La llegada de los Spector.

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         Observo atentamente mi aspecto en el espejo, frustrada. Dios mío, qué asco de apariencia. Mi cabello se ha puesto en mí contra esta mañana y ha decidido esponjarse aunque sea liso. No hay manera de controlarlo.
           Gruño.
           Y maldita sea Melissa Eastwood por meterme en sus problemas de bienes raíces.
           Vuelvo a gruñir pasando como loca el cepillo por mi pelo para intentar controlarlo. Yo debería estar con mi mejor amigo viendo alguna película o simplemente paseando por el centro de Newport hasta llegar al muelle, pero no, aquí estoy intentando hacer algo con mi estúpido y liso cabello que decide esponjarse.
           No debo secar mi pelo con una toalla, no debo secar mi pelo con una toalla, no debo secar mi pelo con una toalla. Eso es Skyler, repítetelo hasta que no se te vuelva a olvidar jamás.
           Estoy desesperada, ruedo los ojos ante el reflejo de la pálida chica con pecas, cabello castaño casi rubio hasta los hombros que me mira con sus enormes ojos azules. Arqueo una ceja y me rindo. Ya está. Me doy por vencida con este espantapájaros y me voy por mi última opción; hacerme una coleta para estar tan siquiera un poco presentable.

          Melissa Eastwood -por si se lo preguntan- es mi madre, y la descarada ha tenido que quedar con otros de sus clientes precisamente hoy. Esa es la razón por la que no puede ir a mostrar la casa de Ocean Avenue a una familia que acaba de mudarse a Newport, y así librarme a mí de todo mal. Por eso estoy preparándome y sacando mi mejor atuendo para encontrarme con la familia y darles un tour por la casa. Según ella esto es como mi entrenamiento.
          Pura mierda.
          Tengo que estudiar para mis exámenes de la universidad, terminar un proyecto y trabajar medio tiempo en el restaurante de Rose en downtown, y se suponía que me iba a dedicar a mis deberes escolares toda la mañana para terminar a tiempo y dirigirme al trabajo, pero no. Lo que tengo que hacer es conducir desde Bellevue hasta Ocean Avenue para reunirme con esta enigmática familia cuyo apellido es Spector.

          ¿Quién demonios puede tener como apellido Spector? Ugh. Detesto a mi madre y su ilusión de poder ser multitasking.

         Melissa da unos golpecitos en mi puerta y entra antes de que yo pueda responder. Se acomoda detrás de mí y me dedica una sonrisa de disculpa.

          —Sky, te ves muy bien con ese atuendo. Vas a impactar a los Spector.

          —Madre, yo no sé qué demonios les diré a los mentados Spector cuando me pregunten cosas sobre la casa de las cuales yo no estoy informada. —exclamo, viéndola por el espejo.

          —Tranquila, cariño. Ellos tienen conocimiento de cada rincón de la casa y su historia, hable con el señor Spector hace unos días por Skype y le informe todo, ahora sólo vienen a conocerla en persona y estarán listos para mudarse —ruedo los ojos ante su extensa explicación—. Skyler, he intentado vender esa casa por meses, y ahora que lo he logrado no puedo echarlo a perder al no asistir cuando tengo a una preciosa y presentable hija que puede ayudarme con esto. Por favor... —me suplica con su tono de niña pequeña.

          ¿Cómo demonios lo hace? El poder de convencimiento de esta mujer es impresionante, con sus ojos verdes azulados de cachorro a medio morir y el cabello rubio que cae en cascada por sus hombros.
           Vuelvo a rodar los ojos y giro para quedar cara a cara con ella. Solamente sonríe y me aprieta los cachetes para después salir como una tromba de mi habitación.

          Oh, Dios mío. Esta será una mañana larguísima.

          —Mentados Spector. —susurro para mí misma.

          Tomo el pequeño bolso de correa larga de mi cama, me echo una última observación y me dirijo a la salida por el coche. No puedo creer que me haya dejado convencer, pero mi madre es capaz de convencer hasta al mismísimo presidente para hacer algo que va en contra de sus principios. Es una excelente agente de bienes raíces. Sabe cómo convencerte cuando algo te conviene y cuando no, es alegre, amable y fuerte. Y es mi madre.

Los SpectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora