4. Problemas

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Tres días seguidos de inactividad total no consiguen que el viaje a Aren sea cancelado. Estoy a tres horas de mi perdición, tres horas en paske son lo que me separa de mi infierno particular.

A la mañana siguiente de cuando me dieron la noticia, me desperté con las mejillas mojadas y los ojos hinchados y rojos. ¡Había llorado incluso en sueños! Por suerte no recordaba la pesadilla. Durante el día, mi padre, mi madre y Erik se turnaban para ver que tal estaba. Mi madre temía, y aún teme, que haya entrado en depresión, como la última vez. Victoria, Mei e Irma también me hicieron un par de visitas.

Al día siguiente me levanté muy temprano, antes que todos, y fui a dar un paseo matutino por el bosque donde me dormí, no sé cómo, y cuando me desperté estaba de nuevo en mi habitación. Ese día Erik no vino. Al tercer día, sabiendo que la llegada del día siguiente era inminente tuve de nuevo una llorera inacabable. Ya no supe quién me visitaba o quién dejaba de hacerlo, solo sé que cuando me desperté y vi que era ya muy tarde, decidí hacer otra escapada al bosque, anduve durante media hora hasta encontrar la pradera en la que había soñado despierta con Erik y me dirigí hacia el riachuelo que pasaba por allí. No lloré, ya no me quedaban lágrimas, y no quería despertarme a la mañana siguiente con los ojos hinchados de nuevo, porque no permitiría que ellos viesen lo débil que soy. Porque lo soy. Pero ellos no tienen por qué saberlo.

Así que cuando esta mañana me he levantado, he ido directamente hacia la ducha, luego me he puesto mi mejor vestido y les he pedido a mis padres que me hagan un buen peinado. A mi padre le encanta trenzarme el pelo y mi madre tiene un montón de ideas sobre peinados, a pesar de ser celeste y carecer de pelo. Así que me ha quedado un recogido envidiable.

Voy en el mismo paske que Erik y él intenta entablar conversación varias veces. Pero yo no le escucho, estoy tratando de decidir qué voy a hacer una vez me baje de este paske y pise Aren. Podría dirigirme hacia Vanriel muy decidida y escupirle en la cara, pero no me atrevería. Decido que la mejor opción es hacer que no está. Ignorarle por completo e intentar disfrutar al máximo. Aunque va a resultar difícil, porque conozco cada rincón de ese pueblo y todos sus rincones me traen malos recuerdos.

Una vez he tomado esta decisión decido escuchar lo que dice Erik. Al cabo de un rato, le hago una pregunta, que aunque no tenga nada que ver con lo que me estaba explicando, responde tal y como lo esperaba.

- Oye... ¿Te quedarás conmigo durante el rato que estemos en Aren?

-Claro, Yudei. ¿Sino a quién le haré mis preguntas pesadas y me responderá encantado?

Me alegra que utilice un tono tan amistoso cuando sabe perfectamente que no le estaba escuchando antes. Y que no le moleste, además, él siempre escucha con atención todo lo que yo le explico. Aun así tengo que asegurarme.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo.

Durante el resto del viaje no hablamos mucho, pero las cosas que dice las escucho, e intento responderlas lo más bien que puedo, hasta que me pregunta lo que tanto he ocultado.

- Te pasó algo muy traumático allí, ¿verdad?

- Sí. -Respondo en un susurro.

- ¿Puedo saberlo? -Pregunta cuidadosamente.

- Si salgo viva de Aren te lo contaré, pero no ahora, por favor. No quiero pensar en eso ahora que ya no tengo más remedio que ir.

- Vale, tranquila, no pasa nada. Ya me lo contarás cuando estés preparada. -Durante un momento se calla.- Saldrás viva de Aren, ya lo veras.

YudeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora