Capítulo 32.

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El viento cálido que ofrecían las hermosas playas caribeñas golpeó mi rostro. Aspiré el aire fresco y miré fascinada el hermoso azul de las aguas. 


-¿Te gusta?. --preguntó Anthony--

-Es perfecto. --lo besé cortamente--


Habíamos decidido traer a Louise, después de todo no eramos un par de recién enamorados, teníamos tiempo viviendo juntos y esto eran mas como unas pequeñas vacaciones. 


La dejé sentarse en la arena con su precioso traje de baño azul marino, obviamente bañada de bloqueador solar. 


Pasamos toda en la playa y regresamos cuando el sol ya se ocultaba. Louise estaba rendida.


La habitación del hotel con vista al mar era doble. Acostamos a Louise en la suya, y luego nos fuimos a la nuestra.


-Te es condenadamente bien así. --murmuró mientras pasaba su dedo indice por mi muslo--


Mi piel se erizó al contacto.


-Louise está en la habitación de al lado.

-Ella no puede ver nada, no sabe caminar. --me sonrió--

-Pero si sabe escuchar.

-Está dormida. --besó mi hombro-- No va a sentir los ruidos.


Sus manos fueron a parar a mi cintura desnuda. Yo aún traía el traje de baño con un pareo, él solo llevaba un short playero.

Repartió pequeños besos húmedos desde mi hombro hasta la parte baja de mi oído, luego volvió a bajar a mi cuello y me mordió (eso seguramente dejó una marca). 


Sopló con cuidado y lentitud donde me había mordido y eso terminó por hacer caer rendida a su merced. 


-Hazme tuya Anthony. --susurré--

-Tus deseos son ordenes. --sonrió de lado--


Sus manos fueron al nudo de mi pareo y este cayó de inmediato al suelo. Con una de sus manos alzó mi pierna haciendo que esta quedara a la altura de su cadera, la sostuvo ahí con su brazo y luego hizo lo mismo con la otra. 

Me besó con pasión y a cuestas me llevó al baño.


-Espera un poco. --ordenó--


Empezó a preparar con burbujas la bañera, prendió velas aromáticas y las puso alrededor después de apagar la luz. 

Se acercó peligrosamente a mí y con lentitud desató el nudo de la parte superior de mi traje de baño, esta cayó rápidamente ya que era straple. 

Besó la loma de mis pechos y así fue bajando hasta llegar a mi tanga que bajó salvajemente con los dientes. 


Quité sus shorts descubriendo que era lo único que llevaba puesto. Luego el me tendió su mano y me llevó hasta la orilla de la tina.

Metí un pie y el agua estaba tibia. Perfecta. 

Terminé de entrar y me senté, la espumo cubrió mi cuerpo hasta los hombros. Después de mí entró Anthony.


-Quiero hacer el amor en el agua. --susurró en mi oído-- Quiero hacerte el amor en el agua.


Me invitó a sentarme en sus piernas y no dudé en hacerlo. Sus manos subían y bajan a través de mi caja torácica, de vez en cuando iban a parar en mis glúteos. 

Mientras tanto su lengua se encargaba de recorrer cada centímetro cuadrado de mi boca. Sentí su miembro inconsciente tocar mi puerta, abrí más mis piernas para darle cabida, enseguida su pene estaba dentro mío.


Empecé a moverme en círculos rápidamente sobre él. Mientras tanto y entre besos se le escapaban gemido, mientras yo gritaba como una loca.


-Te amo. --dejó caer su cabeza en mi hombro cuando llegamos a un orgasmo. 

-Quiero hacerte el amor de nuevo, esta vez con ternura. --me pidió.


Salimos de la bañera y nos metimos de nuevo en la habitación. Aún sin secarnos me dejé caer en la cama y él se subió encima de mí apoyando su peso en sus codos.


-Eres el ser más maravilloso, me tienes loca. --besé toda su cara-- Te amo.


Anthony acarició mi tatuaje de ''A'' en el hueso de la cadera. 


-Recuerdo este día. --suspiró-- Quién lo iba a decir...

-Mi cumpleaños número 17.

-Eres mi todo Victoria. Sin ti y mi hija soy absolutamente nada.

-Guarda la calma, nunca nos vas a perder. --acaricié su pelo-- No concibo la vida sin ti.


Mis piernas se enredaron en su cintura y de nuevo él me llenó por completo. Las embestidas ahora eran mas suaves, tiernas y cuidadosas, aunque no por eso eran menos placenteras. 

De vez en cuando mis uñas se enterraban en el colchón o apuñaba las sábanas. Hacer el amor con Anthony sin duda alguna era uno de los actos que más amaba. 


Al final me recosté en su pecho. Las sábanas cubrían nuestros cuerpos desnudos mientras mirábamos el techo.


-Louise no ha llorado.

-Debe estar muy cansada.

-Es raro, son las doce. Siempre a esta hora llora por leche.

-Fue un día largo. 

-No Anthony. --me estaba preocupando-- Pase lo que pase ella siempre llora a esta hora.

-Estás siendo paranoica.

-No, no es así.


Me levanté de la cama aún arrollada en las sábanas y caminé hasta la puerta marrón que conectaba las habitaciones.

Estaba oscuro, muy oscuro. Era también muy raro porque yo había dejado la lámpara prendida. 

Levanté el interruptor de la luz y cuando me di media vuelta para mirar hacia la cuna, el alma abandonó mi cuerpo.


-¡Anthony! --grité a todo pulmón--

-¿Qué pasa? --llegó corriendo de inmediato--


Miró la cuna y se puso rígido al verla vacía. 


-Louise no está.

Romeo Santos, el mejor amigo de papá. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora