Rosas negras

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Los dos chicos se saludan como si no se hubiesen visto durante toda una vida.
Max no para de mirarse el paquete para ver si se le nota algo y yo no dejo de fijarme. Si , se le nota mucho, muchísimo.
Cuando la mirada azul de Paco se cruza con la mía, éste me sonríe con unos dientes blancos.
- Hey! ¿Me vas a presentar a tu novio?
La palabra novio pronunciada por una boca que no es la mía o la de Max me resulta extraña.
Max le sonríe con mucha complicidad y dice:
- Claro-se vuelve hacia mí- Ras, acércate.
Yo salgo de mi embobamiento y empiezo a moverme hacia ellos a paso lento. Estoy incómodo junto a él por el echo de no saber exactamente quién es.
Se acerca a mi y me da la mano.
- Encantado, soy Ras. El -carraspeo- novio de Max.
Mira hacia abajo dándose cuenta de lo que hemos estado haciendo hace unos minutos.
Me sonrojo y hago que levante la vista cogiéndole suavemente de la barbilla y echándome hacia atrás. ¡Que vergüenza! ¡Trágame tierra!
Max se da cuenta de lo que ha pasado y se empieza a reír.
- ¿qué pasa? - digo
Él sigue riéndose un poco y me dice :
- nada, nada - contesta.
Paco se nos queda mirando un poco incómodo y con una expresión graciosa en el rostro.
- ¿Dónde vamos? A vuestro cuarto no por supuesto
Abro mucho los ojos ante ese comentario y quedo serio.
-Podemos ir a dar una vuelta para que os conozcáis y luego cenamos aquí. Hemos pensado en comer pizza
¿Hemos? Bueno, se supone que estábamos pensando la cena cuando empezamos a perder el control.
- ¡Ah! Pizza, perfecto. - contesta paco a la vez que da una palmada.
Salimos detrás de él para cerrar la puerta.
Cuando se ponen los dos a caminar delante de mí yo me quedo mirándolos embobado, se huele su amistad a kilómetros, algo súper especial, súper bonito y eso causa un sentimiento extraño en mí . Como si yo anelase una amistad así.

Estoy perdido en mis pensamientos cuando, de pronto, Max se gira hacia mí y me señala con el dedo.

- Tú, señorito Ras. ¿Que haces ahí tan apartado de nosotros? - lo dice hirónicamente - Ven acércate.ç

Me extiende la mano y yo se la aceptto. Tira de mí hacia él y me pone el brazo por mis hombros, yo se la pongo en la cintura. Su calor traspasa la camisa que lleva puesta y me hace estremecer. Me está cogiendo así delante de toda la gente que está pasando por mi lado. Oh, dios mío, me voy a morir dentro de muy poco como éste chico siga haciendo esto. Por que sí, podría pedirle que se alejara un poco o algo así pero mi cuerpo tampoco quiere alejarse del suyo y sólo mi mente pensante está en contra de ello. Así que me dejo llevar. ¿qué tengo que perder? Nada.
Así que me remuevo contra él y me abrazo a su brazo. Es tan reconfortante, me transmite una gran paz y seguridad. A su lado, me siento seguro.
Algunas miradas no expresan sorpresa o disgusto, solo cariño y apoyo. Eso es lo que me gusta, lo que me mantiene pegado a este chico, el saber que hay gente que nos acepta, el saber que no va a permitir que nos arruinen el cuento que estamos escribiendo letra a letra.
Su aroma llega a mi nariz y me provoca un pequeño escalofrío que me recorre toda la columna vertebral y no reprimo un suspiro.
Quiero estar a su lado todo el tiempo, todo lo que me queda de vida.

Llegamos a un restaurante no de adinerados pero si elegante. Nos miramos risueños, ninguno estamos tan arreglados como para entrar pero aún así lo hacemos.
Yo me ruborizo mientras la gente se gira para mirarnos a Max y a mi, ya sea por que estoy agarrado a su mano o por lo informal que vamos.
Nos sientan en una mesa circular la cual hace que estemos lejos el uno del otro.
- ¿eres de aquí? - rompo el silencio sorprendiéndome a mi mismo.
- Si, bueno, era de aquí pero me fui y este año he vuelto. Mis padres están locos - dice con una sonrisa radiante.
Yo asiento sin saber que más decir y giro mi cara hacia Max.
Sus ojos negros me penetran demasiado fuerte, tanto, que tengo que girar la mirada para coger aliento .

Comencemos la velada.

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