Skyler Eastwood debe morir!!

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¿Qué resplandor se abre paso por aquella ventana? Es el oriente, y Julieta el sol.

El resplandor cegador que dudo mucho que sea el sol aparece frente a mis ojos. Es más bien la mentada luz que los mitos presumen ser aquella que te lleva al más allá. ¿Será este el momento de mi muerte? No he visto mi vida pasar frente a mis ojos, no me ocurrió ese caleidoscopio de memorias que todos presumen, ¿me estaré perdiendo de mucho? ¿A caso un golpecito pueda provocar mi muerte?
Una punzada en el lado derecho de mi frente me hace dar un respingo, San Pedro debe estar picándome con alguna varita para que despierte y me dé cuenta de lo que ha pasado: me he equivocado de sitio, yo no debo estar aquí sino más bien abajo, con el señor chamuco. Otra punzada, y otra, y otra, hasta que lentamente abro los ojos para ver más luces blancas sobre mis ojos.

—Su novia está despertando —dice una voz desconocida junto a mí.

¿Novia? ¿Ryder está aquí en el cielo también? ¡¿Ryder ha muerto?!

—No es mi novia.

Ah, no es Ryder. Debe ser el mentado Adán.

—¿Señorita Eastwood, se encuentra usted bien? —vuelve a hablar esa voz desconocida. Me imaginaba al diablo con voz... Bueno... Diabólica.

—¿Estoy en el infierno? —inquiero con voz angelical. Algo que no tengo pero imagino que ahora que he muerto sí. Soy un ángel de Satanás.

—Aún no. —doy un respingo. El rostro que ha aparecido frente a mí definitivamente no es del diablo, ¡para nada! Un rostro de aquellos que parecen cincelados por el mismísimo Miguel Ángel, nariz recta y respingada, labios carnosos y rosas y unos ojos azules que te cagas.

—Tú no eres Satanás. —balbuceo. No siento la parte superior de mi cabeza y un doctor me observa con gracia. ¡El Doctor Ardiente! El que me atendió cuando me picó la medusa, vaya suerte que tengo.

—No, yo soy Jason Thorpe. —explica el guapo anterior como si yo tuviera cinco años.

—Estoy desorientada no retrasada. —me quejo—. ¿Qué hago aquí?

Jason se sienta en un pequeño banco junto a mi camilla y sonríe amablemente.

—Te desmayaste después de tremendo golpe, así que te traje al hospital como me pidió un chico que parece ser te conocía y el doctor Whyatt te ha suturado la cabezota. —dice y termina con una sonrisa.

—¿El chico que te pidió que me trajeras era uno de tez blanca, muchos lunares en el rostro? ¿Irlandés? ¿De tu estatura más o menos? —inquiero. Ahora que ya no estoy tan despistada necesito saber si Ryder fue a Salve o si tengo preocuparme.

Pero Jason niega con la cabeza y hace una mueca con los labios.

—Nop. Era definitivamente americano y me llegaba más o menos a los pezones —bromea. Era Jerry.

Me río ante su broma y él también se ríe y vuelve a ponerse de pie. Trae puestos unos shorts azules y una chaqueta impermeable del mismo color, pero no es para nada de la estatura de Ryder, él es un poco más alto y ahora lo recuerdo.

—¿Fuiste tú quien me detuvo de hacerle la manita de puerco extrema a Emma? —arqueo una ceja y él frunce el ceño.

—Estoy seguro que te detuve de asesinar a esa chica.

Claro que fue él.

—¡Mi héroe! —dramatizo, colocando el dorso de mi mano sobre mi frente recién arreglada—. En fin, gracias por ayudarme Thorpe, ha sido un placer pero creo que es hora de que yo me vaya a casa.

Los SpectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora