"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! nuestro terrible viaje ha terminado, el barco ha sobrevivido a todos los escollos, hemos ganado el premio que anhelábamos, el puerto está cerca, oigo las campanas" fueron las últimas palabras que recordé después de despertarme de mi precioso sueño con Robin Williams, gracias a los gritos mañaneros de mi madre.
-¡KAAAAAAAAAT! – gritó mi madre por segunda vez - ¡BAJA A DESAYUNAR!
Eran las siete de la mañana. Había dormido tres horas porque me había pasado la noche viendo 'El Club de los Poetas Muertos'. Me miré al espejo y vi que tenía los ojos rojos. Me lavé la cara y bajé a desayunar.
-Buenos y maravillosos días, mamá – dijo Kim, con una alegría excepcional – buenos días, Kit-Kat.
-Buenos días, Kim –le respondió mi madre – buenos días, Kit-Kat.
-Aggh, demasiada alegría mañanera. ¿De dónde sacas tanto entusiasmo a las siete de la mañana? –pregunté con voz dormida.
-Es fácil. Me levanto, me miro al espejo, veo lo guapa que soy, y luego te veo a ti – mi hermana Kim, optimista, alegre y un tanto bromista a esas horas de la mañana.
-Podrías regalarme un poco, ya sabes, de tus ganas...
-Claro, pero me temo que te las tragarías con tus bostezos – se empezó a reír.
La miré con cara de pocos amigos. – mamá, después de clase voy a casa de Callie, ¿vale? Hemos quedado los de siempre.
-Claro, pero no vuelvas tarde. Mañana tienes que madrugar.
-Lo sé – le dije mientras bostezaba.
-Tápate la boca, Kat. Por cierto, ¿puedes llevar a Kim al colegio? Tengo prisa.
-Claro, pero necesitaré dinero, no tengo gasolina.
-Bien, toma – me dio veinte dólares en monedas, cruel por su parte.
-Mamá, ¿monedas?
-Necesito los billetes, lo siento. Daros prisa, o llegaréis tarde.
Me hice una tostada y me la comí mientras me vestía. Me puse unos pitillos negros, unas deportivas blancas y una camiseta blanca con las mangas granate que me quedaba enorme. Me miré en el espejo y empecé a maquillarme las ojeras, luego me hice una trenza francesa. Miré mi horario, cogí mis libros y mi bolso y fui directa al coche.
-Sabes que Kol viene mañana, ¿verdad?
-Sí, mamá me lo ha dicho antes, nos toca ir al aeropuerto a recogerle. ¿No te lo ha dicho?
-¿Cómo que 'nos' toca?
-Mamá dice que tienes que acompañarme.
-Oh, venga, Kat, por favor. Puedes ir tú sola, no me hagas ir, necesito dormir, de verdad.
-¿Dónde se ha quedado la Kim mañanera?
-Los fines de semana no está disponible.
-A mí me da igual, pero tú te encargas de decírselo a mamá.
-Vale.
-Es genial que por fin tenga algo de vacaciones. Se pasa todo el año trabajando como loco.
-Sí, es genial. Te librarás de mí durante tres semanas – me reí. Kim puede ser la más dulce y simpática de la casa, pero también la más traviesa y bromista.
Puse música. Me encantaba conducir, sentía una libertad única de chica universitaria. Tenía suerte, o eso creía. Llegué al colegio de mi hermana, mi universidad no estaba muy lejos.
-Adiós, Kim. ¿Volverás en bus?
-Sí, tranquila, llamaré a mamá sino.
Encendí la radio otra vez, pero terminé poniendo un cd de un mix de mis canciones favoritas. Eran las siete y cincuenta y mis clases empezaban a y media. Cogí mi teléfono y marqué el número de Nina, lo puse en manos libres.
-Buenos días, Kit-Kat, ¿nos vemos en el Royals en diez?
-En diez –colgué.
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Just my Luck
Jugendliteratur¿Qué pasa cuando nada ni nadie puede cambiar tu vida y solo tú tienes la oportunidad de tirar el dado? ¿Lo tirarías? ¿O esperarías a que otra oportunidad llegue volando de algún lugar secreto? Kat no es de las que espera, pero tampoco de las que arr...