Capítulo 8.

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Elsa estaba intentando estudiar.

Intentando, porque la música de los vecinos estaba tan alta que no se podía concentrar.

-¡QUE ALGUIEN QUITE ESA PUTA MÚSICA! -chilló Els cuando ya no pudo más. Salió enfadada de su cuarto y vio que Amaya estaba con la paciencia el límite.

-¡Esto es horrible, joder! -protestó.

-Voy a ir a la casa de los vecinos a protestar. ¿Vienes?

Amaya asintió y se levantó para ir con su hermana.

Cuando salieron de la casa, la música se escuchó más alta y las hermanas hicieron una mueca.

No les costó mucho averiguar de qué casa venía la música y fueron hacia allí. Era más grande que las demás casas, tenía piscina y una gran pista de baloncesto, de donde venía todo el alboroto.

Elsa llamó al timbre, pero nadie abrió y lo intentó dos, tres veces.

-Oh, venga ya -murmuró, llevándose las manos a la cabeza.

-Podríamos asomarnos a la pista de baloncesto -dijo Amaya, mirando el sendero que llevaba hacia el campo.

-Buena idea.

Elsa corrió siguiendo el camino y llegó a una de las puertas de la pista, que estaba cerrada con llave. Maldijo, pero ideó rápidamente un plan.

-¡Hey! ¡Los dueños de la casa! Por favor, ¿podéis escucharme?

No hubo resultado. Elsa oyó a su hermana llegar a su lado.

-El caso -se mofó Amaya.

-¡Cállate!

-Esto se hace así, Els.

Amaya se subió a la valla y comenzó a escalar ágilmente.

Una chica que estaba una silla sentada se giró hacia ella con cara extraña y se levantó para avisar a uno de los dos chicos que estaban jugando a baloncesto en aquel momento.

El chico era moreno, llevaba reflejos rubios en el pelo castaño y era musculoso, más alto que el otro chico. Vestía una camiseta de tirantes blanca con la que se podía ver sus abdominales y unos pantalones cortos de chándal rojos, también unas vans muy maltratadas negras.

La chica tenía el pelo largo, por el pecho, negro y ondulado, ojos verdes claros que resaltaban por la cantidad de rímel que llevaba y la piel morena. Vestía unas gafas de sol RayBan, camiseta de tirantes blanca básica, shorts vaqueros y converse blancas.

-¿Q-QUÉ? -chilló Amaya cuando se dio cuenta de quienes eran. Los nervios se adueñaron de su cuerpo y sin darse apenas cuenta, se soltó de la valla y cayó hacia atrás, aterrizando con su trasero sobre la hierba. Comenzó a quejarse.

-¡Amaya! -exclamó Elsa, asustada al ver la caída de su hermana. Amaya estaba bien y lo máximo que le iba a provocar la caída era una herida en el codo y dolor de trasero. Quiso mofarse, pero decidió que no, que tan mala no iba a ser.

-¿Se puede saber qué te ha pasado? -Elsa ayudó a Amaya a levantarse. Esta lo hizo sin problemas, aunque le molestaba el codo.

-¡Pasa que estamos rodeadas!

-¿De qué? ¿De avispas? Porque yo...

Amaya chilló de nuevo cuando la puerta que tenían delante se abrió y tres personas salieron a ver qué había pasado.

-Oh, Dios, ¿estás bien? -La chica fue hacia ella. Parecía preocupada de verdad, pero Amaya sabía cómo era Madison y cómo se preocupaba cuando las personas que tenía delante se lastimaban.

-Y-yo... S-sí, s-supongo...

-Menos mal. Te has dado una buena. Soy Madison.

-L-lo sé, tte sigo, siggtu m-música...

-¿iMadginer? -A Madison le brillaron los ojos y abrazó a Amaya, quien le devolvió el abrazo emocionada. Gilinsky y Johnson murmuraban en inglés.

-Supongo que conocerás a los Jacks también. -Johnson, que no llevaba camiseta, saludó a Amaya, que notó la temperatura aumentar mucho.

-Mi hermana es muy fan de los Magcon y los Jacks. Hablo por ella porque seguro que ni siquiera puede hablar. -Elsa se hizo notar avanzando hacia Amaya y Madison.

-Aw, qué bonito. -Gilinsky se acercó a Amaya y le abrazó también. Johnson se unió también, evitando hacerle daño con las gafas. Amaya se lo agradeció en silencio y les pasó los brazos por la espalda, haciendo un bocadillo de Gilinsky-Amaya-Johnson.

-Oh, qué cute -sonrió Madison, y se unió también al abrazo.

Se separaron y Amaya sonrió. Ni ella ni Elsa se había dado cuenta de que la música había parado de sonar.

-Perdonad, en realidad, que mi hermana estuviera escalando vuestra valla tenía una explicación. Tenéis la música súper alta. Tenemos que estudiar y así no podemos.

-Oh, perdonad. No nos habíamos dado cuenta, normalmente siempre la tenemos así pero no nos lo tienen en cuenta. Por lo de que somos cantantes y eso -explicó Johnson sonriendo.

-Muchas gracias, en serio. Nos haríais un favor. Y, bueno, ya de paso, ha sido un placer conocer a nuestros vecinos -sonrió Elsa.

-¡Igualmente! Cuando queráis o necesitéis algo, o si os aburrís, sabéis donde estamos. -Gilinsky guiñó el ojo y Mads y los Jacks se despidieron de las hermanas con otro abrazo.

******

Amaya subió las escaleras y cogió su móvil de encima de la cama. Tenía un mensaje de Aaron.

"¿Os venís con todos nosotros a dar una vuelta por ahí? "

La chica sonrió.

Sunshine. | Cameron Dallas, Matthew Espinosa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora