Capítulo 24

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-Con que un viaje sorpresa, ¿eh?

-Sí... - suspiré. – O por lo menos lo era, hasta que Nina abrió la boca para invitarte.

-O sea que es mi culpa.

-No he dicho eso, idiota.

-¿Cuándo es?

-¿Cuándo es mi cumpleaños?

-En... ¿Diciembre?

-Sabes perfectamente cuándo es. – Finn se subió al maletero del coche para sentarse a mi lado.

-No sé si podré, ya sabes, estaré muy ocupado haciendo... cosas.

-¿Cosas? ¿Qué es más importante que estar en un viaje a no sé dónde con la chica más genial con la que te has tropezado jamás?

-Estar con la chica más vanidosa que he conocido jamás. – Hice un puchero en un intento de dar pena y funcionó, porque al segundo Finn estaba plantando sus labios en los míos.

-O sea que nos vamos de viaje, a un lugar desconocido.

-Así es. – Di un salto para bajar del maletero. – Y si quieres saber a dónde, solo tienes que preguntarle a Nina.

-Creo que prefiero mantener el misterio.

***

-Es una broma, ¿verdad?

-No Kat, acaba de llamarme su madre, Callie está tan mal que no puede ni ponerse al teléfono.

-Deberíamos ir a verla.

-Su madre dice que es mejor que no, ya sabes cómo se pone.

-Nins, somos sus mejores amigas, no podemos dejarla tirada en un momento así. Y si se pone a gritarnos, pues tendremos que aguantarla. Nos necesita. Ahora. – Colgué y corrí a la puerta de mi casa con las llaves del coche en la mano. - ¡Mamá! ¡Me voy!

-¿A dónde vas que tienes tanta prisa? – Mi madre salió de la cocina con un trapo en la mano.

-El abuelo de Cal... - Mi madre asintió con una mirada de tristeza y se llevó una mano al pecho. Salí disparada de mi casa mientras me ponía el abrigo y le mandaba un mensaje a Nina: "Te recojo en diez".

Conduje sin si quiera pensar en lo que estaba haciendo. Creo que hasta me salté un semáforo en rojo. Sabía lo mucho que Callie quería a su abuelo, y también que él era la razón por la que ella seguía apareciendo de vez en cuando por su casa. Él era su mundo, y ahora ya no estaba. Tenía un mal presentimiento.

Llegué tan rápido como pude a la casa de Nina, y sin apagar el motor fuimos directamente a la casa de los padres de Callie.

-Llama tú.

-No, llama tú.

-Está bien, llamo yo. – Los padres de Callie no eran exactamente adorables, por así decirlo. Llamé al timbre y esperamos un minuto hasta que su padre, un hombre alto y barbudo, que olía a alcohol, abrió la puerta.

-Qué queréis. No es un buen momento.

-Somos las amigas de Callie, yo soy Katherine y ella es Nina.

-Cierto, pasad.

-Lo sentimos muchos señor Parks.

-Tarde o temprano tenía que pasar – dijo mientras volvía a beber de una botella. La casa apestaba a alcohol y a tabaco, tanto que no me extrañó por qué Callie no vivía más ahí. Sus padres nunca la entendieron, y ella tampoco a ellos. – Está arriba, en su habitación, llorando como una mocosa. – Nina me miró, asustada por las palabras del hombre.

-Vamos – susurré.

Supimos en seguida cuál era su habitación porque la puerta estaba pintada de naranja, el color favorito de Callie. Llamamos a la puerta y su madre, con un batín puesto y una tarrina de helado en la mano, la abrió.

-Hola chicas, pasad.

-Callie... - Nina y yo nos acercamos lentamente a su cama, donde se encontraba nuestra amiga, tumbada poca abajo, con la cara hundida en la almohada.

-Os dejaré solas. – La madre de Callie salió de la habitación y cerró la puerta naranja.

-¿Para qué habéis venido? – Dijo Cal entre las almohadas.

-Para estar contigo. Lo sentimos mucho, Callie. – Se quedó un rato callada hasta que se incorporó y se apoyó en la pared, abrazándose a sus rodillas.

-¿Por qué tenía que pasar esto? ¿Por qué la persona que más me importaba de este mundo tenía que desaparecer sin más?

-Supongo que las mejores personas siempre tienen que irse a otro lugar.

-Él no era solamente una mejor persona, él era vida, alegría, colores. Lo era todo.

-Y lo es. No quiere decir que porque ya no esté aquí contigo haya dejado de serlo.

Hubo un silencio incómodo.

-Hemos conocido a tu padre – dijo Nina intentando cambiar de tema.

-Por favor, no me digáis que os ha insultado porque os juro que bajo ahora mismo a...

-No. Solamente te ha llamado "mocosa" y olía mucho a alcohol. – Miré mal a Nina.

-¿Qué? Es verdad.

-Sí. Es triste, pero es cierto. Ahora ya sabéis la razón por la cual vivo sola. Es insoportable aquí.

-¿Y qué hay de tu madre?

-Ella es en cierto modo parecida a él. Bebe mucho, y llora mucho. Él es bueno, por lo menos eso es lo que dice ella. A mí me desprecia.

-¿Por qué? – Callie se encogió de hombros. – Supongo que porque quiero cosas que él no. O porque soy una "rebelde". En fin, os agradezco el haber venido, pero de verdad que necesito estar sola.

-¿No quieres que te llevemos a tu casa?

-No, gracias. Iré a dar un paseo.

-Está bien. – Me acerqué a ella y le di un beso en la frente como despedida.

Bajando las escaleras escuchamos la conversación que estaban teniendo los padres de Cal, de cómo habían decidido desconectar antes de tiempo la máquina a la que estaba conectado su abuelo, la que lo mantenía "vivo". Nina y yo nos miramos y con la mirada decidimos guardárnoslo para nosotras.


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⏰ Última actualización: Dec 27, 2015 ⏰

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