Capítulo 36

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Louis tomó aire con esfuerzo. El dolor volvió al instante, descolocándolo y haciéndolo perder el equilibrio. Se agarró con más fuerza a la barandilla.

"¡Harry!"

Oyó un ruido. Harry apareció, despeinado y sin camiseta, con los ojos sólo medio abiertos y aspecto sobresaltado.

"Lou" balbuceó "te duele, ¿qué pasa? ¿Estás bien?"

"No" gimió, doblándose hacia delante. Harry avanzó hasta donde estaba y extendió las manos hacia él, confuso.

"¿Quieres médico? ¿Es el bebé?"

Quizás habría puesto los ojos en blanco por si no fuese por el trallazo de dolor que le atravesaba el vientre.

"Sí, Harry, es el bebé" se las arregló para mascullar "¿en qué lo has notado?"



Louis había imaginado muchas veces cómo sería traer a su bebé al mundo. Lo había estado pensando desde que había visto la primera ecografía, borrosa y grisácea y perfecta.

Se lo había imaginado de muchas formas. Se había imaginado dolor, sudor, médicos con mascarilla y la mano de Harry en la suya para que se la apretase.

Pero la realidad era distinta de su imaginación. Muy, muy distinta. Sobre todo en lo relativo al dolor, infinito, insoportable, y los médicos murmurando y turnándose para mirarlo con preocupación.

Es prematuro. Ese pensamiento no lo dejaba respirar. Es demasiado pronto. Será demasiado pequeño. Algo no está bien.

Harry apenas dijo ni una palabra. Lo miraba con los ojos llenos de pánico, secaba su frente, dejaba que le destrozase la mano entre las suyas y observaba a todo el que se acercaba a él con una mezcla de apremio y amenaza.


Louis empezó a llorar en cuanto el médico dejó un bebé diminuto, ensangrentado y chillón en sus brazos. Notaba la calidez de su piel, los latidos rápidos de su corazón, veía sus dedos diminutos retorciéndose y sus ojos cerrados. Era pequeño y perfecto y real, su bebé se llenaba los pulmones de aire por primera vez y retorcía las manos en puñitos. Era un milagro.

"Harry" dijo en voz baja, con la voz pastosa por las lágrimas. "Harry, míralo. Míralo..."

Un sonido húmedo- y la emoción que le inundaba el pecho, tan intensa que no le dejaba respirar- le indicó que su alfa también estaba llorando, pero no podía mirarlo. Sería alejar la mirada de su bebé demasiado tiempo.


Harry no dejó que se lo llevasen para lavarlo. Lo lavaron allí, delante de ellos, y trajeron la pesa que hacía falta haciendo sorprendentemente pocas preguntas. Las enfermeras se movían con sumo cuidado, intimidadas por la mirada amenazante del alfa.

"Dos kilos seiscientos. Y es prematuro" anunció el médico, casi impresionado "es un niño muy fuerte. Vamos a hacerle unas pruebas para asegurarnos de que todo va bien"

Louis no sabía si se estaba riendo o estaba llorando otra vez.

Es un niño muy fuerte.

Es un alfa.

Harry fue tras ellos cuando se lo llevaron, gruñendo y farfullando algo, pero los médicos no tardaron en hacerle las pruebas. Se lo devolvieron envuelto en una manta blanca, limpio y sorprendentemente tranquilo. Tenía la piel blanca y suave, el pelo oscuro y suavemente ondulado, y las pestañas largas y espesas y la nariz pequeña y redonda como un botón. Harry se sentó a su lado con un suave suspiro, tranquilo por primera vez.

Братва (Bratva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora