1: Chains

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8 de Octubre de 1961

Narra Paul:

—¡¿A donde vamos Johny?!

—¡A la cima!

—¡¿Y donde queda eso?!

—¡En la cima de las cimas!

John y yo debíamos ser los únicos idiotas de París (hasta creo que de Francia entera), en gritar y jugar por las calles de dicha ciudad un medio día casi rozando la tarde tan tranquilo como era.      
Pero así éramos el y yo: sin importar como nos miraran los demás nosotros teníamos en publico ese comportamiento infantil para la edad que teníamos.

¿Por qué molestarse? Eran personas que nunca volveríamos a ver...

—Algún día llegaremos Mcca, yo lo se, conseguiremos un mánager y seremos famosos.

Yo solo sonreí, acompañándolo en esa felicidad que tiene uno cuando tiene un sueño.

Porque ese también era mi sueño.

Seguimos caminando por las calles de París, esa ciudad que habíamos escogido para nuestras vacaciones solos.

—Mañana es mi cumpleaños Paul—dijo John interrumpiendo el pequeño silencio que se había instalado entre nosotros.

—No me digas John, no sabía—dije sarcástico.

—¿Que me vas regalar?

La verdad, no sabía muy bien que regalarle. Durante pocos segundos, mi mente fue pensando cosas que podría regalarle y conseguir en menos de un día.

Me puse a pensar. "Una guitarra... no ya tiene muchas. Una chaqueta... no ya tiene muchas. Una puta...no ya tiene muchas" al final solo se me ocurrió decir:

—Sorpresa.

El me miró arqueando una ceja.—No tienes nada para mi ¿verdad?

—¡No no! Es solo... Sorpresa.

—Si no tienes nada para mi, no te preocupes. No me interesan los regalos.

Ahora el que lo miró arqueando una ceja fui yo.—¿Desde cuando a ti no te interesan los regalos?

—Desde ahora.

Ambos reímos fuertemente y, olvidándonos de el problema de los regalos, volvimos al hotel.

Lo primero que hice al entrar a la pequeña habitación, fue mirarme al espejo. No crean que soy vanidoso; eso de mirarme mucho en un espejo se había vuelto una costumbre tan sólo unos días atrás, cuando nos encontramos con nuestro amigo de Alemania, Jurgen, y nos cambió el peinado. Era raro, pero no nos quedaba mal.

—¡Paul! ¿No hay cervezas?

—No, se terminaron—no necesitaba revisar el refrigerador para saber eso.

—¿Y que hay para beber?

—Mmm coca-cola creo. ¿Por que no te fijas tu? ¡Tienes el pequeño refrigerador en frente tuyo!

Y no mentía: John estaba sentado en el sofá justo en frente del mini-refrigerador.

—Flojera...

Rodee los ojos con una pequeña sonrisa en mis labios, preguntándome por milésima vez como era posible que John y yo fuéramos amigos.

Si eramos tan distintos...

Luego me ponía a pensar y me daba cuenta de que la respuesta no era tan complicada.

Baby... it's you [McLennon - Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora