantalón.

La comida fue monótona, lo mismo de siempre, sólo que hoy había una variante, hablábamos de cómo me había ido en el examen, el cual no fue tan terrible como llegue a creer que seria. Ese día me tocaba a mí lavar los platos, cuando terminé de hacerlo subí a mi habitación, vi mi celular y observe que tenía un mensaje, era Demian: "¿Estudiamos más tarde?"

"Claro, bueno depende ¿irá Valeria?"

El teléfono no tardo en sonar nuevamente.

"No, ya sé que están peleadas, ¿te parece a las seis?"

"Claro, nos vemos."

No era necesario especificar el lugar, ya que siempre era el mismo, el café Esquina del cielo.

El tiempo voló, antes de salir a ver a Demian, aproveche e hice la tarea, que no era mucho e incluso le ayude a Sofía con la suya. Antes de salir de casa tome mi celular y mi bolso azul, con el mismo contenido de la ultima vez, salí de casa sin muchas preocupaciones estaba atardeciendo, simplemente era un día bello, o una tarde bella. Di una rápida revisión del parque Danniel no se encontraba ahí, seguí caminando hasta el café, entre y fui a la esquina de siempre y ahí estaba, o más bien estaban... Demian, Sebastián y por supuesto la traidora, Valeria.

-¿Qué hacen ellos aquí?- pregunte dirigiéndome a Demian. –Creí que sólo estaríamos tú y yo.

-También me alegro de verte Lola- contesto Valeria –además este es un lugar público.

-Yo trabajo aquí- agrego Sebastián.

-Tu mejor sigues trabajando antes de que Lola te arroje algo o te despidan, lo que suceda primero- dijo Demian, dirigiéndose a Sebastián, éste se levanto mostrando su uniforme de trabajo, claro no era un uniforme en sí, solo un delantal con letras grises que llevaban el nombre del café. –Bueno, yo las cite a ambas para que arregláramos esto, no puede seguir así.

-¿Podríamos salir?- pregunté, sintiendo como si estuviera prediciendo que esto sería un gran desastre.

Por fin afuera, pude ver aquella hermosa tarde. Era una de las pocas tardes de verano que el cielo no estaba gris.

-Ya estamos afuera ¿podemos hablar?- dijo Valeria, con tono quebrado, sus ojos brillaban, parecía que iba a llorar -¿Por favor?

-Está bien- contesté –empieza ya.

-Verás- comenzó Valeria, jugueteando con su celular. Típico de ella cuando está nerviosa, juguetear con lo primero que tiene al alcance de sus manos, incluso con sus propias manos. –Realmente no sé porque no te conté...

-Valeria...- le interrumpió Demian –dile todo lo que me dijiste, no creo que se moleste... más de lo que ya está.

-Ok- contesto Valeria, tomo aire y prosiguió –prométeme que no me apuñalaras, asfixiaras o torturaras, después de lo que te voy a decir.

-Valeria...- dijimos Demian y yo, con cierta desesperación.

-Ya, ya- comenzó Valeria. –Bueno no te dije nada, porque tenía miedo de tu reacción.

-¿Eso es todo?- dije desconcertada y frustrada. Vamos se supone que éramos mejores amigas, casi hermanas y creo que no nos debería molestar que la otra tenga novio. -¿Por qué crees que me iba a enojar en que tuvieras novio?, es mas creo que es grandioso, que tengas uno.

-No me refería a eso- continuo Valeria, ahora parecía un poco más nerviosa –hablaba de que tú sabes, te gusta Danniel y no te hace mucho caso, no quería que te pusieras, tú sabes celosa, porque mi novio es mayor.

-¿Ya acabaste?- contesté algo enfadada, vi al suelo, tomé aire y continúe. –No me hubiera puesto celosa, Danniel es algo así como... imposible. En serio exagerabas. Y también perdona, por haber sido una imbécil estos días contigo, aunque a decir verdad, sí estuve un poco celosa.

-Entonces ¿amigas otra vez?- Valeria hizo un gesto de suplica con un puchero.

-¿Otra vez?- conteste, haciendo un gesto despectivo. –Nunca lo dejamos de ser- finalmente sonreí y abrí los brazos.

Valeria, entendió el mensaje y me abrazo, Demian sonrió al ver la escena, incluso podría jurar que casi llora.

-Te amo Lolo- dijo Valeria.

-Yo también Vale- conteste –y por cierto ¡no me digas Lolo!- grite.

Ambas nos echamos a reír y entramos al café para estudiar (platicar ya que yo me moría de ganas de preguntarle sobre Sebastián).

En una esquina del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora