Capítulo 1.

163 7 1
                                    

Los Gómez bajaron del taxi, todos menos Elsa, que se quedó mirando la casa sin ganas. Había que reconocer que era grande, y eso le gustaba. Pero aun así seguía sin asimilar que la hubieran apartado del chico al que amaba, su ahora exnovio. En cambio, Amaya miraba la casa con una gran sonrisa en la cara, y Noah... Noah, mientras tuviera su consola, sería feliz yendo a cualquier sitio.

-Bueno, pues ya estamos aquí. La familia Gómez se enfrenta a un reto diferente y emocionante.

Elsa miró a su padre desde la ventana, rodó los ojos y acabó saliendo del coche de mal humor. Su madre entendía lo sensible que se sentía su hija por haber dejado a su novio en España, por eso la dejó en paz.

-Empecemos a meter las maletas en casa, el primer camión llegará enseguida con algunos muebles. -Rosa avanzó por el camino que llevaba a la entrada de la casa, mirando con interés el jardín.

-Elsa, alegra esa cara, esto acabará gustándote. -Noah le acarició el pelo castaño y siguió a su madre.

-Sé que querías venir a California a vivir, que era una de tus metas, ¿por qué tienes esa cara tan larga entonces? Alégrate, todo es más fácil cuando eres positiva. -Amaya intentó animar a su hermana, aunque sabía que no lo iba a conseguir.

-No quería venir sin Diego... -susurró Elsa. Amaya bajó la mirada al suelo. No quería ver a su hermana mal, así que se iba a proponer alegrarla todo lo posible y hacerle reír. Ella y su hermana siempre se habían ayudado, no iban a dejar de hacerlo ahora.

Amaya entró en la casa detrás de Noah. Era amplia y bonita, pero se veía demasiado vacía sin apenas muebles o decoración.

-Joder, qué grande es esto, qué pereza -protestó Amaya.

-Ven, vamos a ver las habitaciones -sugirió Elsa. Amaya, sorprendida, asintió y las dos juntas avanzaron por la casa.

-¿Crees que hemos hecho bien con todo esto, Paco? -le preguntó Rosa a su marido-. Elsa...

-Estará bien, acabará acostumbrándose. Ya encontrará a algún chico californiano, acabará olvidándose del tal Diego. Pero mira a Amaya y Noah, ese es el espíritu.

Rosa suspiró y vio a sus hijas subir rápidamente por las escaleras. Elsa parecía más emocionada, incluso lucía una sonrisa en su rostro. Parecía más contenta, y ciertamente, así se sentía. Hablar con su hermana siempre la hacía sentirse mejor de una manera u otra y esta vez no había sido diferente.

-Guau, mira esta habitación... -dijo Elsa, mirándola con avaricia.

-¡Esta habitación es perfecta! -exclamó Amaya, mirándola igual que Elsa.

-Hagamos una cosa... Hacemos una pelea de almohadas y quien antes le dé a la otra gana. Como Cameron y Nash.

-¿Deberían sonarme esos nombres? -preguntó Elsa, imaginándose cómo estaría la habitación decorada.

-Cameron Dallas y Nash Grier. Te tienen que sonar, si hablo mucho de ellos.

-Ah, ya, esos dos youtubers...

Amaya asintió y sonrió, levantando una almohada.

-Empecemos con la pelea -dijo entonces. Elsa la imitó empezó a darle con la almohada sin parar, mientras reía a carcajadas. Amaya no tardó en empezar a reír también, y aunque intentaba darle a Elsa, al final su hermana acabó ganando.

-Parece que te quedas con la pequeña. -Elsa sonrió malvadamente.

-Que capull...

-Sorry not sorry, ahora déjame con MI habitación -remarcó Elsa, y Amaya fue a ver la habitación que quedaba. Era más pequeña que la otra, pero tampoco estaba tan mal.

Se tiró sobre el colchón que había en el suelo, el que iba a usar de cama hasta que el camión de las mudanzas trajera su vieja cama. Miró al techo. Detrás de su sonrisa, la verdad es que echaba de menos a sus amigas y a sus familiares. ¿Lograría acostumbrarse a todas las cosas nuevas que se avecinaban?

Sunshine. | Cameron Dallas, Matthew Espinosa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora