VI

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BROOKE.

Tras golpear un par de veces la puerta del dormitorio de la californiana, Adelaine entró marcha atrás sosteniendo con sus rechonchas manos una bandeja de plata en la que llevaba una gran variedad de deliciosos manjares.

-Señorita Brooke, debe levantarse ya-susurró la criada de la familia Hallaway sentándose cuidadosamente en la cama en la que dormitaba cual marmota Brooke-Su madre marchó hace una hora y me ordenó que la despertase, tiene cosas que hacer-continuó diciendo la mujer.

Brooke bufó al escuchar aquella voz a tan temprana hora y se dio media vuelta cubriendo su rubia cabeza con el edredón de plumas.

- ¡Adelaine! Pensé que entre tú y yo había un trato que consistía en que si mi madre no estaba en casa, nada de despertarme. ¡Y menos siendo fin de semana!-chilló la chica con la cara escondida en la almohada.

-Señorita Brooke...ahora al mudarnos aquí pensé que estaba dispuesta a cambiar-respondió Adelaine con la cabeza.

La chica suspiró, incorporándose con fuerza y desprendiendo ira por cada poro de su piel. Si había algo que la rubia odiase de corazón era que la despertasen después de una noche de fiesta.

-Adelaine... ¿ves esa puerta? -Preguntó intentando calmarse y señalando con el dedo la puerta por la que segundos antes había entrado la mujer- ¡Crúzala! -sentenció con mal humor.

-Pero...señorita... desayune al menos, he preparado los gofres usando la receta que me dio su padre y hay cruasanes naturales de Francia como a usted la gustan-susurró la criada de nuevo, lo que hizo que la joven cambiase de opinión.

-Gracias Adelaine-respondió cogiendo un plato con gofres y arándanos- ¿Qué se supone que tengo que hacer?

-El baile de invierno es dentro de poco y su madre quiere que participe y para ello tiene que recoger una serie de cosas de decoración a casa de Karen Haislett.

-Creí que ese tipo de tareas era asunto tuyo-respondió seca-Pero descuida, lo haré. Limpia mis Manolos y llama para decir que voy-añadió, concluyendo la conversación y echando a Adelaine con la mano.

Cuando la mujer abandonó la habitación, Brooke se colocó para desayunar. Si iba a hacer aquello es porque Adelaine, había mencionado a su padre.

Si había alguna razón por la que se arrepentía de lo que hizo en un pasado, era única y exclusivamente por su padre y por lo que llegase a pensar de ella. Y las razones por las que lo hizo eran claramente las mismas. Para nada estaba orgullosa de sus actos, pero en una pequeña parte de su cerebro albergaba la idea de repetirlo si fuese necesario.

Para Brooke Hallaway, aquel hombre había sido la figura paterna y materna de su familia, ya que Olivia nunca se había comportado como lo que era. Y, luego estaba Adelaine, la mujer canadiense que trabajaba para la familia desde que Brooke tenía siete años y que de alguna manera muy extraña, se había ganado un hueco en el corazón de la rubia, aunque esta no lo demostrase con frecuencia. Sin embargo, a la hora de llegar a casa, Adelaine siempre estaba allí con una manta, su cena favorita, cremas que acababan con el tremendo dolor de pies que la causaban los tacones, o simplemente alguien que la escuchase cuando estaba mal.

Por ello, cuando Charles y Olivia se divorciaron, a la hora del reparto de bienes, él decidió que lo mejor era que Adelaine se quedarse con su hija, ya que esta necesitaba los cuidados que su madre jamás le había ofrecido.

Cuando terminó su desayuno, levantó su bonito culo de la cama y después de darse una ducha, maquillarse y vestirse, salió decidida a cumplir lo que había pedido su madre.

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