Miradas

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Mi mirada se clava en la de Max. Estamos lejanos pero clavados el uno en el otro. No podemos parar de mirarnos, de desafiar a las leyes del amor en cada respiración.
Cuando estoy así de sumergido en él me doy cuenta de que renunciaría a todo por este chico. Renunciaría a mi vida, a mis principios y a todo.
Me desvanezco cuando de golpe la camarera nos interrumpe.
- ¿Para beber? - dice con una amplia sonrisa de dientes amarillos aunque bonitos.
No es perfecta, tiene algún Michelín que otro pero, aún así, sigue siendo guapísima y atractiva.
- Yo una Coca-Cola, de echo, creo que todos ¿verdad? - dice alegre Paco.
Nos conocimos en el río pero parece que no es el mismo, esta como mas feliz, mas abierto.
Todos asentimos y para comer nos pedimos spagettis y macarrones además de una ensalada romana .

Cuando hemos acabado nos despedimos de Paco. Me siento raro, extraño, no me apetece estar con él en este momento. Necesito estar con Max.

Noto sus manos en mi  espalda mientras me da un pequeño masaje, como el día en que nos conocimos. Su electricidad se compensa con la mía. Sus caricias me transportan a un mundo indescriptible. Cuando su dedo índice baja por mi columna, el calor me recorre todo el cuerpo. Tengo ganas de girarme y atraerle hacia mi. Lo necesito tener conectado pero me controlo y espero.
Abro los ojos y suelto un gemido cuando de imprevisto sus labios me besan la nuca. Saca la lengua y me la pega en la zona del beso. Respiro hondo intentando controlar mis impulsos pero no puedo.
Al intentar girarme hacia él, me coge de los brazos para impedírmelo.
- Paciencia amor. Aun queda mucho tiempo. - susurra mientras su aliento se cuela en mi oído.
Me revuelvo debajo de él. ¿Por qué me hace sufrir tanto?
De pronto vuelvo a sentir su lengua humedecer en círculos mi columna y mientras va bajando comienza a susurrar palabras que me dejan sin aliento.
Aún así consigo continuar respirando.
- Me encantas - dice contra la parte baja de la espalda
Entonces me deja moverme y me pone boca arriba por lo que me quedo con la parte del pecho desnuda y con los pantalones casi bajados remarcando la V que se marca camino a mi privacidad.
Max me mira con ojos de deseo y pasión. El brillo que tiene en estos me excita aún más.
- Ras ¿en qué me estás convirtiendo? - le tiembla la voz por exceso de ganas.
- Max, eres tu quien me está transformando a mi.
Hace años que no me siento así. De echo nunca me he sentido así.
Nunca me han deseado, nunca me han susurrado al oído, nunca me he sentido protegido, amado.
Necesito más de él.
Se lanza a mi boca y nuestras lenguas chocan una contra la otra jugando y bailando dentro de nosotros. Su aliento  y el mío se funde en algo incalculable, como si fuese un frente cálido y otro frío, chocan provocando turbulencias en mí, en mi interior y en mi vida.
Separa los labios y baja por el cuello trazando caminos con su lengua y cuando llega a mi clavícula se para allí succionando la zona.
Doy un gemido de placer ¿cómo lo hace? Me transporta a un mundo de sensaciones incalculables y de olas. Olas que vienen y van y, con ellas se llevan mi cuerpo.
Entonces da un suave mordisco a mi clavícula y un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
No puedo evitarlo y mis manos rodean su cabeza mientras le acaricio el pelo.
- Dios... Eres genial - se escapa de mi boca en un pequeño y leve susurro casi imperceptible.
Gruñe y me separa su boca de la zona en la que estaba y me mira a los ojos.
Esa mirada me atraviesa de una forma inimaginable. Es increíble que algo tan bello sea mío.
Sin decir nada y con una sonrisa que deja entrever sus colmillos blancos y afilados que tanto adoro, vuelve a mi cuerpo y sigue por donde iba. Ahora se dirige hacia mis pectorales.
Los besa como si fuese mi boca y llega al centro de ellos.
Respiro entrecortadamente mientras lo hace, no puedo quedarme quieto así que me retuerzo intentando tener el control de la situación. Pero sin éxito.
Cuando llega a mis abdominales el placer es tan grande que cojo algo y lo estrujo tan fuerte que lo rompo. Oh dios. Estoy a punto de morirme aquí mismo...
Se ha parado en mi ombligo mientras respira contra él.
Entonces, vuelve a la carga y una gran cantidad de sensaciones me rompen, mientras Max me besa la V y a la vez mete la mano en mis bóxers.

No Tengas MiedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora