C11: Decisiones // Segunda temporada

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—¿Y bien? —Insiste el militar sin dejar de apuntarles con su fusil— repitan cuál es su grandioso plan.

La tensión que se respira hace que tanto Andrés como Carlos que sufren de asma se hiperventilen al punto de costarles el respirar.

—No me siento bien. —Expresa el menor encorvándose sobre sus rodillas—.

Su hermano preocupado lo atiende ignorando la presencia de los intimidantes uniformados.

A los soldados no les hace mucha gracia no ser tomados en cuenta y quitan el seguro de sus armas. Tras escuchar el amenazador sonido, Alan y Silvio se interponen con poses desafiantes.

—¿Qué te parece De la Rosa? Estos niñitos tienen agallas.

El otro militante agrega:

—Déjense ya de juegos, deben venir con nosotros.

—Sí claro, y nuestros dientes son de leche. —Responde Alan arisco—.

El soldado empezando a entrar en cólera se acerca al robusto de ojos claros sin dejar de apuntarle, él permanece quieto sosteniéndole la mirada.

—No me obligues a llevarte por las malas, mocoso.

Alan sonríe y gira viendo a sus amigos, sus ojos denotan una inconmensurable preocupación, el soldado los mira y aprovecha su descuido agarrando el arma, este intenta retenerse y ambos forcejean, hasta que de repente se escucha un disparo.

Miércoles 28 de noviembre 05:00 a.m. Sabanagrande – Atlántico – Colombia

—¿Por quién empezamos primero? —Habla el líder de la pandilla—.

El integrante misterioso de cabello puntiagudo y Leo se colocan enfrente de sus camaradas. Jean al ver que las cosas pueden salirse de control, opta por hablar:

—No queremos problemas, tampoco tenemos nada de valor que pueda interesarles, solo queremos reunirnos con nuestras familias.

—Demasiado tarde para eso, debieron pensárselo dos veces antes de merodear como si nada, están en nuestro territorio.

—Por lo visto no habrá más opción que enfrentarnos a esos maleantes —Le susurra Rodrigo a su amigo—.

—Pero si lo hacemos corremos el riesgo de morir. —Le responde en tono bajo—.

—Es eso o que todos padezcamos sin defendernos.

Jean exhala empezando a impacientarse, la ansiedad carcome su mente tratando de hallar alguna solución al aprieto en el que están involucrados.

De la nada, uno de los forajidos saca un par de cuchillos y los lanza hacia el aglomerado.

A pocas penas pudieron esquivar el inesperado ataque, es entonces cuando el temerario conductor saca un revólver apuntando contra el grupo enemigo, varios retroceden intimidados ante el arma a excepción del jefe y otro de los componentes.

—Lárguense o no dudaré en vaciar todas las balas.

«¿Quién demonios es este tipo?». —Se pregunta Leo al verlo sostener el arma de fuego—.

Su nuevo compañero voltea un poco su cara al grupo diciendo:

—Yo me encargo de esto. —Se escucha un disparo—.

 —Se escucha un disparo—

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Days Of The End© (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora