XI

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NATALIE

Fiesta, fiesta, fiesta, y más fiesta. Así eran las vidas de los adolescentes en el Upper East Side.

Tras un lunes difícil en el instituto, en la que el último cotilleo del Upper East High andaba en boca de todos los alumnos, mandaron aproximadamente ochocientos treinta y tres trabajos y tenían varios exámenes marcados, llegó el Martes, y con ello, el cumpleaños de la buena buenísima Audrey Pevensie.

La música electrónica sonaba a todo volumen, pinchada por un DJ seguramente codiciado por las más importantes discotecas, que estaba tonteando con una rubia del instituto.

Natalie cogió una cerveza de la barra de bebidas y prácticamente bebió la mitad de un trago; Adrien estaba en esa fiesta y necesitaba todas las fuerzas de las que el alcohol pudiera dotarle.

La morena saludaba a sus compañeros de instituto y se paraba a charlar con muchos de ellos, sin embargo, pese a la sonrisa que tenía instalada en su angelical rostro, no tenía ganas de estar allí.

Se sentó en un sillón largo y bastante cómodo, en cuyo extremo había una pareja enrollándose de manera bastante exagerada. Natalie tuvo que hacer un enorme esfuerzo para reprimir el vómito.

Notó como un cuerpo alto se sentaba a su lado y apoyaba una mano en su espalda.

—Se nota que disfrutas de esta fiesta tanto como yo del sexo.

La chica giró la cabeza, y se encontró de pleno con los profundos ojos de Thomas Archibald.

—¡Tom! —le estrechó con fuerza y sonrió de oreja a oreja -No sabía que vendrías.

—¿Y perderme posibles polvetes? Nat, parece que no me conoces.

Ella volvió a sonreír. Hacía una semana que Tom no iba a las clases, y eso era extraño en él. Pero, desde que había comenzado a trabajar en prácticas para su padre, su vida de estudiante había quedado en el olvido, y se dedicaba más a ser empresario que adolescente.

—Oye, ya me he enterado de lo de Adrien... —dijo el chico, cambiando el tono de voz. Natalie fue a darle su último y necesitado trago a la cerveza, pero ya se había acabado. Tom le quitó la botella de las manos. —Has hecho bien, ese tío es un mierdas..., diga lo que te diga esta noche, espero que no vuelvas a liarte con él.

—¿Qué? —se limitó a contestar ella, perpleja.

¿A qué se refería Tom? ¿Qué le diría esa noche?

—Tú hazme caso...

Natalie iba a contestar, dispuesta a indagar el porqué de esa reacción por parte de su amigo, pero, tras la música, se oían unos gritos provenientes del exterior de la casa.

Ambos se miraron y decidieron levantarse a ver qué sucedía, pero la joven morena tenía el peor de los presentimientos...

—¡¿Quién coño te crees que eres?! —era la voz de la anfitriona de semejante fiesta la que se alzaba por encima de las demás. Natalie, de la mano de Tom, se abría paso a codazos entre la gente. Cuando llegó a primera línea del espectáculo, no pudo reprimir una sonrisa al ver a su amiga rubia con uno de los vestidos de Aud.

Esto no había hecho más que empezar.

—¿Qué pasa? Venga, nena, asume que a mí me queda bastante mejor que a ti. Una pena que haya tenido que cortarlo para que me siente bien, con esos muslos de vaca que tienes... —respondió Brooke, con toda la parsimonia del mundo y una sonrisa socarrona en el rostro.

—Quítate ese vestido ahora mismo, no tienes ningún derecho a llevarlo puesto.

Los espectadores miraban boquiabiertos lo que parecía que era el preludio de toda una pelea. Natalie miró interrogante a la californiana, que desvió un momento la vista para guiñar el ojo a su amiga.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2016 ⏰

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