40. Polvos de hada

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-Por favor, Julia tienes que venir. Será alucinante, ¡nos lo pasaremos genial!
-No estoy de humor para fiestas.
-Pues al menos ven a la habitación de Jorge, eso no es un fiesta.
-Me lo pensaré. Aunque no te hagas ilusiones.
-Gracias, te quiero mil.- Dijo Natalia, tras darle un fuerte abrazo a su amiga.- .¿Estoy guapa?
-Estas preciosa.

Y efectivamente, lo estaba. Llevaba un vestido verde ajustado y muy corto, se le veía un tipazo de 10. Julia nunca estaría a su altura. Se había puesto unos tacones verdes, y llevaba un pompón blanco en cada uno. Se había pintado los labios de rojo intenso. Y llevaba los ojos muy maquillados, de un color verde Aqua. Llevaba un rímel waterproof por si acaso sudaba demasiado, y la raya negra bordeándole todo el ojo. El pelo lo llevaba recogido con un lazo. Y aunque no era rubia, era una campanilla morena y muy moderna.

-Pero te falta un toque que te hará...¡mágica!- Y entonces Julia cogió un puñado de purpurina del bolso de Natalia, que simulaba polvo de hadas, y se lo hechó por todo el cuerpo.
-Con que esas tenemos....- Dijo Natalia.
Y tras un grito ahogado, Natalia cogió mas purpurina y se la hechó a Julia, las dos amigas habían emprendido una guerra brillante, y nunca mejor dicho.

-Uy, se ha acabado la purpurina. Ya no podrás hecharle polvos mágicos a la gente. Nadie podrá volar.- Dijo burlándose.
-No te preocupes. No tenía pensado echarle ese tipo de polvos a alguien esta noche, quería hacerles volar de otra manera.- Dijo con una sonrisa picara.
-¡Pero que guarra! ¡No me esperaba esto de ti jovencita!- Dijo Julia riendo.
-He oído, que Diego va a ir disfrazado de Indiana Jones. Ojalá me he heche el látigo...-Dijo embobada.
-No se porque todas babeáis por él. ¡Es vuestro profesor! Es como si soñarais con Don Felipe, el profesor de informática.
-¡Que asco!- Dijo Natalia repugnada.- Además, no es nuestro profesor. Esta en practicas. Aunque quizás no por mucho tiempo. No os ha dicho que el curso que viene probablemente empiece a dar clases de verdad.
-¡Que bien! Me encanta como profesor, aunque no como novio. Y en cualquier caso, si esta noche ocurre algo con su látigo y tu purpurina, mañana quiero saber todos los detalles. ¿Esta claro?
-Clarísimo mi capitán.- Dijo poniéndose la mano en la cabeza como un militar y tras darle un beso en la mejilla a su amiga salió a toda prisa por la puerta.

Va por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora