Capítulo 27: Escondites y Risas

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CAPÍTULO 27: Escondites y Risas

- Ahora dime, ¿qué quieres de mi hermano?

- N-nada - tartamudeé, mientras ella blandía una espada de plástico hacia mí. Pero no os penséis que era un juego, para nada, pues tras entrar en su gran habitación, de paredes blancas con detalles de colores y juguetes por todas partes, había logrado atarme a una silla.

La situación parecía divertirle, pero a mí no me hacía una pizca de gracia, ¡esta niña era un pequeño diablo! Ella me pinchó con el extremo de su espada en mi brazo, suavemente, sin querer herirme. Aún así sentí como si me hubiera pellizcado.

- No me mientas, Liam no trae chicas a casa - dijo levantando una ceja como él. Y entonces rectificó -. No que las podamos ver.

Yo solté una pequeña risa suave - ¿Liam tiene amigas imaginarias? - ella se ablandó un poco, con la mueca incipiente de una sonrisa que se forzó en corregir, para mantener su cara imperturbable. Pero solamente se veía adorable.

- No, esas son las chicas que escribe en su diario - comentó ella, cruzando sus brazos.

"Espera, ¿ha dicho diario? ¿Liam tiene un diario?" pensé sorprendida y supe al instante que quería leerlo para poder meterme con él "¿Escribirá él cosas cursis o simplemente apuntará sus conquistas?".

Jennie sonrió de forma perversa al ver mi expresión, probablemente similar a la de él - ¿Quieres verlo, verdad? - yo asentí emocionada y ella me miró, analizándome y apuntándome de nuevo con su espada de plástico. Entonces la bajó y suspiró, ocultando su sonrisa - Bueno, pero que sea rápido.

Y me señaló la puerta para caminar silenciosamente hacia la habitación de Liam, pinchándome en el culo para que fuera más rápido. Al abrir la puerta me encontré con una habitación igualmente grande, en tonos grises y perfectamente combinados, con una cama gigantesca y distribuida de forma que pareciera un pequeño apartamento, con sofá y televisión incluidos.

Y no pude evitar reparar en la gran ventana lateral, con un pequeño balcón que, tal como él había dicho, daba al de mi habitación. De repente un sonrojo cubrió mis mejillas. Debería asegurarme de tener perfectamente cerradas las cortinas cuando me cambiara en mi habitación.

- Está aquí, mira - dijo la pequeña yendo hacia el sillón que había frente al escritorio de madera. Levantó el cojín y me mostró una esquina de una tapa de madera, mostrando un espacio secreto donde dentro había una libreta tamaño cuartilla.

"Parecía una cualquiera, pero si lo fuera, no estaría escondida. Ni tendría un candado" observé al ver que había una cinta muy apretada enganchando el diario, para que no se abriera. Entonces Jennie me miró sonriendo y dijo, señalando hacia la pared - Y las llaves están en ese cuadro.

Pero antes de que pudiéramos hacer nada, escuchamos unos gritos que venían de la planta de abajo - ¡Dani, Jenn! ¿Estáis ahí? - unos pasos se escucharon en las escalera, ascendiendo. Ambas nos miramos sorprendidas y colocamos todo como pudimos en su sitio. Ninguna de nosotras sabíamos que hacer, pero aún así intentamos salir.

Claro que antes de poder hacerlo Liam ya había abierto la puerta, encontrándonos allí - ¿Qué hacéis vosotras aquí? En mi habitación - recalcó esto último, mirando a su hermana, que bajó la cabeza avergonzada.

Yo le acaricié suavemente la espalda, creando una excusa para que nuestro orgullo continuara impune - Jennie y yo estábamos jugando al escondite así que yo me metí en el primer sitio que vi, ella solamente me encontró - la cara de Liam se relajó y dio una pequeña sonrisa, pasándose una mano por el pelo.

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