Capítulo 1 - "Mi amigo"

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Capítulo 1 - "Mi amigo"

El mundo es tan curioso como yo puedo llegar a serlo, ya que en mi mente hay incógnitas que todavía no he podido responder y que lo único que hacen es torturarme a diario.

Me llamo Xavier Martínez y soy homosexual desde que tengo memoria, aunque admito que fue como a los 9 años que me di cuenta que estar con chicas no iba a estar marcado en mi futuro. Era extraño, ya que cada vez que salía a pasear con mis padres yo nunca me fijaba en una linda niña, sino en lo contrario, en lindos niños, ya que me parecían atractivos, divertidos, y tiernos en cierta forma. Más bien, cuando me llegaba a fijar en una niña en lo único que yo pensaba era en que no me veía en un futuro lejano besando a una de ellas, sino, a uno de ellos.

A diario siempre me preguntaba "¿Qué haré cuando ya sea un adolescente? ¿Qué pensaran mis padres si nunca me ven con una novia? ¡¿Seré feliz?! ¿Acaso este tipo de gustos solo son una especie de etapa?". Mi temor iba aumentando cada año que iba cumpliendo sin alguna respuesta concreta...Y hasta la actualidad, ese miedo sigue vigente.

Hace seis meses atrás puedo acotar que ocurrieron hechos muy importantes en mi vida, el cual era mi cumpleaños número catorce, y mi primer año en la preparatoria, nuevas etapas que me tocan enfrentar con osadía.

En mi primer año en la Preparatoria Santísima llegué observando a varios chicos, algunos con un buen porte, buena musculatura, varios engreídos y otros nada agradables. En ese primer día en mi noveno grado hubo otro chico diferente al resto, el cual me atrajo a primera vista, él también era nuevo, simpático, tímido, y me parecía atractivo. Ojos color miel derretida, cabello castaño, cuerpo delgado, y con brackets en su dentadura, Raúl Gámez, ese es su nombre.

Mi vida en la preparatoria debía de comenzar bien, con un amigo, con un apoyo, así que sin pensarlo dos veces, me acerqué a Raúl para conocernos mejor. Él no conocía a nadie, era nuevo y solo quería hacer amigos agradables y nada gruñones, igual que yo.

Desde que me empecé a juntar con Raúl los dos nos unimos de una manera sorprendente al pasar de las semanas, todo hasta el punto de considerarnos mejores amigos. Ambos siempre tratábamos de hacer todo en equipo, como; estudiar para los exámenes, jugar videojuegos, salir a pasear y quedarnos a dormir en nuestras casas en algunas ocasiones. Realmente estaba feliz de ser amigo de ese apuesto chico con quien quise hablar desde que lo vi por primera vez aquel primer día de clases.

Ambos llegamos a contarnos casi todo sobre nuestras vidas, y si, digo casi todo, y es porque de verdad no soy capaz de revelarle la verdad sobre mi orientación sexual, o lo que en cierta manera he estado sintiendo desde que era un pequeño niño.

Raúl por lo que me demostraba, era el chico más heterosexual que pueda conocer, ya que desde que somos amigos le he conocido tres novias, y hasta en una oportunidad me pidió el favor de conseguirle el número celular de Estefanía, una linda chica de mi clase de matemáticas que le parecía muy atractiva. Entonces, para complacer a mi amigo, se lo conseguí, algo que no me resultó muy difícil, ya que lo único que hice fue pedírselo a ella personalmente.

Raúl siempre me preguntaba si me gustaba alguna de nuestras compañeras de clases, y yo no me quería delatar, ni tampoco mentirle en el grado de decir que me atraía la chica mas pechona de la clase de lenguaje, así que lo más conveniente fue mencionarle que si me atraían algunas, pero que actualmente no andaba pensando en eso. Una mentira muy grande, porque yo si pensaba en tener una relación en un futuro, experimentando ese sentimiento que muchas veces he escuchado; el amor, pero, gracias a mis confusiones tengo que callar, esperando a que llegue solo, sin arriesgarme, ni salir de mi jaula.

Algunos de los momentos que puedo resaltar sobre mi amistad con el chico de frenillos es por ejemplo el día de su cumpleaños, ya que en esa mañana le preparé una serie pancartas con un sin número de mensajes sobre lo valiosa que es su amistad para mí. Dichos mensajes los colgué en cada rincón de su casa, los cuales él seguía con un ordenado patrón, hasta llegar al sótano, sorprendiéndose con mi grandioso regalo; una fiesta sorpresa con todos sus familiares, los pocos de amigos ambos que tenemos, y un lindo collar azul con forma de caracol. Esa vez Raúl me agradeció de una forma muy linda, ya que en ese mismo día él mismo me consideró el mejor amigo que pudiera existir en el mundo, llorando en el acto.

Sin amigos por Gay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora