-¡Oh cielos!- Grité mientras me volteaba.
-¿Qué hacías leyendo mi libro?- Gruñó Drakus.
-¿Te importa acaso?- estaba tan enojada por el susto que me había dado. -Oye no vuelvas a asustarme así, no fue nada gracioso- Dije, tragué saliva preocupada.
-¿Qué hacías leyendo mi libro?- Repitió ignorando lo que le había dicho.
-¡Ya te he dicho!- Le reclamé -Es algo que no te incumbre- Le di un pequeño empujoncito con el costado de mi hombro tratando de sacarlo del camino para alejarme de él lo más posible.
-¡Espera!- me tomó de la muñeca y con un brusco movimiento me tiró a un gran estante haciendo que todos los libros cayeran encima de mí.
-Óyeme, óyeme ¿cual es tu problema depravado?- Le gruñí.
-depravado, oh ¿con que ahora soy depravado?- Confirmó exasperado. Tomó aire y dijo seriamente -Tienes que tener más cuidado, eres rebelde, eso no nos gusta.-
-a ver y ¿a quienes no les gusta?- Me paré enfrente de él tratando de enfrentarlo y subestimarlo, lo cual no funcionó.
-¿A quienes crees?- Su rostro cambió completamente, ahora me daba miedo, demasiado.
Bajé la mirada para distraerme y quitarme ese rostro de la cabeza. -oye...- le dije tranquila -creo que... tengo que irme.-
-¿te estoy asustando?- Preguntó
Yo reí maniaticamente, así podría esconder lo nerviosa que me encontraba.
-Cállate Alice, me pones nervioso- Alegó alterado
Para molestarlo reí mucho más fuerte que antes y con más intensidad.
-Que te calles idiota- Me insultó, pero como seguía riendo se acercó bruscamente a mí y me besó.
-Al fin te callas- Me dijo separando su boca de la mía.
No sabía que hacer, me dio tanto miedo que lo único que pude hacer fue golpearlo fuertemente en el abdomen y salir corriendo; la puerta ya se había destrabado. Salí rápidamente, le eché un último ojo al escritorio de Ludlow, sin embargo en no estaba.
Seguí corriendo fuertemente, salí a uno de los jardines, parecía un laberinto, tenía unas rosas muy rojas, me daban ganas de tomar una, pero ese momento solo pensaba en escapar de Drakus. Justo estaba pasando por las laderas de una pequeña montaña que aunque fuera pequeña, la altura me producía un gran vértigo y me tropecé con una piedra.
-¡Ah!- Grité agudamente, estaba a punto de caerme, hasta que alguien me sujetó.
-Te tengo- Dijo, parecía ser la voz de Drakus, eso me asustó mucho más.
-Dejame en paz Drakus- Grité.
-Oye, no soy Drakus... tranquila soy Damian.-
Lo ví con una mirada sospechosa, él me quitó el cabello de la cara tiernamente, y me tomó para jalarme lejos de esa peligrosa ladera. caminamos por el laberinto, él me sujetaba de los hombros; estaba comenzando a oscurecer.
-Gracias... por... por eso- le dije
-No hay problema- Contestó viendo a las primeras estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo.
-claro que sí... pudiste haber caído-
-Correré el riesgo- Me volteo a ver una sonrisa tierna y se quitó la chaqueta.
-¿Qué haces?-
-¿Es algo malo acaso?- Dijo mientras me la ponía encima de los hombros
-eh no, supongo pero te resfriarás.- Le alegué
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El ángel de las alas rotas.
Ficción históricaAlice puede comunicarse con ángeles... lo cual llevará a que sea deseada por ellos, hasta incluso los que acechan en la oscuridad. Atrapada entre dos amores, los dos de opuestos bandos... atrapada entre dos mundos. Descubrirá si valdrá la pena segui...