Capítulo 9 "Confundidamente"

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La luna cubría el cielo de la ciudad. Una luna más grande de lo que cabía esperar para aquellas

fechas.  Todos los estudiantes, aún asombrados, salían a  la terraza, a los jardines, o incluso a los balcones a sentir la briza en su cara, como si fuera una especie de sábana natural que les brindaba tranquilidad.

Es realmente raro, aquí en Rutledge,  que los estudiantes  logren salir de sus habitaciones al jardín, casi siempre los jardines parecen jardines fantasma, desprovistos de vida alguna. El murmullo de risas era perfectamente audible a varios metros de distancia, y las palabras que soltaban entre carcajadas pronunciaban un eco entre los árboles.

Marco me llevó a mi habitación, era dulcemente tierno conmigo, más de lo que yo merecía, abrió la puerta y me sentó en la cama, mientras me servía un vaso de agua.

-Gracias por salvarme- Le dije con ruborizada.-

-No hay problema Alice, es mi deber después de todo.- Esbozó una ligera sonrisa.

Ok, ¿Es su deber? ¿Es una obligación para él salvarme? Mi sonrisa se borró en un segundo.

-Espero no vuelva a suceder lo que ocurrió.-

-Estoy de acuerdo, no es tan cómodo que quieran matarte cada día-

-Por eso tienes que aprender a no ser tan curiosa- Rio.

-Si pasaras por la misma situación hubieras hecho lo mismo probablemente- Dije sin importancia.

-No lo creo- Dijo sonriendo. Era extraño que siguiera sonriendo después de todo. -Se podría decir que tengo más... Eh.. ¿Madurez?-

-Genial, entonces tratas de decir que esto fue mi culpa ¿No?- 

-No, no claro que no me refería a eso Alice, es solo que.. ¿Ves? Armas este alboroto por una cosa que no tiene importancia y...- Lo interrumpí con un jadeo. Ya no lo veía tan tierno después de todo.

-Ok, de acuerdo, oye, gracias por salvarme, en serio. Pero... Tengo hambre y no he comido en horas, nos vemos- Solté confundida.

Salí de la habitación caminando rápidamente, Marco salió detrás de mí, mientras caminabamos por los lóbregos pasillos. -Adivino que fue por lo que dije ¿No es así?- Me alcanzaba rápidamente, y me tapaba el camino.

Mis manos se posaron en mi nuca, estaba comenzando a molestarme.

-¿Óyeme no tienes algo mejor que hacer?-

En ese momento se fue la luz, no había nadie en los pasillos, pues se encontraban viendo la luna allá afuera. Se oyó un eco extraño y tenebroso, mi reacción fue tomar de la mano a Marco, lo cual fue una mala idea si trataba de intimidarlo, en unos segundos regresó. Se oyeron unos pasos extraños detrás mía, eran los Ravensdale, que estaban algo tomados, caminando de un lado hacia otro, junto con Damian, que seguía con una actitud cuerda.

-¡Oh cielos es Damian!- Grité asustada. Mi grito hizo que Damian me dedicara una mirada.

Estaba a punto de salir corriendo, hasta que Marco me tomó de la cintura y me besó apasionadamente.

Damian solo vió de reojo, y siguió su camino como si nada hubiese pasado.

Me solté rápidamente de Marco de un empujón, y me impuslé para alejarme lo más posible de él. 

El ángel de las alas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora