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"7:00 P.M" y mi cabeza parecía martillarse por placer. Si tendría que explicarlo con palabras, sentía que me encontraba en una tormenta de arena, con la particularidad de estar en medio del desierto.

Mi cerebro no dejaba de repetir el violento "encuentro" con la persona que iba detrás de una hermosa mujer, la cual, gracias a los alucinantes gritos del perseguidor, supuse que se llamaba "María".

Pero mientras analizaba una y otra vez el suceso ocurrido, de pronto pasó algo totalmente innovador. Al igual que el sonido de un dedo jalando el gatillo de una fina arma, la cual golpea con su martillo la pólvora y produce suficiente explosión para que ésta arroje de su cañón a aquella reluciente pieza de plomo, comencé a escuchar un horrible pitido.

No podría explicarles la sensación de dolor y de sufrimiento que abordaron mi cabeza por aproximadamente treinta segundos.

- ¿Q-qué fue ese dolor?  Pensé mientras analizaba la habitación, buscando alguna que otra respuesta.

Decidí entonces, tomar un poco de aire fresco, el suficiente para que mi cerebro se componga (o por lo menos mis oídos). Así que sin demora tomé mis cosas y me dirigí hacia el centro de la ciudad, necesitaba escuchar el ruido ambiental de las personas quejándose por sus vidas (en mi caso, lo definiría como una poesía dolorida).
Noté que el viento soplaba una suave brisa, la cual me invitaba a bailar constantemente, pero conociendo mi tipo de persona le recomendé que guarde la invitación. Los árboles se movían tan lentamente que, si de mirarlos fijos se trataba, uno quedaba hipnotizado. Y los pájaros se entrecruzaban en veloz vuelo por medio de las personas, quienes ignoraban por completo el hermoso paisaje visible.
En el transcurso del viaje logré contar 40 autos de los cuales, un promedio del 78% eran de color gris, por otro lado 5% de color rojo, y el resto era una mezcla entre azul y verde.
Antes de llegar exactamente al centro de la ciudad, me di cuenta de que hacían aproximadamente unas 4 calles que no veía a ninguna persona circular, no me extrañó mucho, simplemente logró percatar un poco mi atención tal descuido de información. Pero fue entonces cuando logré visualizar lo que, para mí, fue el vehículo más hermoso que jamás había visto.

- Que colores tan bellos.  Haciendo clara referencia al vehículo automovilístico que se encontraba a mitad de calle, estacionado a la perfección entre dos chatarras.

Tal fue la llamada de atención que produjo ese vehículo en mí, que sin pensarlo dos veces, fui en su dirección, quería verme reflejado en el espejo de semejante belleza (suelo aprovechar esto para peinarme).
Y entonces fue ahí cuando supe que estaba sucediendo de nuevo, pues, a medida que me acercaba a tan "humilde" carro, escuchaba más y más fuerte el hermoso ruido de las olas oceánicas golpeando una y otra vez la costa marítima.

- ¿Así que será aquí? Dije observando el impecable espejo derecho del carro que, ahora, se encontraba enfrente de mí.

Mi reflejo se empezó a distorsionar, al principio fue tan solo mi rostro, pero dejando correr los segundos ésta distorsión se apoderó de todo mi cuerpo. Lo que pude ver no me sorprendió en lo más mínimo.

- Aquí será la tan esperada visión.

Me encuentro mirando desde las alturas lo que parecía ser el océano, es de noche y no había mucha visión del panorama, sin embargo, yo puedo ver claramente todo, tal y como si tuviera un crepúsculo eterno en mis ojos. Me distraje unos minutos para poder apreciar el paisaje y fue entonces cuando comenzó la visión. Observo que dos barcos se hallaban con rumbo en dirección opuesta. Las gaviotas vuelan a mis alrededores e incluso alguna que otra traspasaba mi fantasmal cuerpo.

- Que visión tan aburrida. Pensé.

De pronto, sin poder explicar claramente lo que estaba sucediendo, ambos barcos chocaron entre sí. El golpe fue tal, que el motor de uno de ellos explotó y pocos segundos después el otro lo acompañó.

AnacronismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora