3. Paso a paso

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Tres días después animados por el calor y el buen tiempo vamos al rio.

Eva y Erik quieren descubrir algo más de Idhún, y empezamos por mostrarles un bonito rincón de Celestia. La próxima vez les llevaremos a ver Haai-Sil. Pero el río también les ilusiona.

No somos los únicos que hemos decidido aprovechar la buena temperatura, hay más familias tumbadas en la hierba y algunos niños bañándose en las cristalinas aguas del río.

Me da un poco de corte ponerme en bañador al principio, pero nadie hace nada por lo que sentirme molesta o avergonzada, así que enseguida me relajo y disfruto.

De los adultos solo nos acompañan las madres: la mía, la de Erik y la de Mei. Los padres se han quedado en casa. Antes le he enseñado un Batug a Erik, pero esta vez sin cogerlo. No quiero repetir la escena del año pasado y menos delante de Erik. Estos últimos días los hemos pasado juntos, andando por el patio, en los columpios, recogiendo alimentos en el huerto o mostrándole el bosque. Siempre me pregunta cosas de las plantas y los animales y yo se las muestro.

Un día mientras estábamos en el columpio me preguntó de nuevo quién era Yohavir, y esta vez se lo pude explicar. Una vez empecé a contarle sobre los dioses ya no hubo quién le paró. Bueno sí, sus bostezos. Ya no bosteza antes de que las lunas salgan al cielo, ahora al menos le da tiempo a la primera. Seguramente solo necesita una semana más para adaptarse por completo a nuestro horario. Mientras tanto, hace lo que puede.

Hoy precisamente creo que será un día en que estará cansado muy temprano, porque no para de nadar y correr por aquí y por allí descubriendo algo nuevo. Cuesta creer que tenga 19 años. Ahora mismo habla animadamente con su hermana mostrándole un alga, de la que ya le he explicado cuatro cositas antes.

Su hermana presta atención, pero no comparte su entusiasmo. A veces intento comprenderla, y lo que hago es imaginarme que se da el caso de que voy a la Tierra. Si fuese allí absolutamente cada centímetro de lo que estuviese pisando, viendo, oliendo o sintiendo seria nuevo. Yo estaría muy desorientada, pero también muy emocionada. Me fascinaría todo, o casi todo, pero mostraría atención constantemente. Por lo que se me hace imposible entender a Eva, está atenta y a veces muestra cierto interés, pero no parece que le entusiasme demasiado, como a su hermano. Puede que ella eche más de menos la Tierra. Que esté más atada a allí. Me gustaría preguntárselo y averiguar qué le pasa, ya que siento cierta responsabilidad. Debo hacer que las personas que vengan aquí se sientan a gusto, me preocupa si se da el caso contrario. Supongo que forma parte de mi naturaleza celeste preocuparme por ella aunque no me caiga del todo bien. Pero ella no parece muy interesada en hablar conmigo, ni con nadie que no sea Ersho. Ellos también han pasado juntos los últimos días, de aquí para allí, como hacemos Erik y yo.

Aunque ahora parece que no le molesta la lección de Erik.

Mi madre y Zaisei hablan animadamente con Victoria. El dúo inseparable que antes formaban mi madre y Zaisei se ha convertido en un trio y Victoria se ha unido a ellas. Parecen amigas de toda la vida. Que en cierto modo lo son, pero visto desde otro enfoque hace relativamente poco que se conocen. Mi madre solo hace un año que conoce a Zaisei y hace dos semanas que conoce a Victoria. Zaisei y Victoria ya se conocían, pero llevaban trece años sin poder hablar. Así que más bien era como el reencuentro de unas viejas amigas. Tanto tiempo sin verse se transforma en muchas anécdotas que contar. Al menos ver que Victoria sí está a gusto con nosotros hace que no me sienta tan mal. Me alegro por ellas.

Desvío la mirada hacia Mei. Siempre había pensado que ella y yo seriamos mejores amigas siempre, pero durante la última semana se ha mostrado bastante fría conmigo, y reconozco que he estado muy poco rato con ella, algo que no ha ayudado precisamente. Estos días yo los he pasado con Erik, y ella con Irma, su hermana. Como me preocupa que la situación de hielo entre nosotras se alargue demasiado intento empezar conversación diversas veces. Pero nunca intercambiamos más de dos o tres frases. Aún no he descubierto que le pasa, pero la verdad es que no se lo he vuelto a preguntar desde la noche que fui a buscarla a su habitación. Cojo aire e intento de nuevo.

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