Capítulo 1

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-¡Joder, que ya estoy despierta! - dije cansada de esa estúpida rutina a la que estaba sometida.

-No hace falta que grites niña, parece que no aprendes- Contestó Marisa, mi madre, algo molesta por la contestación que  le daba diariamente.

Por más que  lo intentase, el gritarle a mis padres era una especie de acto reflejo.

Todos los días  me levanto a las 7:30 para poder llegar a tiempo al instituto, este se encuentra a 10 minutos si ibas en coche y a 25 si ibas andando, y como no sabía del humor al que pillaría a mi padre siempre me levantaba con tiempo para ir andando( mujer prevenida vale por dos).

Una vez acabado el "ritual de los gritos",  me lavo los dientes, me visto, e  intento arreglarme de algún modo el pelo. Odio mi pelo, lo Odio todo de si, me sentía la chica menos femenina del mundo, y no es algo que yo sola  creía ya que mis compañeras de clase me lo hacen ver todos los días.

Yo a diferencia de estas visto siempre en vaqueros y sudaderas junto a mis inseparables Vans, me gustaba más ver mi pelo recogido ya sea en un moño o en una trenza.

Antes de irme al instituto meto mi diario en su mochila, sentó que la inspiración me puede venir en cualquier momento, o simplemente la necesidad de plasmar en el papel  lo que siento en algún instante.

Como no, mi padre víctima de una resaca no me llevará hacia el instituto, es algo a lo que ya estoy  acostumbrada y por eso no me sorprende.

Aguanta Ali, aguanta- Suspiro, saliendo por la puerta de mi casa.

Son las 7:45, y la calle se encuentra todavía muy oscura, la luna todavía se asoma, y poco a poco va ocultándose. La calle está vacía, no lo veo, lo busco pero no lo veo, siento que será otro día de mierda, pero estoy preparada para echarle cara, mi único objetivo es no llorar, ya no quiero llorar más, últimamente no paro de hacerlo y ya no quiero hacerlo más.

Siguo caminando, mientras escucho a mi grupo preferido los Arctic Monkeys, al ritmo de Do I Wanna Know?, me dirigo hacía el instituto, me quedan dos años para que mi vida cambie y lo sé , sé que nunca seré feliz aquí. Tengo mi futuro muy claro, cuando termine el instituto me iré a España con mi abuela y empezaré una vida nueva, en la que yo seré la que dicte las normas, en la que intentaré ser feliz, en la que no quiero a personas que me hagan daño, bastante daño me han echo.

Cuando estoy a punto de doblar en la última esquina que hay para llegar al instituto, lo veo, tan guapo como siempre, y como no junto a ella.

Me echo la capucha de la sudadera y paso por el lado de los "tortolitos", y al hacerlo siento la mirada de Max clavada en su espalda, al sentir esto siento que el corazón se me va a salir del pecho, y con el suficiente autlcontrol que con el tiempo he obtenido siguo caminando y me dirigo al aula.

En clase me siento en la Primera fila junto a la ventana, intentando pasar desapercibida, pero es algo inevitable ya que nada más sentarme en la silla empiezan a volar hacia mi cabeza bolas de papel, cada vez que esto ocurre, prefiero hacer como si nada e ignorar a mis compañeros pero en el fondo de mi corazón, hay un gran nudo al que fuerzo a que no se desate por que sé que en ese momento saldrá todo a la vez, y ya me he prometido no llorar más.

Las pelotitas de papel dejan de volar en el momento en el cual el profesor de Filosofía pisa el aula, - Menos mal- Pienso.

Una vez llega la hora del recreo, me dirigo al sitio de siempre, a mi pequeño rincón, que encontré un día por casualidad, en el que salía corriendo para que no me viesen llorar.

Nunca olvidaré ese día, nos encontrábamos , Criss, Robbins,  Hailey, y yo, y sufrí una de las peores experiencias de mi vida, entre las tres le quitaron su diario y lo leyeron delante de todo el mundo, para mí, mi  diario es algo muy importante ya que es un reflejo de mi alma, en ese momento me sentí desnuda y lo primero que hice  fue arrebatarle el diario a Criss y salir corriendo.

La media hora de descanso la suelo utilizar para escribir en en mi diario, sentada debajo de su árbol, en un punto en el que nadie puede observar me , o eso creía porque al levantar la mirada descubrí a una persona observandome , a Max.

Es nuestra promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora